- Pensaba que sería yo quien escogería la peli. – me quejé
caminando ya por la sala del cine hasta nuestros asientos con un cargamento de
palomitas y dos vasos grandes de Coca-Cola.
- Es que me apetecía ver esta película muchísimo. – suspiré
al encontrar por fin nuestros asientos.
- Ya da igual.
Me recosté en el asiento y la sala se inundó de oscuridad
dejando solo la luz de la pantalla y el proyector.
Empezaron los anuncios, creo
que esos diez minutos fueron los más emocionantes, ya que la película fue el
tostón que me imaginaba.
Yo no quería ver una película de amor. ¿Para qué? Esas
historias eran ridículas, todas, no había ninguna que se escapara. ¿Cómo la
gente se puede creer o emocionar tan fácilmente con una historia que tiene más fantasía
que una película de Harry Potter? El chico o la chica ideal no llega así como
así y te enamoras. No tiene sentido, para nada. Me resulta más creíble una
historia de Disney donde los animales hablan.
Me desvío de mis críticas y veo a mi mejor amiga, a la cual
ya le saltan las lágrimas. Rodé los ojos y los dirigí por todos los asientos.
Esto estaba prácticamente vacío, a excepción de dos parejas situadas en
distintos sitios, pero lo menos que hacían era admirar esa sarta de mentiras en
tamaño gigante. Que va, ellos estaban ocupados en ser ventosas humanas.
Y esa
era toda la gente que habí....¿Qué hace un chico solo en el cine viendo una
peli de amor? Estaba recostado en el asiento de la misma forma que yo, creo que
tampoco le gusta esto. Pero él está solo, no está aquí arrastrado por su amiga
adicta a las historias donde ‘chico conoce a chica y chico y chica son felices
para siempre’. Si yo fuera él, escaparía. Lo que me hace preguntarme porque no
es el caso, ¿por qué no escapas?
No puedo dejar de mirarlo, es increíble pero ese chico me provoca hacerme más preguntas que un test de actitud. Solo levanta la mano para
coger palomitas o beber de su refresco mientras observa la pantalla, yo hago lo
mismo, pero mi pantalla son sus hombros y sus rizos a contraluz.
Es tan extraño...Podría levantarme e ir a hablar con él,
total, Sarah ni se daría cuenta, está absorta. Pero sería algo acosador ‘Hola
no te conozco de nada, ni siquiera se como es tu cara, pero no puedo parar de
mirarte. ¿Por qué? Pues no lo sé.’ Exacto, no lo sabía y por eso quería
acercarme a él.
- ¿Kelly? – escuché la voz de mi amiga, lejana, y
entrecortada. Entonces desperté de mi trance. – Hey, ¿estás ahí?
- ¿Eh? Oh, si.
- Ya ha acabado la película. – se limpió algunas lágrimas
con los puños de su chaqueta. Pero mi reacción fue girar la cabeza hacia donde
había estado fija hacía un rato. No estaba.
No estaba allí.
- No está. – me encontré nerviosa conmigo misma.
- ¿Quién no está? – la miré con expresión extraña, como si
me resultara raro que no supiera de quien hablaba, como si fuera tan obvio.
Pero no, ella no lo sabía.
- El chico, estaba ahí sentado. Se ha ido.
- ¿Qué chico, Kelly? ¿De qué hablas?
- Yo...Nada. – me resigné. - ¿Nos vamos? – me levanté
ignorando lo ocurrido.
- Claro. – salimos de allí. - ¿Me vas a explicar lo que te
pasó ahí dentro?
- No me pasó nada, ya sabes que a veces me mudo a otros
mundos.
- Bueno...- no estaba convencida, pero no la culpo, yo
tampoco lo estaría. - ¿Te gustó la película? Es tan bonita, no podía parar de
llorar. Que suerte tuvo la protagonista.
- Si, fue genial...
Entonces pasó, esos eran sus hombros, y sus rizos, sin duda
alguna, los observé durante más de media hora. Era ese chico.
- ¡Es él! – Sarah miró hacia mi dedo que estaba señalándolo.
Mi impulso fue caminar rápido hacia él
para tocarlo y que se diera la vuelta.
- ¿Qué? – No. No. No.
- ¡Eres tú! – dijimos a la vez.
- ¡Princesa! – se dibujó en su cara una sonrisa de oreja a
oreja. La mía se esfumó.
- No puedes ser tú. – me negaba a mi misma admitir que era
él.
- Pues claro que soy yo. No me puedo creer que nos hayamos
encontrado.
- ¿Qué haces aquí?
- Venir a ver una película.
- Me estás volviendo a seguir. – la rabia acudió a mi.
- No.
- Si.
- No.
- Si.
- Tú viniste a mí.
- ¡Já! No.
- Puede que seas tú quien me sigue, ¿nunca pensaste en ello?
- Nunca, porque no es cierto. – no podíamos dejar de mirar
fijo a los ojos del otro.
- Eh, eh. Haya paz. – Sarah se acercó y se puso en el medio,
me miró, pero yo no apartaba la vista de Harry, así que ella la dirigió también
hacia él. - ¿Hola? – volvió a mirarme. -
¿Quién es? ¿Lo conoces?
- No.
- ¿Entonces por qué estás discutiendo con él?
- Porque me está persiguiendo, lleva haciéndolo desde que
nos chocamos y nos confundimos de móvil. – Sarah sonrió.
- Espera, ¿él es el chico del que me has hablado?
- Con que le has hablado de mi ¿eh?
- ¡No! Bueno, si. Pero mal, le he dicho lo pesado que eres.
- Si aceptaras a tener una cita conmigo dejaría de ser tan
pesado.
- ¡No voy a tener ninguna cita contigo!
- Parar, parar. A ver, ¿una cita? ¿Quieres tener una cita
con ella?
- Ajá.
- ¡Pero eso cambia todo! Hola, me llamo Sarah, soy la mejor
amiga de Kelly. – se acercó a él y posó dos besos sobre sus mejillas, así, sin
más. ¿Es qué a caso está loca?
- Oh, emmm...Yo soy Harry.
- ¡Lo sé! No para de repetir tu nombre. – en ese momento me
sentí como un tomate.
- ¡Eso no es cierto!
- Sssssh, tú calla. Déjame a mí. – Me mordí el labio y me
callé, tenía miedo de ella - ¿Cuándo es que quieres tener una cita con ella?
- Ah, bueno, pues no sé....
- ¿Tienes algo que hacer mañana?
- No.
- Perfecto, ella tampoco. Así que mañana es toda tuya.
- ¡¿Qué?! – chillé, y ella rápidamente tapó mi boca con sus
manos.
- ¿Qué tal a las cinco? En...pues no sé donde.
- ¿En dónde nos conocimos?
- ¡Pues claro! Ahora nos tenemos que ir, pero te prometo que
allí estará. Encantada de conocerte, Harry.
Empezó a empujarme hacia la salida del centro comercial,
mientras yo intentaba zafarme de sus brazos, hasta que lo conseguí y la paré en
medio de la calle.
- ¡¿Se puede saber qué acabas de hacer?!
- Se llama favor, y se dan las gracias por ello, no se
chilla.
- No pienso ir.
- Oh, claro que lo harás.