sábado, 13 de julio de 2013

Capítulo 29.

Todo había pasado demasiado rápido. Al día siguiente después de hablar con Harry, tras las clases, Sarah vino a ayudarme a hacer las maletas. Tardamos alrededor de cuatro horas, ya que ella hizo una selección minuciosa de que lo que tenía que llevar, para así sorprender a Harry.

Pero en esos momentos no me importó las idas de olla de mi mejor amiga, estaba tan nerviosa que si fuera por mi habría cogido un puñado de ropa y la abría metido a presión dentro de mi maleta. Así que agradecí que Sarah viniera a poner un poco de orden en mi mente.

Las chicas organizaron una pequeña cena para despedirme y de paso celebrar mi cumpleaños, solo por un par de horas conseguí desvanecer el constante hormigueo de mi estómago, y maldije el no poder quedarme más con ellas, ya que debía coger el avión a las cinco de la madrugada y estar en el aeropuerto con dos horas de antelación, como siempre recomendaban.

Mi madre me había llevado en coche hasta al aeropuerto, Emily insistió tanto en venir a despedirse de mí que a mamá no le quedó más remedió que ceder, aunque se arrepentía cada vez que la veía dormida en los asientos de atrás del coche por el retrovisor. En cambio, yo no me arrepentí, ni mucho menos. Me gustó sentir ese cálido abrazo lleno de amor incondicional por parte de mi hermana pequeña, aunque estuviera casi totalmente dormida, fue todo un detalle.

Y después de despedirme de mi enana y mi madre, me encontraba por fin dentro del avión que me llevaría hasta los brazos de Harry, esos que tanto extrañaba que me rodearan.

 Estaba sentada al lado de la ventana y podía ver cómo me alejaba poco a poco de la noche de Londres, que desde ahí arriba parecía como de cuento de hadas. Saqué los auriculares para colocármelos en cada oído antes de pulsar una lista aleatoria en mi iPod, apoye la cabeza contra la ventana e intenté entregarme al sueño mientras observaba todas las pequeñas luces de colores.



Me desperté al escuchar la voz de la azafata comunicando que estábamos a punto de aterrizar y que por favor nos abrochásemos los cinturones. Miré hacia abajo para asegurarme de que mi cinturón seguía sujeto. Guardé los auriculares en la pequeña mochila de mano que llevaba. Eché un vistazo por la ventana, ¡estaba sobrevolando Los Ángeles! Vaya, era totalmente increíble, altos edificios se extendían hacia el cielo bastante a lo lejos de donde el avión empezaba a descender.

Cuando por fin pude salir del avión me paré a echar un vistazo al cielo mientras las personas seguían su camino, pasándome de largo. El sol deslumbraba entre la espesa niebla, la dulce brisa acariciaba mi pelo. Me permití cerrar los ojos para disfrutarlo durante unos segundos.

Con mi maleta ya en mano comencé a caminar hacia las puertas de salida preguntándome quien vendría a buscarme, por lo que Harry me habría dicho, él y los chicos estarían ocupados, así que el que alguno de ellos viniera buscarme era imposible.

Entonces mis ojos se encontraron con un hombre que sostenía un cartel con mi nombre escrito en él, avancé un poco dudosa.

- ¿Kelly? – asentí al encontrarme enfrente de él, de cerca me resultaba más familiar. – Soy uno de los de seguridad, mi nombre es Mark. Harry me ha pedido que viniera a buscarte. ¿Te ayudo con la maleta? – señaló a mi equipaje, yo solo solté la maleta y dejé que él la llevara.

Fuimos hasta un gran coche negro con los cristales tintados, uno de los coches que los chicos utilizaban normalmente para desplazarse juntos a cualquier sitio. Mark me abrió la puerta, a lo que respondí con un ‘gracias’ acompañado de una tímida sonrisa.

- ¿Dónde están Harry y los demás? – me atreví a preguntar después de haberme pasado unos largos minutos observando la ciudad desde la ventanilla derecha de la parte trasera del coche.
- Esta mañana salieron temprano para una entrevista en una emisora de radio, luego tenían una sesión de fotos y creo que esta tarde van a hacer una pequeña actuación con firma de discos. – contestó Mark si apartar la mirada de la carretera.

Vaya, si que estaban ocupados.

Empezaba a comerme la cabeza diciéndome a mi misma que solamente sería un estorbo, que Harry apenas tendría tiempo para mí, cuando el coche aparcó delante de un hotel enorme.

Mark me abrió la puerta y luego fue a buscar mis maletas, las cuales subió hasta la recepción del hotel. Se paró a hablar un momento con la chica que estaba detrás del mostrador mientras echaba un vistazo a la enorme sala. 

- Kelly. – me llamó y me giré rápidamente.
- ¿Si?
- Yo tengo que irme ahora porque van a necesitar a toda la seguridad con los chicos. Él te acompañará hasta la habitación, ¿vale? – señaló a un chico joven con la piel morena y los ojos grises vestido con un traje azul marino con botones plateados.
- Está bien.

Mark se despidió y yo subí en el ascensor junto al chico que llevaba mi maleta. Era bastante guapo, la verdad.

- ¿Un viaje largo? – me tomó totalmente desprevenida, no esperaba que me hablara, parecía bastante serio y huraño hace solo unos minutos.
- Ummmh…Bueno, un pelín. Me quedé dormida, así que tampoco se me hizo demasiado pesado.
- ¿De dónde venías?
- Londres. – el chico me dedicó una sonrisa.
- Yo soy de Londres, es más, dentro de unas semanas vuelvo allí. Extraño el mal tiempo. – dejé escapar una pequeña risa.
- Este sol sienta bien, aunque el día esté nublado.
- Acabarás cansándote, te lo aseguro. Por cierto, mi nombre es Evan. – me tendió la mano.
- Kelly. – le di un buen apretón acompañado de una sonrisa.

En ese instante el ascensor dejó escapar un ‘piii’ mientras las puertas se abrían solas. Evan empezó a caminar arrastrando mi maleta por un largo pasillo de brillantes azulejos. Paramos frente a una puerta y Evan deslizó una tarjeta por un lector de tarjetas, haciendo que la puerta se abriera. Pasó dentro de la habitación y soltó la maleta, se giró y se quedó mirándome.

- Bueno, aquí es. – abrió los brazos y los dejó caer de nuevo a cada lado de su cuerpo. – Si necesitas cualquier cosa llama al servicio de habitaciones y pregunta por mí, vendré enseguida. Aunque solo sea porque te aburres y no tienes a nadie con quien hablar, no me importará dejar el llevar comida en carritos a señoras de más de sesenta años cada diez minutos.
- Oh, lo tendré en cuenta. – mi sonrisa se ensanchó, la verdad es que era un chico muy simpático. – Gracias por todo.
- No hay de qué. Hasta luego, Kelly.
- Adiós Evan.

Cerró la puerta tras él, dejándome sola en esa inmensa habitación. La decoración de la sala era en color blanco y negro, con una enorme cama ocupando el mayor espacio de ésta. A la izquierda había una mesa con un par de sillas y un mueble bar. También había otra puerta que supuse que sería la del baño.

Me senté en el borde de la cama, dando un par de botes en ella, era como si fuera de agua. No me resistí más a la tentación, empujé mis zapatos fuera de mis pies y gateé por la cama hasta dejarme caer sobre la almohada y estirar lo máximo posible mi cuerpo. Me sentía muy pequeña encima de esa inmensidad acolchada.

Mi móvil comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mi pantalón, haciéndome cosquillas. Lo saqué y contesté sin mirar el identificador de llamadas.

- ¿Si?
- ¡Kelly! – me incorporé de golpe en la cama.
- ¡Harry! – no podía contener la alegría que invadía mi cuerpo completamente.
- Me alegra volver a oír tu voz. Louis tuvo que pegarme un par de veces porque quería llamarte mientras estabas aún en el avión. Creo que me ha dejado moratones, pero me vengaré.
- Harry. – dije, y sonó estúpidamente raro. Como si dijera su nombre después de mil años sin decirlo.
- Dime, preciosa.
- Quiero verte. – lo escuché sonreír.
- Y yo a ti, cielo. Dentro de nada empezamos la firma, durará unas dos horas. Haré que un taxi vaya a por ti, los chicos también quieren verte así que cenaremos todos juntos, luego serás toda mía. – un escalofrío recorrió mi cuerpo por culpa del tono de voz que utilizó en sus últimas palabras. - ¡Mierda, casi se me olvida! ¡Felices dieciocho preciosa! – lo cierto es que a mí también se me había olvidado.
- Gracias Harry.
- Ahora ya puedes beber. Lo cierto es que me gustaría verte borracha, seguro que eres muy divertida.
- No bebo, idiota.
- Bueno, podemos cambiar eso por esta noche ¿no? Tengo algo preparado, y de verdad espero que te guste.
- Me gustas tú. – mis mejillas se llenaron de color justo en el momento en que me di cuenta de mis palabras.
- Vaya, vaya, vaya. A lo mejor no necesito el alcohol para que te pongas cariñosita.
- Te odio. – me reí entre dientes.
- Me quieres.
- Puede. Pero tener que esperar tanto para verte va a hacer que cada vez te quiera menos.
- Oh no, será al contrario, nena. Te tirarás a mis brazos y me rogarás que te bese hasta volverte loca.
- Tú sí que estás loco.
- Entonces espero que sea contagioso, porque voy a morderte. – tragué saliva y capturé mi labio inferior con los dientes. Se escucharon unas voces de fondo y luego se sintió como si alguien cogiera el móvil de Harry.
- ¿Kelly? – una voz demasiado conocida.
- ¿Louis?
- ¡Felicidades! – el entusiasmo en su tono me hizo reír. – Esta noche saldremos a celebrarlo como es debido.
- Mmmmh…Creo que me estoy pensando el quedarme todo el día en esta cama enorme, eh.
- ¡Ni se te ocurra! Esta noche vas a tener el lujo de celebrar tu decimoctavo cumpleaños con la compañía de One Direction, millones de chicas desearían poder estar en tu lugar. Es más, a millones de chicas les encantaría poder tener a Harry Styles babeando por ellas las veinticuatro horas del día, justo como tú lo haces.
- ¡Louis, calla! – se escuchó como volvían a pelear por el control del teléfono.
- Kelly, te dejo, que tu novio está enfurecido.
- Adiós Lou. – se escuchó la risa de Louis de lejos antes de que Harry volviera a hablar.
- Kelly, tengo que dejarte. Nos vemos esta tarde. Por cierto, abre la puerta de la habitación cuando cuelgue. ¡Te quiero!

No me dio tiempo a responderle, ya que colgó rápidamente. Extrañada y curiosa fui hasta la puerta de la habitación y la abrí. No había nada. Saqué la cabeza fuera y miré a cada lado, entonces mis ojos contactaron con un ramo enorme de rosas rojas tendido en el suelo. Lo recogí, llevándolo contra mi pecho y absorbí el dulce aroma que desprendían. Cerré la puerta y caminé de nuevo hacia el centro de la habitación. El ramo llevaba una pequeña nota consigo:

Dieciocho rosas por cada día de tu vida; podría pasarme la mía agradeciendo a tu madre el haberte hecho existir.
Gracias por dejarme ser una pequeña parte de ti, gracias por dejarme quererte.
Felicidades, preciosa.
                                                         H.

Las malditas mariposas estaban haciendo que me temblaran hasta las piernas. ¿Por qué tenía que ser así conmigo? Lo quería, vaya si lo quería.

Cogí el florero vacío de encima de la mesa y fui al baño para echarle un poco de agua y dejar las rosas dentro. Ahora la habitación era de color blanco, negro y rojo.

Dejé que mi cuerpo volviera a caer en la cama y me acurruqué a mi misma entra las almohadas. El aroma natural de Harry aun estaba presente en la ropa de cama, di gracias porque las encargadas de la limpieza del hotel no hubieran cambiado las sábanas esa mañana. Lo que más necesitaba en esos instantes era sentirme cerca de él, y eso era lo más parecido a sentirme entre sus brazos.



Me desperté con el sonido que tenía mi móvil para avisarme de que me acababa de llegar un mensaje. Lo rescaté de mis pantalones mientras me daba la vuelta en la cama y quedaba bocarriba, pestañeé un par de vez para acostumbrarme a la tenue luz que se colaba por la ventana. Era un mensaje de Harry.

El taxi pasará a por ti en media hora. Ily.

Antes de acabar de leer el mensaje ya me encontraba fuera de la cama, abriendo mi maleta. Tenía que darme una ducha y cambiarme de ropa, había sido un largo viaje y no quería ir con las pintas que llevaba a ver a Harry.

Cogí un cambio de ropa interior y ropa para ponerme y fui directamente hacia la enorme ducha de la habitación. En aproximadamente diez minutos estaba ya fuera, secándome con la toalla todo lo rápido que me era posible. Me vestí (http://www.polyvore.com/its_time/set?id=88826324) y fui hacia el espejo, que tuve que desempañarlo con la mano para poder ver mi reflejo. Me hice una trenza, atando el final de ésta con una pequeña gomita y dejando que cayera sobre mi hombro. Saqué un par de mechones para que cayeran a cada lado de mi cara y me maquillé los ojos con un lápiz negro y un poco de sombra.

Metí la tarjeta/llave de la habitación dentro de mi mochila de cuero marrón y la colgué a mi hombro. La puerta se cerró automáticamente cuando yo salí. Me di cuenta de lo nerviosa que estaba ya que la punta de mi pie no paraba de golpear repetidamente el suelo del ascensor mientras esperaba a que se abriera y me dejara ver el vestíbulo. Cuando esto sucedió, bajé los pocos escalones que separaban al hotel de la carretera dando pequeños saltitos y me introduje dentro del taxi que me estaba esperando aparcado junto a la acera.

- Buenas tardes señorita. – me dijo el taxista, mirándome por el retrovisor.
- Buenas tardes. Supongo que usted ya sabe donde debe llevarme, ¿no?
- Así es, estaremos allí dentro de quince minutos. Si el tráfico nos lo permite, claro está.

Y después de esa pequeña charla puso en marcha el vehículo.

Ya llevábamos un buen rato dentro del coche, habían pasado más de los quince minutos que se había atrevido a predecir el conductor. El tráfico aquí era peor que en pleno centro de Londres.

Las manos me sudaban de una manera terrible. Jamás me creí capaz de comportarme así. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Simplemente iba a ver a mi novio, no a cualquier otra persona que desconociera. Conocía a Harry, había estado millones de veces con él y en situaciones íntimas, entonces, ¿por qué sentía que me iba a estallar el corazón en cualquier momento?

- Señorita, ya estamos aquí. – tuve que agitar mi cabeza para volver a la realidad.
- Oh, gracias. ¿Cuánto te debo?
- No, no. Ya estoy pagado, tranquila. Disfrute del resto del día.
- Igualmente. Adiós.

Cerré la puerta y vi como el taxi se camuflaba con los demás coches en Los Ángeles. Ahora estaba completamente sola en medio de sabe Dios donde. Bien.

Me di la vuelta y me encontré con la aglomeración de fans delante de un edificio. Vislumbré a Harry entre la multitud, y él consiguió verme a mí también. Levantó la mano y me hizo una seña que quería decir ‘Un minuto’ le contesté levantando mi pulgar acompañado de una sonrisa, una sonrisa correspondida. Volvió a perderse entre las fans.

Suspiré. Solo quería correr hasta allí y abrazarlo fuerte.

Volví a darme la vuelta y me di cuenta de que tenía un pequeño kiosco al lado. Me llamó especialmente la atención una revista ya que llevaba una enorme foto de Harry saliendo de un hotel que no era en el que yo había estado hace solo unos minutos. Cogí la revista y la pagué antes de buscar la página que correspondía al artículo de dicha foto.

Harry Styles y Caroline Flack, ¿reconciliación?

El pasado jueves se vio como Harry salía del hotel donde se hospeda Caroline. El más joven de la boyband más famosa del momento se encuentra en Los Ángeles junto a sus demás compañeros promocionando su disco en distintos medios de comunicación, pero parece ser que el chico ha podido sacar algo de tiempo para ir a ver a su “vieja amiga”.

Fuentes cercanas a Caroline Flack han confirmado que en los últimos días tanto Harry como Caroline habían estado en contacto por medio de mensajes, y ahora que los dos estaban en el mismos lugar, han aprovechado para quedar juntos.

Lo que no encaja en todo esto es que por la información más reciente que tenemos, Styles estaba saliendo con la ex patinadora  Kelly Lodge, ya que en numerosas ocasiones se les ha visto juntos y hay numerosas fotos de ellos mostrándose su cariño.

Pero parece ser que el amor se ha acabado pronto para la nueva pareja, y que Harry está buscando una reconciliación con Caroline, ya que la extraña tanto como él la extraña a ella.

De lo que estamos seguros es de que no le perderemos la pista al retorno de esta pareja.


Me quedé un par de segundos absorbiendo por mis ojos todas las fotos que aparecían en las dos páginas que ocupaba el artículo. Caroline entrando en su hotel. Harry saliendo y entrando de él. Viejas fotos de cada uno de ellos…

Me encontré a mi misma tirando la revista al suelo y parando a un taxi que pasaba, metiéndome lo más rápido posible y cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria. Le indiqué el nombre del hotel al que quería que me llevara, y que por favor se diera prisa.

¿Cómo podía haberme hecho eso? Ni siquiera tenía idea de la existencia de esa mujer en su vida. ¿Han estado hablando durante días y no ha tenido la decencia de comentármelo siquiera? La revista decía que fue a verla el jueves, justo el maldito día en que había hablado conmigo por Skype, que me había mentido diciéndome que me quería. ¿Para esto me había regalado el billete de avión? ¿A caso quería restregármelo por la cara? ¿Qué diablos le había hecho yo para que el me hiciera algo así? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no había acabado con esto si aún la seguía queriendo a ella? ¿Cuántas mentiras más me habriá contado? ¿Es que toda nuestra relación se basó en una falsa realidad?

- Eh, chica. Ya hemos llegado.

Sorbí por la nariz y le entregué un par de billetes al señor antes de salir corriendo hacia dentro del hotel. Cuando las puertas del ascensor se abrieron choqué con un cuerpo.

- ¿Kelly? – no contesté mientras él me sostenía por los hombros. - ¿Qué te pasa, por qué estás llorando?

Y así era. Lloraba. Lloraba de rabia, de impotencia. Lloraba porque me dolía, me dolía más de lo que jamás llegara a pensar que podría dolerme algo así. Porque lo quería, porque me había enamorado y él simplemente me rompió en mil pedacitos.

- Kelly. – volvió a insistir. Intenté zafarme y meterme dentro del ascensor. - ¿Qué es lo que va mal?
- Sá-sácame de aquí, por favor. – supliqué con la voz rota. Evan se quedó un rato mirándome, luego tiró de mí hacia dentro del ascensor y pulsó el botón de mi planta.
- Mi trabajo por hoy ha llegado a su fin. Puedo llevarte a cualquier sitio, tengo el coche abajo.
- Quiero irme a casa.

Estaba temblando de pies a cabezas mientras sollozaba, la esquina del cuadrado ascensor era lo único que me mantenía en pie.

Las puertas se abrieron. Abrí torpemente mi mochila y saqué la tarjeta, antes de que la deslizara, Evan la recogió de mis manos y lo hizo por mí. Mi pulso estaba demasiado inestable.

Entré en la habitación y fui hacia el baño, donde había dejado mi maquillaje y la ropa que llevaba puesta cuando vine. Metí todo de nuevo en la maleta y la cerré.

- ¿Quieres que te lleve al aeropuerto? – levanté la vista, nublada todavía por las lágrimas.
- Si no puedes, llamaré a un taxi. No pasa nada.
- No voy a dejar que te vayas con un desconocido en el coche estando en el estado que estás. Ya sé que técnicamente yo también soy un desconocido, pero un poquito menos.

Eso me habría hecho sonreír si fuera en otras circunstancias, y supe que Evan lo captó. Solo deseaba salir de allí. Cogió mi maleta y salió de la habitación.

Cuando estuvimos ya enfrente del coche gris de Evan, abrió la puerta del copiloto para mí. Me deslicé dentro, abroché el cinturón y me abracé a mí misma.

Evan condujo en silencio. Quería darle las gracias por ello, pero no me salían las palabras. Si quería el solitario silencio, aunque muy en el fondo necesitaba que alguien me distrajera de los malditos pensamientos negativos que rodaban por mi cabeza.

- Parece que va a seguir insistiendo. – giré la cabeza, escondiendo la mitad de mi cara con el brazo y miré a Evan por encima de mis espesas y mojadas pestañas. – Tu móvil, lleva un buen rato sonando sin parar.

Lo sentí vibrar en mi bolsillo, no me había dado cuenta. Lo cogí, lo pagué sin mirar y lo guardé en mi mochila, muy al fondo.

- ¿Queda mucho? – susurré.
- Ya casi estamos.

Después de unos cinco minutos Evan estaba aparcando el coche. Bajamos y el fue directo hacia el maletero para recoger mi maleta.

- ¿Tienes billete? – negué con la cabeza. – Iré contigo, tengo una amiga trabajando aquí, puedo conseguirte uno para el siguiente vuelo que salga. Vamos.

Me quedé detrás de Evan mientras hablaba con la chica detrás de una de las ventanillas transparentes.

- ¿Tienes tarjeta de crédito? – la busqué en mi cartera y se la di, segundos después volvía a estar guardada. -  Genial, muchas gracias Ruthie. – le dijo a la chica. Me empujó por la espalda despacio para que caminara.
- ¿Y bien?
- Estás de suerte. Sale un avión en diez minutos hacia Londres. – un suspiró de alegría salió débilmente de mi interior. No tenía fuerzas para nada. – Venga, vamos que tienes que facturar e irte.

Después de un rato me encontraba ante la cola de pasajeros que iban a coger el mismo vuelo que yo.

- Tienes que dejar de llorar.
- N-no puedo. – no era capaz de tragar saliva, me atragantaba.
- No sé lo que ha pasado, pero tienes que ser fuerte, ¿vale? Si esto es por culpa de algún capullo, no se merece tus lágrimas, créeme. – intenté sonreír, pero solo se quedó en un intento. Evan rebuscó en sus bolsillos y sacó un pequeño bolígrafo y un envoltorio de chicle, donde empezó a escribir. – Llámame, cuando vuelva a Londres podemos quedar y hablar de todo esto si estás preparada. – asentí vagamente y me guardé el papelito.

Una voz de hombre sonó por los altavoces, anunciando por última vez que los pasajeros de mi vuelo embarcaran ya.

- Te-tengo que irme.
- Lo sé. ¿Puedo abrazarte?
- Claro.

Me recibió en sus brazos, y por un momento me dije que era estupendo. Pero lo que yo necesitaba eran  los abrazos protectores de Harry. Necesitaba a Harry. Pero él ya no me necesitaba a mí.

- Hasta pronto, o eso espero. Ha sido un placer conocerte. – hizo comillas en ‘conocerte’, volviendo a intentar hacerme sonreír.
- Gracias Evan, gracias por todo.

Fui hacia el señor que revisaba los billetes y le entregué el mío. Antes de desaparecer por el pasillo que me llevaría al avión eché un último vistazo a Evan, que se despidió con la mano y una sonrisa.

Cuando estuve ya sentada en mi asiento, cerré los ojos y dejé que las lágrimas cayeran por mis mejillas sin cesar.


Una pregunta me acechaba todo el rato: ¿Qué es lo que se suponía que iba a hacer ahora?









Bueno, debo decir que ha sido un capítulo bastante largo y bastante pesado de escribir.

Con el bloqueo que he tenido estos días y con las pocas ganas que tenía de escribir este capítulo, no tengo ni idea de como me ha quedado tan largo. 

No os entretengo más, y tampoco me entretengo más a mí que ya es muy tarde. 

Gracias por los preciosos comentarios, y claramente, gracias por leer <3. 

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8 comentarios:

  1. Aay... Llore mucho con el capitulo :''( No puedes dejarlo así... Siguela pronto plss :))

    UN BESO :DD

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  2. no se a que esperas para subir el proximo capitulo,siguela YA!

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  3. Ay mai,cada día me enamoro más de esta novela,y la espera sin duda merece la pena :)

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  4. plissssssssssss q Hazza y Kelly se arreglen. No me gusto este cap. :'(

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  5. Ay por favor sube rapido!! Necesito que estén juntos y que se reconcilien! Aunque Hazza tenga que ir hasta Londres pero que lo arreglen! Siguela pronto plissssss

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  6. ¿Cómo puedes hacerme esto? ¿Cómo puedes hacerme llorar tanto? JODIDA PUTA LA CAROLINE FLACK DE LOS HUEVOS, PUTA VIEJA BICHO JAJAJAJA
    Ay jo :'( Este capitulo ha estado genial y como siempre te has superado, pero esta vez en hacerme llorar, pero al principio del capitulo sonreír.
    Te quiero Ana <3

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  7. Ohhh como nos puedes hacer esto??!?!?!
    El capítulo ha estado genial pero quiero que vuelvan a estar juntos
    Sube pronto xfa

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  8. Me encanta leer esto, casi diario me meto a ver si subiste capitulo!
    Escribes bien bonito, siempre estoy buscando novelas de los chicos que me gusten, y esta es la que mas me ha gustado de todas..
    No tardes en subir porfavor!
    :D

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