miércoles, 3 de julio de 2013

Capítulo 28.

Dos días habían pasado ya desde que los chicos se habían ido. Desde que Harry se había ido. Y lo extrañaba como si hubieran sido dos años.

Nuestra relación se había fortalecido días atrás haciendo que me fuera imposible no echar de menos el estar con él a cada momento.

Estos dos días los había comenzado siempre con un mensaje de buenos días por su parte, me llamaba después de comer y hablábamos durante media hora para dejarme el resto de la tarde libre para poder ocuparme de todo lo correspondiente con mis estudios, hasta que llegaba la noche y por fin podía verlo, a través de una conexión Wi-Fi y con una mala calidad, pero podía ver su sonrisa, y eso era lo importante.

Tanto tiempo sin sus caricias, sus abrazos, sus besos…Todo esto me estaba pasando factura. Lo que daría simplemente por un pequeño roce, solo uno…

- Si sigues dándole vueltas con tu pajita de esa manera al batido, se desbordará y tendrás que sorberlo de la mesa, algo que resultaría gracioso y asqueroso a la vez. Pero creo que paso de tener una mejor amiga medio gato. – Levanté la vista hacia mi amiga y detuve el movimiento que estaba ejerciendo sobre mi batido de vainilla con nata montada, ahora derretida.
- Lo siento.
- Pensabas en Harry, ¿o me equivoco?
- No. – suspiré. Sarah me regaló una sonrisa de ánimo.
- Yo también extraño a mi dulce irlandés, más de lo que pensaba que podría hacerlo. Jamás he tenido un sentimiento tan fuerte hacia un chico, es extraño.
- Niall te quiere. Me encanta ver la felicidad en sus ojos cuando toma tu mano. – Sarah sonrió, una sonrisa de esas que solo tienes cuando estás enamorada, aunque no creo que ella se hubiera dado cuenta de ello.
- Yo también lo quiero. Cuando estamos con más gente a nuestro alrededor es tan, pero tan tímido a cualquier afecto, pero en cambio, cuando estamos a solas es todo lo contrario. Es adorable. – de nuevo esa sonrisa, esta vez teñida por el leve color que se asomaba en sus mejillas. Sarah sonrojada por un chico, vaya, eso era algo nuevo.
- ¡Hola chicas! Siento llegar tarde, mi madre decidió que era un buen momento para ponerse a barrer la casa entera. Estoy deseando independizarme de una vez.

Taylor se sentó en una silla al lado de Sarah y pidió un batido de chocolate cuando se acercó la camarera del bar. Taylor tenía una año más que nosotras y llevaba bastante tiempo ahorrando para poder costearse un piso en Londres.

- ¿De qué hablabais? – preguntó la morena.
- Del amor…Que por cierto, ¿qué tal la cosa con Zayn? – Sarah se inclinó sobre su brazo para poder tener una vista completa de Taylor.
- Pues desde aquel día que se presentó en mi casa y me pidió que fuera su novia oficialmente, la cosa no hace nada más que mejorar. Vamos, no puedo negar que desde que empecé a tener un lío con Zayn deseaba poder estar en la situación que estamos ahora. – me alegré tanto al escuchar eso, Zayn merecía tener a alguien como Taylor, y Taylor le merecía a él. Estaba muy orgullosa de que Zayn por fin hubiera dado el paso.
- Oh, Tay, me alegro un montón por vosotros en serio.
- Hacéis una pareja estupenda. – comenté yo, dedicándole una sonrisa sincera.
- Hablando de parejas estupendas…No nos has contado nada sobre tu noche con Harry. – casi me atraganto con el poco líquido que había absorbido por mi pajita. Tosí estruendosamente.
- ¿Qué quieres saber? – evitaba mirar a los ojos de mi mejor amiga, o sabía que me empezarían a sudar las manos por lo nerviosa que ya estaba.
- ¿Qué hicisteis Harry y tú, eh? ¿Lo hiciste por fin? – abrí los ojos, atónita.
- ¡Sarah! – Taylor se río. - ¿Cómo te sentaría que te hiciera la misma pregunta en medio de un sitio público?
- Pues bien, Kelly no necesitas preguntarme algo así, y lo sabes. Y doy por asumido que Taylor está en la misma situación que yo. – ésta asintió.

Sabía perfectamente a lo que se refería Sarah, ella era muy abierta para contarme todo sobre sus “noches de  pasión” con Niall, información que no necesitaba saber, pero que para Sarah era lo más fascinante e importante que podía contarme. Niall, por supuesto, no había sido el primer chico con el que había estado Sarah, pero si por el que más se interesó jamás. Y la relación de Taylor y Zayn se había basado exactamente en solo esas noches antes de que Zayn por fin se decidiera a hacerla su chica.

Pero yo nunca había hecho nada con nadie, algo por lo que Sarah se preocupaba día a día.

- ¿Y bien? – insistió de nuevo ella.
-  ¿Y bien qué? – volví a intentar evitar el tema.
- ¡Qué nos cuentes que pasó!
 - ¡No pasó nada! – levanté un poco la voz, sintiendo las miradas de los clientes de las otras mesas sobre mí, pero me daba igual.
- ¿Cómo nada? Pero… ¿Nada, nada? – negué con la cabeza algo tímida. - ¿Por qué él no quiso o porque tú no quisiste?
- Porque no era el momento y ya está. Solamente dormimos juntos y ya.
- Oh, Kelly, normal que extrañes tanto a Harry, te dejé todo perfectamente bien amañado para que se diera la situación y no supiste aprovechar la oportunidad. – Sarah negó con la cabeza.
- Puede que no estuviera preparada, es algo normal. No puedes forzar esa clase de cosas, y lo sabes. – Salió Taylor en mi defensa. Susurré un “gracias” a lo que ella me respondió con una sonrisa.
- Bueno, vale, tienes razón…Pero es que llevaba tanto tiempo esperando el momento en el que por fin Kelly…- no la dejé acabar.
- Lo siento, pero tengo que irme ya, quedé con Harry para hablar a las diez, son las ocho y media y aun tengo que cenar y ducharme. – miré el reloj de mi muñeca impacientemente.
- Adiós, guapa. – Taylor me  abrazó.
- Adiós, Kelly. – me abrazó Sarah también, se acercó a mi oído para susurrarme. – Tú y yo vamos a tener que tener una larga charla.
- Yo también te quiero. – sonreí sarcástica a mi amiga y salí del local.

Empecé a caminar por las calles londinenses, mezclándome entre la gente e intentando borrar toda la conversación  anterior de mi cabeza. El tiempo había refrescado, y tuve que agarrar fuerte contra mi cuerpo la fina chaqueta vaquera que llevaba puesta.

- ¡Kelly! – me giré, buscando a la persona que me había llamado. Dos niñas, de unos once años se acercaron a mí con una sonrisa.
- ¿Me llamasteis? – Ellas asintieron y vi como sacaban una cámara.
- ¿Podemos sacarnos una foto contigo? – me quedé un poco extrañada al principio, luego me fijé en que una de las niñas llevaba una camiseta de One Direction y todo encajó.
- Oh, por supuesto. – me puse en el medio de ellas dos y sonreí a la cámara sujeta por la niña que había pedido la foto.
- ¿Podemos pedirte algo más? – asentí, me transmitían una ternura enorme. - ¿Puedes decirle a los chicos que son increíbles y que los queremos?
- Claro, se alegrarán de oírlo.
- Muchas gracias por la foto. – se despidieron con la mano y se fueron caminando con una gran felicidad en sus caras.

Después de cenar con mi hermana y mi madre y de darles las buenas noches subí a ducharme, una ducha rápida ya que tenía quince minutos para que dieran las diez.  Al salir me puse un pantalón de pijama largo y una camiseta vieja que me quedaba bastante grande.

Me tiré en cama, poniendo el ordenador delante de mía y levanté la tapa. La sesión en Skype ya estaba abierta, y Harry también estaba conectado, ni dos segundos tuve que esperar para que se escuchara el tono de llamada.

- Hola preciosa. – dijo nada más contestar. Por su postura, supuse que estaría contra la cabecera de la cama, apoyando el portátil sobre sus piernas.
- Hola precioso. – respondí con el mismo adjetivo que él me había otorgado
- ¿Qué tal tu día?
- Bien…he salido con Sarah y Taylor a tomar un batido después de dos horas en la biblioteca. – sonreí amargamente, no me apetecía hablar de mí. - ¿Y tú?
- Dos entrevistas y una sesión fotográfica, ya sabes, aburrido. – suspiró, se le notaba muy cansado y eso me preocupaba.
- ¿Estás bien? – ladeé la cabeza, sintiendo las gotitas de agua procedentes de mi pelo caer sobre mis manos.
- Considerando que estoy algo exhausto y que solo me apetece abrazar y besar a mi novia que está a kilómetros de aquí, no, no estoy bien. – desvié la mirada hacia el teclado. - ¿Y tú, muy estresada con los exámenes?
- No, los exámenes los llevo bien. Lo que no llevo bien es el que estés tan lejos de mí.
- Estás muy sexy en pijama, ¿te lo había dicho alguna vez? – y ahí estaba el Harry que tanto me gustaba, el que conseguía arrancarme cada una de mis sonrisas, pasara lo que pasara.
- ¿Te había dicho alguna vez lo idiota que eres?
- Mmmh…Lo cierto es que un par de veces, creo que va siendo hora de que hagamos algo con esa visión que tienes de mí.
- ¿Qué es lo que sugieres hacer?
- Besarnos, pero eso ahora es casi imposible. Podría sacarme la camiseta, seguro que admirando mi hermoso cuerpo se te olvida que piensas que soy idiota.
- ¡Ese ego!
- A mi ego le gustaría comerte la boca ahora mismo. – me sonrojé, ¿cómo no hacerlo?
- Oh, Harry, para.
- En realidad, mi ego tiene una larga lista de lo que le gustaría hacerte.
- ¿Vas a parar o vas a seguir diciendo idioteces sin sentido?
- Decir idioteces sin sentido es lo que mejor se me da, no me quites eso. – fingió estar dolido.
- Te echo mucho de menos. – miré directamente a la cámara, el equivalente a mirarle a los ojos en ese instantes.
- Y yo a ti, cariño. Pero ahora quiero que hagas una cosa por mí, ¿está bien? – asentí. – Te vas a poner unas zapatillas, porque seguro que estás descalza y no quiero que te me pongas malita y luego vas a bajar a abrir la puerta de tu casa. – fruncí el ceño.
- ¿De qué va esto, Harry?
- Haz lo que te pido,  por favor. Yo no me moveré de aquí, lo prometo.

Me puse las zapatillas y le dirigí una mirada curiosa antes de abrir la puerta de mi habitación y bajar las escaleras hasta quedar enfrente de la puerta de casa. Tomé aire antes de de agarrar el pomo de la puerta y abrirla.

Me quedé anonada cuando vi a un chico morenito y joven sosteniendo una cajita, tan grande como un diccionario. ¿Qué hacía ese chico en mi casa a estas horas?

- ¿Kelly Lodge?
- Soy yo.
- Esto es para usted. – me tendió la cajita de color marrón. – Buenas noches.

Cerré la puerta y me quedé un rato examinando la caja entre mis manos, luego volví a la habitación y cerré la puerta tras de mí.

-  Harry, ¿me puedes explicar qué se supone que es ésto? – dije al volver a ponerme frente la cámara, esta vez sentada con las piernas cruzadas sobre la cama.
- Solo ábrelo. – le fulminé con la mirada, a lo que él me respondió con una seña con la cabeza para que abriera la caja.

Con cuidado saqué el adhesivo que mantenía la caja cerrada, y levanté todas las solapas de cartón para encontrarme con un montón de bombones esparcidos por toda la extensión del rectángulo.

- ¿Bombones? – levanté una ceja hacia él.
- Busca más en el interior.

Metí mi mano entre el montón de chocolate en envoltorios rojos y palpé un rectángulo muy fino de papel, lo saqué y lo sujeté entre mis dos manos. No podía creérmelo. Era imposible.

- ¿Harry…esto es…?
- Tu regalo de cumpleaños. – mi cumpleaños sería el sábado, hoy era jueves.

Volví a leer lo que en letra muy negra ponía en el papel:

LONDRES – LOS ÁNGELES.


- No puedo esperar más para tenerte entre mis brazos. - dijo Harry.










Es algo corto, i know. Pero dado que Harry y Kelly están separados me era imposible escribir un súper capítulo. 

Gracias por vuestros maravillosos comentarios, os quiero <3

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