martes, 1 de mayo de 2012

Capítulo 5.


- Pensaba que sería yo quien escogería la peli. – me quejé caminando ya por la sala del cine hasta nuestros asientos con un cargamento de palomitas y dos vasos grandes de Coca-Cola.
- Es que me apetecía ver esta película muchísimo. – suspiré al encontrar por fin nuestros asientos.
- Ya da igual.

Me recosté en el asiento y la sala se inundó de oscuridad dejando solo la luz de la pantalla y el proyector. 
Empezaron los anuncios, creo que esos diez minutos fueron los más emocionantes, ya que la película fue el tostón que me imaginaba. 

Yo no quería ver una película de amor. ¿Para qué? Esas historias eran ridículas, todas, no había ninguna que se escapara. ¿Cómo la gente se puede creer o emocionar tan fácilmente con una historia que tiene más fantasía que una película de Harry Potter? El chico o la chica ideal no llega así como así y te enamoras. No tiene sentido, para nada. Me resulta más creíble una historia de Disney donde los animales hablan.

Me desvío de mis críticas y veo a mi mejor amiga, a la cual ya le saltan las lágrimas. Rodé los ojos y los dirigí por todos los asientos. Esto estaba prácticamente vacío, a excepción de dos parejas situadas en distintos sitios, pero lo menos que hacían era admirar esa sarta de mentiras en tamaño gigante. Que va, ellos estaban ocupados en ser ventosas humanas. 

Y esa era toda la gente que habí....¿Qué hace un chico solo en el cine viendo una peli de amor? Estaba recostado en el asiento de la misma forma que yo, creo que tampoco le gusta esto. Pero él está solo, no está aquí arrastrado por su amiga adicta a las historias donde ‘chico conoce a chica y chico y chica son felices para siempre’. Si yo fuera él, escaparía. Lo que me hace preguntarme porque no es el caso, ¿por qué no escapas?

No puedo dejar de mirarlo, es increíble pero ese chico me provoca hacerme más preguntas que un test de actitud. Solo levanta la mano para coger palomitas o beber de su refresco mientras observa la pantalla, yo hago lo mismo, pero mi pantalla son sus hombros y sus rizos a contraluz.

Es tan extraño...Podría levantarme e ir a hablar con él, total, Sarah ni se daría cuenta, está absorta. Pero sería algo acosador ‘Hola no te conozco de nada, ni siquiera se como es tu cara, pero no puedo parar de mirarte. ¿Por qué? Pues no lo sé.’ Exacto, no lo sabía y por eso quería acercarme a él.

- ¿Kelly? – escuché la voz de mi amiga, lejana, y entrecortada. Entonces desperté de mi trance. – Hey, ¿estás ahí?
- ¿Eh? Oh, si.
- Ya ha acabado la película. – se limpió algunas lágrimas con los puños de su chaqueta. Pero mi reacción fue girar la cabeza hacia donde había estado fija hacía un rato. No estaba.  No estaba allí.
- No está. – me encontré nerviosa conmigo misma.
- ¿Quién no está? – la miré con expresión extraña, como si me resultara raro que no supiera de quien hablaba, como si fuera tan obvio. Pero no, ella no lo sabía.
- El chico, estaba ahí sentado. Se ha ido.
- ¿Qué chico, Kelly? ¿De qué hablas?
- Yo...Nada. – me resigné. - ¿Nos vamos? – me levanté ignorando lo ocurrido.
- Claro. – salimos de allí. - ¿Me vas a explicar lo que te pasó ahí dentro?
- No me pasó nada, ya sabes que a veces me mudo a otros mundos.
- Bueno...- no estaba convencida, pero no la culpo, yo tampoco lo estaría. - ¿Te gustó la película? Es tan bonita, no podía parar de llorar. Que suerte tuvo la protagonista.
- Si, fue genial...

Entonces pasó, esos eran sus hombros, y sus rizos, sin duda alguna, los observé durante más de media hora. Era ese chico.

- ¡Es él! – Sarah miró hacia mi dedo que estaba señalándolo. Mi impulso fue caminar rápido hacia él  para tocarlo y que se diera la vuelta.
- ¿Qué? – No. No. No.
- ¡Eres tú! – dijimos a la vez.
- ¡Princesa! – se dibujó en su cara una sonrisa de oreja a oreja. La mía se esfumó.
- No puedes ser tú. – me negaba a mi misma admitir que era él.
- Pues claro que soy yo. No me puedo creer que nos hayamos encontrado.
- ¿Qué haces aquí?
- Venir a ver una película.
- Me estás volviendo a seguir. – la rabia acudió a mi.
- No.
- Si.
- No.
- Si.
- Tú viniste a mí.
- ¡Já! No.
- Puede que seas tú quien me sigue, ¿nunca pensaste en ello?
- Nunca, porque no es cierto. – no podíamos dejar de mirar fijo a los ojos del otro.
- Eh, eh. Haya paz. – Sarah se acercó y se puso en el medio, me miró, pero yo no apartaba la vista de Harry, así que ella la dirigió también hacia él. -  ¿Hola? – volvió a mirarme. - ¿Quién es? ¿Lo conoces?
- No.
- ¿Entonces por qué estás discutiendo con él?
- Porque me está persiguiendo, lleva haciéndolo desde que nos chocamos y nos confundimos de móvil. – Sarah sonrió.
- Espera, ¿él es el chico del que me has hablado?
- Con que le has hablado de mi ¿eh?
- ¡No! Bueno, si. Pero mal, le he dicho lo pesado que eres.
- Si aceptaras a tener una cita conmigo dejaría de ser tan pesado.
- ¡No voy a tener ninguna cita contigo!
- Parar, parar. A ver, ¿una cita? ¿Quieres tener una cita con ella?
- Ajá.
- ¡Pero eso cambia todo! Hola, me llamo Sarah, soy la mejor amiga de Kelly. – se acercó a él y posó dos besos sobre sus mejillas, así, sin más. ¿Es qué a caso está loca?
- Oh, emmm...Yo soy Harry.
- ¡Lo sé! No para de repetir tu nombre. – en ese momento me sentí como un  tomate.
- ¡Eso no es cierto!
- Sssssh, tú calla. Déjame a mí. – Me mordí el labio y me callé, tenía miedo de ella - ¿Cuándo es que quieres tener una cita con ella?
- Ah, bueno, pues no sé....
- ¿Tienes algo que hacer mañana?
- No.
- Perfecto, ella tampoco. Así que mañana es toda tuya.
- ¡¿Qué?! – chillé, y ella rápidamente tapó mi boca con sus manos.
- ¿Qué tal a las cinco? En...pues no sé donde.
- ¿En dónde nos conocimos?
- ¡Pues claro! Ahora nos tenemos que ir, pero te prometo que allí estará. Encantada de conocerte, Harry.

Empezó a empujarme hacia la salida del centro comercial, mientras yo intentaba zafarme de sus brazos, hasta que lo conseguí y la paré en medio de la calle.

- ¡¿Se puede saber qué acabas de hacer?!
- Se llama favor, y se dan las gracias por ello, no se chilla.
- No pienso ir.
- Oh, claro que lo harás.