jueves, 29 de agosto de 2013

Capítulo 33.

Todo había pasado demasiado rápido desde que Harry y yo por fin nos reconciliamos.

Él se había quedado conmigo todo lo que restaba del día, después de que hubiera insistido en que debía volver a Los Ángeles con los chicos. Consiguió un avión para el día siguiente, aunque él no estaba demasiado contento con eso irse, y me lo había dejado bien claro durante toda la noche. Mantuvo mi cuerpo bajo sus brazos, sin dejar que me moviera lo más mínimo. Odié sentir el miedo que él tenía a perderme, miedo que yo ocasioné. Pero sus besos hicieron que consiguiera olvidarme de todo.

Después de que hubieran cumplido el mes y medio que iban a estar en Los Ángeles, los chicos regresaron.

Pero no estuvieron por demasiado tiempo. One Direction había aumentado notablemente su fama y empezaron a viajar más a menudo a los Estados Unidos, haciendo que la menor parte del tiempo la pasaran en Londres.

Yo también estaba bastante ocupada, ya que a medida que avanzaban los meses, se aproximaban más y más los exámenes finales. Lo que ocupaban prácticamente todo mi tiempo.

Pero pensar que ahora estábamos a escasos días del fin de curso hacía que me esforzara todavía más por mantener mi cabeza concentrada en los estudios. Ya solo me quedaba un examen más y los que ya había hecho me habían salido bastante bien, pero era incapaz de evitar sentirme nerviosa respecto a las notas. Quería que me admitieran en una buena universidad, y para ello necesitaba una nota alta.



Bajé a la cocina vestida con el pantalón de chándal viejo y una sudadera, ropa que me había puesto esa mañana nada más levantarme y ducharme. No me había molestado en arreglarme lo más mínimo, ya que tenía pensado quedarme a estudiar todo el día.

Mi madre había llevado a Emily al entrenamiento después de comer y ella fue, por lo que había conseguido entender ya que estaba distraída contestando a un mensaje de Harry, a casa de la abuela. Sabía que mamá había decidido pasar el día fuera para que yo tuviera más espacio y tranquilidad para estudiar, pero estar tantas horas sin mantener una conversación real con alguien estaba volviéndome loca.

Abrí la nevera y saqué el zumo de naranja y un yogurt natural. Tomé un cuenco y vertí el contenido del yogurt para luego esparcir cereales encima. Empecé a remover con una cuchara mientras que con la otra mano me echaba un poco de zumo en el vaso. Metí una cucharada de yogurt en la boca mientras mi mente, descentrada totalmente de las letras de la revista que tenía delante, empezaba a vagar por pequeños recuerdos de las últimas semanas.


La punta de mi pie estaba tocando repetidamente el suelo mientras mordisqueaba el lápiz que sostenida entre dos dedos. Llevaba más de quince minutos sin poder pasar de la primera frase de la página del libro de Historia. No era capaz de escuchar otra cosa que no fuera el crujido que sufría cada patatilla que Harry se metía en la boca.

Él estaba sentado en mi cama comiendo mientras yo estudiaba en el escritorio. Había aparecido en casa por sorpresa suplicándome que dejara que se quedara, prometiendo un absoluto silencio. Yo, ingenua, acepté ya que los chicos estarían solo ese día en Londres y no había pasado tiempo con Harry desde hacía más de una semana.

Empecé a contar las mecánicas acciones de Harry, acciones que había memorizado:

                               1)      Estira el brazo.
                               2)      Mete la mano en la grasienta bolsa de patatillas.
                               3)      Saca una.
                               4)      Se la lleva a la boca.
                               5)      Mastica.

Justo antes de que la cuenta volviera a empezar desde el punto número uno dejé el lápiz en la mesa y me giré irritada hacia él.

- ¡Para, para ahora mismo! – Harry, que ya tenía la mano dentro de la bolsa de nuevo, mientras la otra estaba sujetando su móvil, me miró sin entender que estaba pasando.
- ¿Qué?
- ¡Oh, tú sabes el qué!
- Kelly, créeme que no tengo ni idea de lo qué estás hablando. – mordió la patatilla y fue la gota que colmó el vaso. Me levanté de la silla y fui hacia él, retirando la bolsa de su vista. - ¡Eh, estaba comiendo eso!
- ¡Dijiste que no harías ruido!
- ¡Y no he dicho ni mu en todo este rato!
- ¿Es qué no eres consciente de lo ruidoso y molesto que eres al comer? ¡No he podido ni memorizar una palabra desde que abriste esta maldita bolsa!

Era consciente de mi respiración agitada y de que probablemente mis mejillas estaban teñidas de rojo, pero me daba igual. Estaba enfadada con él, muy enfadada.

Harry se incorporó, ya que se encontraba ocupando todo el largo de mi cama, y se sentó sin quitarme la vista de encima. Se limpió la mano con la que había estado comiendo a los vaqueros y apagó el móvil.

- Ven aquí.

Abrió los brazos y sus hoyuelos aparecieron en escena. Dejé caer los hombros al sentir su mirada cálida y dejé la bolsa a un lado para sentarme en su regazo y esconder mi cara en el hueco de su cuello. Sus manos se envolvieron alrededor de mi cintura.

- Lo siento. – susurró en mi oído. – No sabía que estaba haciendo tanto ruido. Solo pretendía pasar un rato a tu lado. Te he extrañado.

Suspiré contra su cuello y sentí como toda la irritación de antes se desvanecía con las caricias por mi espalda. Dejé un beso en su clavícula, la garganta, el mentón, la mejilla…

- Uff…Cariño, como sigas por ese camino me veré obligado a hacer que olvides todo lo que has estado estudiando durante estos días. – mordí el lóbulo de su oreja despacio y me separé para mirarle a los ojos. Escuché como dejaba escapar un gemido a modo de protesta. – Eh, ¿por qué has parado?
- No quiero olvidarme de nada, porque me mataría esto de haber pasado tanto tiempo lejos de ti  para nada.
- Ummmh…puede que tengas razón. – dejó un pequeño beso en mis labios.
- Yo también te extrañé. – subí mi mano hasta alcanzar los rizos de la nuca y comencé a jugar distraída con ellos. Harry se relajo bajo mi tacto.
- Estoy deseando que acabes los exámenes.
- Yo deseo que dejes de irte del país cada dos por tres. – sus ojos se abrieron impregnados de dolor y mordí mi labio. – Perdón, no quería decir eso…Sé que es tu trabajo, es solo que a veces…
- ¿A veces qué? – me alentó.
- A veces desearía que solo fuéramos tú y yo. Harry y Kelly. Ni fans, ni paparazzis, ni estudios, ni nada que nos separe al uno del otro. – apoyé la cabeza contra su pecho y lo abracé fuerte. – Es egoísta pensar de ese modo, pero no puedo evitarlo…- ahora era él quien jugaba con mi pelo.
- Yo siento lo mismo que tú, y me encantaría poder ser la persona normal con la que mereces una vida feliz…- alertada por el intenso mensaje oculto de sus palabras, me separé, sujetando su cara entre mis manos.
- Escúchame bien, Harry Styles. Soy feliz contigo y no quiero a nadie normal porque lo normal está sobrevalorado y no quiero a otra persona intentando hacerme feliz. No quiero a nadie que no seas tú. Así que si vas a seguir diciendo cosas estúpidas mejor cállate y sácame el estrés a besos, por favor.

Su cara brilló con esa dulce y única sonrisa, atrapando mis labios y eliminando la poca distancia que nos separaba.


Estaba tan embobada en mis pensamientos que no escuché el timbre la primera y la segunda vez que sonó, pero si la tercera. Caminé hacia la puerta intentando arreglar la coleta desecha que tenía, apartando los pelos de mi cara.

El timbre sonó de nuevo.

- ¡Ya voy!

¿Quién sería? Eran casi las siete de la tarde y mamá y Emily no llegarían hasta las siete y media.

Abrí la puerta y lo primero que vi fue un enorme ramo de rosas blancas, mis favoritas.

- ¿Puedo pasar? – Harry apareció con una sonrisa detrás del ramo. Me aparté para que entrara y cerré la puerta detrás de él. – Esto es para ti. – cogí las flores, notando su peso sobre mis brazos.
- Voy a ponerlas en agua.

Fui hacia la cocina, sacando un jarrón de uno de los cajones bajo la encimera, lo llené de agua en el fregadero y coloqué las rosas con cuidado, arreglándolas para que lucieran mejor antes de ponerlas en la encimera.

- Gracias. – me volví hacia Harry.
- De nada. – su sonrisa me llenó por completo.
- ¿Qué haces aquí? – apoyé el peso sobre el otro pie sin moverme del sitio.
- He venido a hacerte una pequeña visita, te echaba de menos. – abrió sus brazos para mi, y no dudé un segundo antes de rodear su cintura, reposando mi cabeza sobre su pecho.
- Te vi ayer. – susurré, ya que con lo cerca que estábamos no necesitaba hablar más alto para que pudiera escucharme.
- Solo fueron cinco minutos después de haber llegado a Londres, desde aquella no he sabido nada de ti.
- Estuvimos hablando a la hora de comer, tonto.
- Pero no es lo mismo. – besó mi cabeza.
- Eso es cierto.

Froté mi mejilla contra su pecho antes de levantar la cara para mirarle. En el segundo en que nuestros ojos se encontraron, sentí esa chispa de electricidad recorrer mi cuerpo, esa chispa tan familiar cuando él estaba a mi lado.

Inclinó la cabeza hacia abajo y besó mi nariz, antes de colocarme en frente de él. Llevó su mano hacia mi mejilla, la cual acarició hasta seguir el camino de mi mandíbula para luego fundir nuestros labios en un dulce beso, que duró lo suficiente para que pudiera saborearlo al máximo. Mis manos se enredaron en sus sedosos rizos, regalando pequeñas caricias a su cuello con ayuda de mis pulgares.

- ¿Qué tal el estudio? – se separó de mi y recogió el cuenco con yogurt y cereales que había dejado sin terminar, pero él se estaba encargando de que quedara completamente limpio.
- Aburrido. Ya me lo sé todo y ahora solo estaba repasando. Bajé a comer algo porque me desesperaba estar encerrada en mi habitación tanto tiempo. – Harry me puso mala cara. - ¿Qué pasa?
- Si solo estabas repasando, ¿por qué no me llamaste? Llevo toda la tarde asqueado viendo como Louis y Eleanor se meten mano en mi sofá. – me reí ante su pequeño enfado.
- Pensaba que estarías más ocupado, lo siento. – Harry dejó el cuenco vacío en el fregadero y se acercó de nuevo a mí, rodeándome con los brazos.
- ¿Qué tal si me ocupas ahora? – levantó una ceja acompañada del rastro de una sonrisa pícara.
- Así que vienes a mi casa, me traes un ramo de rosas y luego me pides que te ocupe en algo.
- Es un buen resumen de lo ocurrido en los últimos minutos, sí. Y no quiero que me ocupes en algo sin más, quiero que me ocupes en algo concreto.
- ¿Podría ser más claro, señor Styles?
- Por supuesto, señorita Lodge.  – bajó sus labios a mi oído. – Me estaba refiriendo…- besó la parte baja de mi oreja. -…a…- mordisqueó la piel sobre mi clavícula para luego dejar un beso húmedo en ese mismo sitio. -…este tipo de…- atrapó mis labios en un beso lento, cuando intentó separarse de mi tiré de su labio inferior. -…algo.

Entonces me acordé de un tema del cual tenía que hablar con él. Lo separé, sintiendo como lo dejaba con las ganas de más.

- Tenía que mencionarte algo.
- ¿Algo? – sonrió. Le di un pequeño puñetazo en el hombro.
- No de ese tipo.
- ¿Entonces? – empezó a caminar hasta el sofá del salón y se dejó caer en él, indicándome con la cabeza que me sentara a su lado. Algo que hice encantada.
- Sarah y yo llevamos mucho tiempo soñando con irnos de viaje juntas nada más acabar el último año de instituto y….
- No. – fruncí el ceño, levantando la cabeza para mirarlo mejor.
- ¿Qué quieres decir con ese no?
- Pues que no os vais a ir a ningún sitio porque tanto tú como ella tenéis planes más que hechos.
- ¿De qué estás hablando, Harry?
- Cuando acabéis las clases, Sarah se irá de viaje con Niall. – besó mi nariz. – Y tú te vendrás conmigo.
- ¿Se puede saber cuándo Sarah o yo hemos aceptado ese “plan”?
- Bueno, creo que Niall se lo habrá contado hace una hora y yo te lo estoy diciendo ahora. ¿Es qué no vas a aceptar? Estoy seguro de que tu amiga si lo ha hecho.
- ¿A dónde piensas llevarme? – junté mis cejas.
- Eso es un secreto. – la enorme sonrisa de satisfacción que tenía en la cara me indicó que se estaba burlando de mí.
- No voy a aceptar si no me dices a donde piensas llevarme.
- Bien, entonces te llevaré a la fuerza.
- No serás capaz. – me crucé de brazos.
- ¿Ah, no? ¿Quieres ver una pequeña demostración de lo que soy capaz?

Me cogió y tiró mi cuerpo encima de su hombro, empezando a subir las escaleras conmigo dando golpes contra su espalda para que me soltara, pero él no cedía.

- ¡Harry, bájame!
- No. Has dicho que no sería capaz, y voy a hacer que te retractes, bebé.


Cerró la puerta de mi habitación con una patada leve y me tiró sobre la cama, con él encima de mí. El eterno camino de sus besos empezaba a nublarme la mente y sabía que no tardaría en ceder a todo lo que él me pidiera. 










Sé que dije que no subiría hasta septiembre pero me estaba muriendo con las ganas que tenía de escribir, así que hoy he mandado los estudios un poco a la mierda antes de que me explotara la cabeza, además, echaba de menos vuestros comentarios bonitos :c

Siento si no es un capítulo tan bueno, bc escribí todo muy deprisa en un ataque repentino y no pensaba con claridad. ¡Pero he subido capítulo antes de lo esperado!

Deciros que os quiero mucho, mucho, mucho. Y que después de este capítulo probablemente si que vais a tener que esperar otro poquito más. 

Quedan 3-4 capítulos de esta novela solamente hbfgdjnsd. 

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viernes, 2 de agosto de 2013

Capítulo 32.

- ¿Cómo qué un amigo? – dije entre dientes, estaba jodidamente irritado y molesto. - ¿Qué amigo?

Cuando había terminado la exhibición, Sarah y yo habíamos ido a buscar a Kelly, pero no había rastro de ella por ninguna parte, algo que hizo que me preocupara hasta extremos irracionales. Conseguimos dar con Emily y le preguntamos si la había visto y nos contó que ella le dijera que saldría con Sarah y después de eso se fue del estadio. Sarah tuvo que mentir diciendo que no se preocupara, que simplemente se habían perdido la pista la una a la otra porque mucha gente la rodeaba esperando poder hablar con ella. Después de despedirnos de Emily salimos de allí y entramos en mi coche para poder tener algo de tranquilidad para poder pensar. Sarah había intentado llamar a Kelly, pero no consiguió que cogiera, y cuando todo parecía ser un déjà vu de el maldito peor día de mi vida cuando Kelly se marchó de mi lado sin explicación alguna, Sarah recibió un mensaje de Kelly donde le decía que había salido con un amigo.

- No lo sé, no lo dice. Pero…- Sarah calló un momento antes de seguir, mirando al frente por el cristal. - …No es que Kelly no tenga amigos, pero no se lleva lo suficientemente bien con ningún chico del instituto como para largarse  de fiesta con él, no lo hace ni conmigo…
- ¿Estás segura? ¿No tiene un mejor amigo o algo? – rezaba porque estuviera con alguien de confianza que cuidara de ella. Sarah negó.
- Yo soy su mejor amiga, y ningún chico tiene el papel masculino de mi título. No saldría con nadie al menos que fueras tú o alguno de los chicos. – dijo refiriéndose a mis cuatro mejores amigos que aún seguían en Los Ángeles, así que era prácticamente imposible que ella estuviera con alguno de ellos.
- Pero no está conmigo ni con ellos. – Sarah asintió.
- Harry, no es por alarmarte ni nada por el estilo pero…
- Piensas que se largó con un tío cualquiera, y que lo más probable es que lo hiciera por mi culpa, ¿verdad? – Sarah asintió, mordiéndose el labio. Podía ver la pena en sus ojos.

Tomé una gran bocanada de aire y la dejé salir lentamente antes de que sintiera a Sarah mirarme para hablar.

- Hay algo más…Kelly no bebe…
- Lo sé. – no entendía a donde quería llegar, así que fruncí el ceño.
- En el mensaje ponía que iba a tomar algo, y por lo que sabemos con un chico que no conoce…

La realidad me golpeó. Mis manos chocaron contra el volante y lo apreté hasta que mis nudillos se quedaron blancos por toda la fuerza aplicada.

Sarah me dirigió una mirada alarmada, sabiendo que había caído en la cuenta de lo que ella pensaba. Mi dulce e inocente Kelly podía estar siendo manoseada por un tío cualquiera aprovechándose del alcohol que seguramente él le hubo obligado a consumir.

- Sarah, tengo que encontrarla. No quiero que nadie la toque sin que ella sea consciente. – ni aunque lo fuera. Simplemente no podía hacerme a la idea de otro hombre pasando las manos por su suave piel, otro hombre que no sea yo.
- Ya, pero no coge el móvil ni contesta a los mensajes. ¿Piensas revisar uno por unos todos los clubs en Londres?
- Si es necesario, si. No voy a dejarla sola sabiendo que alguien puede estar propasándose con ella, Sarah. – volvió a quedarse calla, pero en cuestión de segundos empezó a moverse para atrapar su móvil entre las manos y teclear ágilmente. - ¿Qué demonios haces?
- Hace un año, en una excursión con el instituto, fuimos de acampada. Kelly y yo nos separamos del grupo y no sé como acabamos separándonos la una de la otra también. Yo localicé a la clase pero tuvimos que ir a por ella con un equipo de guardabosques. Después de eso, ella y yo nos descargamos una aplicación GPS, para que en caso de perdernos usarla para rastrear nuestros móviles hasta saber nuestra posición. – ella había seguido deslizando sus dedos rápidamente por la pantalla mientras contaba la historia, paró después de un rato y puso la pantalla delante de mi cara. – Ese punto rojo es Kelly.

Mis ojos se abrieron de golpe. Conocía el lugar, estaba algo lejos, pero podría llegar enseguida si cogía un par de atajos. Abracé a Sarah, cogiéndola por sorpresa, pero es que necesitaba demostrarle de alguna manera lo muchísimo que había salvado mi vida. Si no fuera por ella sabía que jamás me perdonaría a mi mismo el haber dejado a Kelly vagar sola por ahí con un tío, y peor aún, bebida.

- Sé donde es. Gracias, Sarah.
- No las des. – sonrió. – Es mi mejor amiga, y tú uno de los mejores amigos de mi novio, haría cualquier cosa tanto por ti como por ella.
- Kelly tiene suerte de tenerte, y lo mismo digo de Niall.
- Lo sé. – Sarah hizo un movimiento con la mano, dándose aires. Me hizo reír. - ¿Por qué no arrancas de una vez? ¡Tienes una chica a la que recuperar!
- ¿Te dejo en casa? – Sarah abrió la puerta a su lado y cuando salió se apoyó sobre la ventanilla abierta.
- Cojo un taxi, es mejor que vayas directamente a por ella. Pero mándame un mensaje para que sepa que está bien, por favor.
- Claro.


K

No estaba siendo muy consciente de lo que había hecho durante la hora y media que llevaba dentro del local. Hacía un buen rato que Evan decidió desaparecer con su novia, la cual había llegado un poco después de nosotros, apenas recordaba su nombre ni las últimas palabras que Evan pronunciara antes de coger de la cintura a la chica y alejarse entre la multitud.

Yo estaba sentada en la barra todavía, con un vaso prácticamente vacío delante de mía. Solo me limitaba a jugar con la pajita de color rojo, dando vueltas al resto de los cubitos de hielo que quedaban sin derretirse.

- Hola guapa. – sentí un cuerpo sentarse a mi lado. Olía tanto a alcohol que hacía que tuviera arcadas. Aunque supuse que yo debería oler algo parecido a eso.
- Hola. – mi voz sonó más risueña de lo que pretendía. Esto no iba a ayudar a que se alejara de mí. Lo vi sonreír.
- ¿Puedo invitarte a una copa? – iba a hablar cuando, con solo un gesto hizo que el camarero pusiera dos vasos delante nuestra con un líquido transparente que parecía agua, aunque sabía que agua era lo que menos se le asemejaba.
- Creo que ya he bebido demasiado. – susurré.
- Una copa más no te hará daño, nena. – y deslizó el vaso más cerca de mí.


H

Conduje como un loco, sin entender como había conseguido llegar hasta el local sin ser detenido por la policía.

Me apeé del coche y fui hasta la puerta. Me saqué el gorro y lo metí en el bolsillo de mi abrigo. El segurata rápidamente me reconoció y me dejó pasar. Ojalá hubiera sido así de fácil en la exhibición. Suspiré.

Empecé a caminar entre la gente. Escruté con la mirada a la multitud pero no reconocí la cara de Kelly entre esas personas, hasta que mi cabeza se giró, quedando enfrente de la barra, pude distinguir su melena cayendo por su espalda. Pero eso no fue lo único que vi. Un tío estaba prácticamente encima de ella, con su asquerosa boca pegada a su oreja. Apreté los puños y avancé deprisa hasta ellos.

- ¡Mantén tus asquerosas manos lejos de ella! – gruñí. El tío levantó la vista, encontrándose con mis ojos cargados de ira.
- Tranquilo, tío. Ni que fueras su dueño.
- Soy su dueño. Ella es mía. – escupía odio con cada palabra. – Así que lárgate y vete a la mierda. – levanté el mentón, indicándole que se perdiera. Farfulló por lo bajo antes de desaparecer.

Dejé mis puños relajarse cuando se esfumó de mi vista. Me di cuenta de que estaba a apenas unos centímetros de Kelly. Después de tanto tiempo sin verla, y ella simplemente estaba allí, sin mirar a ningún lado.

- ¿Kelly? – me senté en el sitió que ocupó el tío de antes. Ella levantó la cabeza hacia mí, mechones rebeldes cayéndole por el rostro. Como anhelaba sus ojos...y sus labios…Bajé la vista hasta ellos, queriendo comerla a besos en ese mismo instante.
- ¿Harry? – su voz salió entre una pequeña risa.
- ¿Estás bien? ¿Te ha tocado? ¿Te ha hecho daño? – me atreví a alzar una mano y meter el pelo tras su oreja, quedándome más tiempo del debido con los dedos allí.
- ¿Quién? Oh… ¿El chico de antes? – se rió de nuevo, parecía una niña pequeña. – Solo me invitó a una copa. Olía raro. – arrugó su nariz y quise besarla allí.
- Kelly, tenemos que irnos.

Me levanté y la tomé del brazo para que ella también lo hiciera, pero se quedó de pie, quieta a mitad del camino. Me giré y la vi mover sus caderas al ritmo de la música. Jamás la había visto así antes. El vestido que llevaba le quedaba de infarto, algo muy normal en ella, pues todo le sentaba bien. Cerraba los ojos mientras pasaba una mano por su pelo. Luego los abrió de golpe y se colgó de mi cuello, sin dejar de moverse.

- Kelly. – solté su nombre en un gemido. Estaba rozando todo su cuerpo contra el mío. Mierda, era demasiado caliente. Puse las manos en sus caderas, intentando separarla de mí. – Nos vamos. Ahora. – Ella dejó salir su labio inferior en un puchero.
- Quiero bailar, desde que llegué solo he estado sentada y aburrida en la barra.
- Estás ebria, Kelly. – ella solo río y escondió su cabeza en el hueco de mi cuello, haciendo que algo dentro de mi temblara.

Sentí como recostaba su cabeza en mi hombro, relajando su cuerpo. Aproveché eso para cogerla y dejarla caer sobre mi espalda mientras la sostenía bien para que no se cayera. Apenas se resistió, algo que agradecía. La llevé hasta el coche, el cual abrí y la metí dentro. Aseguré su cinturón y puse el seguro antes de rodear el vehículo y ponerme al volante. Puse de nuevo el seguro.

- ¿Tienes miedo de que me escape? – no paraba de reírse entre dientes. Hacía que pareciera más adorable de lo que normalmente era, pero saber que estaba así por culpa del alcohol me apenaba.

No contesté a su pregunta, pero lo cierto es que si tenía miedo de que se escapara. Una vez más.

Conduje en silencio hasta casa, dedicándole miradas de soslayo de vez en cuando para asegurarme de que estaba bien. Pero todas las veces que había mirado, ella seguía con la cabeza contra el cristal y con sus ojos cerrados, respirando pausadamente.

Aparqué el coche y metí las llaves dentro del bolsillo de mis pantalones antes de ir hacia la puerta de Kelly y abrirla.

- ¿Kelly? – ella seguía con sus párpados caídos, su cabeza recostada en el asiento.
- Mmmmhh. – sonreí.
- Agárrate a mi cuello, ¿vale? Voy a llevarte dentro.

Desabroché su cinturón, retirándolo de ella y pasé uno de mis brazos por debajo de sus rodillas y otro por la parte baja de su espalda. Ella pasó las manos por mi cuello, agarrándose allí. Cerré la puerta dándole un empujón con la cadera y caminé hasta casa con Kelly en brazos.

Al entrar no me detuve y seguí hasta la habitación, sosteniéndola bien fuerte con miedo a su caída. Abrí la puerta de mi cuarto y la dejé en el suelo. Se tambaleó un poco, así que puse mis manos en sus caderas, aportándole el equilibro que necesitaba.

Sacudió los tacones fuera de sus pies mientras se sujetaba a mis brazos y luego me miró a los ojos durante unos segundos. Antes de que me diera tiempo a reaccionar, Kelly estaba corriendo hacia el baño, donde cayó de rodillas frente al váter y dejó que la gran cantidad de alcohol ingerida durante la noche saliera de su cuerpo.

Me acerqué y recogí su pelo para que no se manchara. Con la mano libre proporcioné caricias alrededor de su espalda, intentando calmar el malestar. Aunque sabía por propia experiencia que eso no hacía efecto alguno, pero necesitaba darle algún tipo de consuelo.

Cuando decidió que tenía las suficientes fuerzas como para levantarse le ayudé a hacerlo. Cogí una toalla y la humedecí un poco para pasarla por su nuca y por sus brazos mientras ella se lavaba los dientes. Me dejó el acceso a su cuello libre para que la refrescara con la toalla, y me sorprendió que estuviera dando total libertad para que la ayudara. Al parecer, ese era el aspecto que tenía cuando estaba borracha: una pequeña niña traviesa y a la vez bastante sumisa.

Pasé una mano por su cintura, llevándola de nuevo a la habitación.

- ¿Cómo estás? – no podía mantener mis manos lejos de su cara, proporcionando pequeñas caricias con mis pulgares sobre sus mejillas.
- Me encuentro algo…mareada.
- ¿Quieres acostarte? – ella asintió levemente.
- Pero quiero sacarme el vestido, es muy incómodo. – hizo una mueca mirando hacia la tela que formaba la prenda que vestía.

Empezó a intentar llegar a la cremallera de atrás, pero la detuve para que me dejara hacerlo a mí. Aparté su melena dejando que cayera sobre su hombro y deslicé la cremallera hasta que llegó al final. Dejé escapar un ligero suspiro de alivio cuando vislumbré el sujetador negro que llevaba, ya que me había fijado en que en sus hombros solo existían las tiras del vestido y de verdad temía que no estuviera usando sujetador, porque entonces no sé si habría podido contenerme delante de ella.

Ayudé a que deslizara el vestido por su cuerpo, cayendo a sus pies, los cuales levantó para apartarlo de ella. Lo recogí y lo dejé en la silla. Cuando me giré tuve que morderme el labio. Kelly estaba plantada allí de pie, con solo su ropa interior y yo no podía dejar de mirar su precioso cuerpo. Quería tumbarla sobre la cama y besar cada zona, sin dejar que alguna parte de su piel quedara sin ser cubierta por el rastro de mis besos.

Pero sabía que no podía, aunque ella me habría permitido hacer cualquier cosa estando en ese estado. No me iba a aprovechar de ella, diablos, eso era lo último que se me pasaría por la cabeza. Yo deseaba cuidarla, hacerla sentir bien, feliz y querida.

Kelly pasó los brazos alrededor de su cuerpo al darse cuenta de que no apartaba la vista. Agité mi cabeza y me saque el abrigo y el jersey para quitarme la camiseta negra y ayudarla a que la pasara por su cabeza.

- Levanta los brazos. – dije en un tono suave.

Ella obedeció sin rechistar. Mi camiseta cayó por su cuerpo, cubriéndola. La tela llegaba hasta la mitad de su muslo. Joder, se veía demasiado bien con mi ropa puesta. Sentí el calor concentrarse en esa zona de mi cuerpo. Necesitaba salir de allí antes de que lo notara y se alejara de mí.

- Voy a buscarte un vaso de agua, ¿vale? – ella solo asintió. Sus ojos estaban algo rojos al igual que sus mejillas, aunque se notaba que el alcohol estaba desvaneciéndose poco a poco porque la noté algo más reacia a mí, y eso era justo lo que yo  no quería. – Quédate aquí.

Cerré la puerta detrás de mía y bajé las escaleras hasta la cocina. Tomé dos vasos de la lacena y luego saqué la jarra de agua de la nevera. Vertí agua en los dos, y le di un trago a uno de los vasos, acabándolo en cuestión de segundos. Apoyé mis manos sobre la encimera y respiré hondo.

Cogí el otro vaso de agua y subí las escaleras de nuevo, ahora más calmado. Cuando abrí la puerta y no la encontré, mi corazón se saltó un latido, pero escuché como se movía en la cama. Dejé escapar el aire de mis pulmones. Me acerqué a la cama y dejé el vaso en la mesilla.

- ¿Kelly? – no contestó, se había quedado dormida.

Levanté sus piernas, sin fijarme demasiado en que mi camiseta se había subido hasta su cintura. Con una mano tiré de las mantas hacia abajo para depositar el cuerpo de Kelly debajo de ellas. La cubrí hasta los hombros, ya que al tocarla había notado lo fría que estaba. Todo habría sido más fácil si simplemente me deslizara en la cama con ella y la abrazara contra mi cuerpo. Resignado, besé su frente, dejando mis labios allí durante unos largos segundos  antes de alejarme y salir de la habitación.

Fui hasta el cuarto de Louis y dejé mi peso caer sobre el colchón. Me encontraba terriblemente cansado y mi cuerpo no  tardó en sucumbir al espeso sueño.








K

Abrí los ojos y me incorporé de golpe al sentir que no estaba ni en mi cama ni en mi habitación.

Me arrepentí en el mismo segundo que lo hice, ya que una punzada de dolor atravesó mi cabeza. Junté mis rodillas y apoyé mi frente en ellas con las manos en mis oídos. Dios, dolía.

Tomé un par de respiraciones antes de inspeccionar el lugar, el cual reconocí casi al instante, solamente con darme cuenta del olor tan agradable y familiar que me envolvía. Eché un vistazo a mi cuerpo. ¡Solo llevaba puesta su camiseta! Yo no recordaba eso…Ni siquiera recordaba haberme desvestido…No…

Mi cabeza hizo conocimiento de que seguramente él fuera el que había colocado la camiseta sobre mi cuerpo, me había visto en ropa interior y ni siquiera podía recordarlo.

La luz que se colaba por la ventana era muy tenue, así que no me hizo falta ver el reloj en la mesilla para saber que era bastante temprano. Pero no iba a volver a dormir, ya era mucha tortura llevar su camiseta impregnada en su aroma para recostarme sobre la almohada y anhelar el calor de su cuerpo. Tampoco iba a levantarme, porque si lo hacía estaba segura de que caería redonda al suelo. Así que simplemente me quedé allí, rodeando mis rodillas con los brazos e intentando hacer memoria del último recuerdo presente en mi mente.

Recodaba haber ido a un club acompañada de Evan y que había tomado el primer chupito de mi vida, el que había hecho rasgar mi garganta con su sabor fuerte. Después de eso no sabía exactamente la cantidad de alcohol que había ingerido, pero debido a las lagunas en mi memoria, diría que fue bastante abundante.

Después de eso solo tenía pequeñas imágenes de lo sucedido durante mi noche: Un tipo con su cuerpo demasiado cerca del mío. La voz de Harry retumbar en mis oídos. Sus brazos sosteniéndome. Caricias. Palabras suaves y dos esferas color esmeralda cargadas de preocupación, cariño y temor.

¿Temor? ¿De qué podría tener miedo?

La puerta de la habitación se abrió de repente y yo tiré de las mantas hacia mí, intentando protegerme. ¿Por qué estaba haciendo eso? El jamás me haría daño. Aunque lo había hecho…

- Kelly. – dijo con voz ronca, apostaba a que hacía muy poco que se había levantado.

Me di cuenta de su pelo húmedo y de que tan solo llevaba una toalla blanca alrededor de su cintura. Entró en la habitación, quedándose muy cerca de la puerta, mientras me examinaba con la mirada, pensando muy bien sus próximas acciones.

- Pensaba que aún dormías. Lo siento si te he despertado.
- Ya estaba despierta desde hace un rato. – se quedó callado durante un momento, clavando sus ojos en mí.
- Mmmh…Bueno, venía a buscar algo de ropa.

Asentí lentamente y dejé que fuera a su armario donde recogió un par de prendas antes de girarse de nuevo.

- Puedes darte una ducha si lo necesitas.
- Gracias. – me limité a decir.
- Uhm, bueno…voy a cambiarme.

Cuando salió de la habitación solté todo el aire que había estado conteniendo. Tener que haber soportado observar como las gotas caían hacia abajo por su abdomen no fue nada fácil. Se veía como siempre, como el Harry que tanto quería.

Me gruñí a mí misma, regañándome. Lo había querido, ya no lo quería.

La mentira dolió más que la constante presión en mi cabeza por la resaca. ¿A quién quería engañar? No iba a ser fácil dejar de quererlo, ni siquiera sabía si podría dejar de hacerlo.

Decidí intentar levantarme, solamente para apartar los pensamientos de mi cabeza. Encontré mi equilibrio gracias a los muebles y la pared y caminé hasta el baño. Cerré la puerta con llave y abrí la villa.

Me saqué la camiseta de Harry, aspirando el olor y extrañándola en el mismo momento que no la sentí sobre mi cuerpo. La dejé cuidadosamente sobre la encimera donde se encontraba el lavabo. Luego quité mi ropa interior y me metí bajo el agua.

La ducha fue corta gracias al miedo a caerme por culpa de mis piernas que parecían gelatina, no paraba de tambalearme. Me coloqué la toalla bajo mis brazos, bien segura, mientras salía del baño. Cuando quise darme cuenta de que no tenía nada que ponerme mi mirada se dirigió a la cama donde había una sudadera de color lila de Jack Wills, unos pantalones cortos de de porte negros y unos bóxers del mismo color. Me sonrojé al instante.

Cierto que yo no quería volver a ponerme la ropa interior de ayer, pero no había pensado en que iba a acabar utilizando sus calzoncillos. Agarré la ropa y me metí de nuevo el baño.

Me puse el sujetador y los bóxers antes de deslizar la ropa de Harry por mi cuerpo. ¿Por qué todo tenía que oler a él? Arreglé mi pelo en una coleta, sujetándola con una goma que encontré en uno de los cajones del baño.

Abrí la puerta y mis pies se chocaron con unas suaves zapatillas. ¿Tenía que ser tan atento? Estaba haciendo que todo resultara más difícil. Me puse las zapatillas, que, por supuesto, me iban grandes y bajé las escaleras.

Puse un pie en la cocina, encontrándome con Harry de espaldas. Estaba vistiendo unos vaqueros y una camiseta blanca. Me fijé en que sus pies estaban descalzos sobre el suelo.

- Mmmh…Oh, Hola. – dijo cuando se dio la vuelta, percatándose de mi presencia allí.
- Hola…
- He hecho algo para desayunar.

Señaló la barra de la cocina. Me senté en uno de los taburetes y tiré de las mangas de la sudadera hacia atrás, ya que llegaba más allá de mis dedos.

- Lo siento, te queda algo grande, ¿no? Era lo que mejor te iba a quedar de mi armario, es de hace un tiempo, cuando era más bajito. – sonreí de lado, amargamente. Esto era algo incómodo.
- Está bien, gracias por la ropa. – me sonrojé un poco sobre el conocimiento de yo usando su ropa interior. – Creo que debería devolverte las zapatillas, te vas a enfriar.
- No. – sacudió su cabeza, despeinando sus rizos. Quise pasar mis manos por ellos para ponerlos en su lugar correcto, pero él lo hizo antes. – Estoy bien, la mayoría del tiempo estoy descalzo por casa. Solo me acordé de que tenía las zapatillas y las puse allí para ti. Por cierto, toma. – dejó una pastilla y un vaso de agua a mi lado. – Para el dolor de cabeza. – explicó. Yo cogí la pastilla y la puse en mi boca para tragarla con un sorbo de agua.
- Gracias. – el sonrió, dejando caer los hombros.
- Creo que estaría bien que comieras algo. Ayer no cenaste y vomitaste simplemente todo el alcohol.

Una imagen de él sujetando mi pelo en el baño me asaltó, ¿por qué había hecho eso?

Harry puso un pequeño cuenco verde delante de mía, estaba repleto de pequeños trozos de diferentes frutas. El cogió otro cuenco igual y después deslizó en el medio de nosotros dos un plato con tostadas francesas. Todo tenía una pinta terriblemente deliciosa y a mí me sonaban las tripas, así que tuve que coger el pequeño tenedor para llevar la fruta a mi boca.

Acabé con mi cuenco y me dispuse a tomar dos de las ricas tostadas francesas que él había preparado, odiaba admitirlo, pero él sabía cocinar. Y muy bien.

Tomé otro trago de agua, acabando con todo el líquido en mi vaso.

- ¿Te ha gustado? – me di cuenta de que Harry tenía la vista en mí, apenas había tocado su desayuno.
- Estaba…mmmmh…realmente delicioso.
- Me alegro. – tenía que dejar de sonreír, hacía que me pusiera enferma. Claro que, si por enferma me refería a volverme totalmente loca con las estúpidas mariposas en mi estómago.

El móvil de Harry sonó en el bolsillo de su pantalón. Lo sacó y miró el identificador de llamadas, luego me hizo un gesto de disculpa y salió a jardín para hablar.

Me serví otro vaso de agua. Tenía una sed enorme e incapaz de ser saciada, era algo frustrante.

De repente me di cuenta de lo que estaba haciendo. ¡Dios, Kelly, has estado desayunando tan tranquilamente enfrente del chico que te engañó!

El fastidioso dolor en mi estómago volvió. Me levanté, tenía que salir de esa casa. Iba a subir las escaleras para ir a por mi móvil y pedirle a Sarah que viniera a buscarme cuando escuché su voz tras de mí.

- ¿A dónde vas? – me giré frunciendo el ceño, sin saber que contestar.
- A llamar a mi madre. Debe estar loca intentando localizarme. – Harry negó con la cabeza.
- Piensa que estás durmiendo en casa de Sarah, y que como sus padres no están en casa no sabes a qué hora volverás. Está todo bien, no vas a meterte en un lío o algo así, si es lo que te preocupa. – lo que me preocupaba era estar tan cerca de él.
- Bueno, pues será mejor que llame a Sarah para que venga a por mí. No quiero mentir a mi madre. – volví a poner rumbo a las escaleras pero sentí mi brazo ser prisionero. Me di la vuelta.
- Kelly, no vas a irte. Tengo que hablar contigo. – su mirada era firme pero se podía notar el mismo temor en sus ojos que antes había logrado recordar.
- No tienes nada que hablar conmigo, Harry. – intenté soltar su agarre, pero, por supuesto, el no me lo permitió.
- Si. Tienes que escucharme, por favor.

Esto realmente comenzaba a cansarme. ¿De que quería hablar? ¿A caso iba a mirarme a la cara y decirme lo que ya sabía? Me solté de golpe y lo encaré.

- No, Harry. ¿Qué vas a decir? ¿Qué me dejas por qué simplemente has estado jugando conmigo? ¿Qué todas las veces que me mirabas a los ojos y decías que me querías era simplemente mentira? ¿Qué me has estado engañando durante todo este tiempo, dejando que jodidamente me enamorara de ti? ¿Por qué? ¡En serio que no logro entenderlo! No podías solamente dejarme en paz, ¡no! Tenías que ser un puto capullo conmigo. Yo…Yo…- no tenía más fuerzas. Estaba llorando a todo pulmón y dolía. - ¡Yo solo quiero que salgas de mi cabeza! – susurré a gritos, y fue un susurro porque la voz se me cortaba.

No iba a ser capaz de mantenerme por mucho más tiempo de pie mientras lloraba desconsoladamente, y lo sabía. Justo cuando notaba mi mundo tambalearse, unos brazos se envolvieron alrededor de mi cintura, manteniéndome sujeta a la Tierra y sujeta a mi misma. Con sus manos hizo que mis brazos lo envolvieran a él también. Bajó su cabeza, haciéndome cosquillas con su pelo y sus labios tocaron mi cuello, haciendo que me estremeciera, pero no hizo nada, solo los mantuvo ahí, cerrados. Me abrazaba tan fuerte que todo el frío que pudiera tener ser desvanecía completamente. Sentí algo húmedo en mi cuello, pero no era porque me estuviera besando, pues seguía con la misma posición de antes. Estaba llorando. ¡No, no! Eso era algo que no podía soportar, saber que Harry estaba allí, sollozando mientras apretaba nuestros cuerpos en un abrazo, era algo para lo que no me encontraba preparada, y sabía que jamás podría estarlo. Se suponía que él era el fuerte el que conseguía solucionar cualquier cosa. Notaba como temblaba, haciendo que yo temblara también, ya que su cuerpo estaba enredado al mío.

Intenté apartarme, quería mirarlo a los ojos y aportarle cualquier consuelo que necesitara. Me había pasado con él. Había ido por mí al club salvándome de acabar en a saber cual cama, me sostuvo cuando vomité en el baño y me metió en cama más tarde. Se ocupó de que tuviera ropa con la que poder cambiarme, mantuvo mis pies calientes dejando los suyos fríos. Me dio una pastilla para que pudiera encontrar algo de alivio a mi dolor de cabeza y preparó un maldito y perfecto desayuno sabiendo que lo necesitaba.

Harry no permitía que me separara un milímetro de él, me era imposible acceder a su rostro, enterrando en el hueco de mi cuello. Dejé que siguiera abrazándome, si eso era lo único que necesitaba, entonces se lo concedería. Era lo mínimo que podía hacer.

- Kelly, no ha pasado nada entre Caroline y yo. – me estremecí cuando mencionó su nombre, él lo notó, aferrándome más fuerte. Quise hablar pero no sabía que decir, de todos modos el continuó con la voz rota. – Cuando rompí  lo que en realidad nunca tuve con Caroline todo parecía ir bien, pero nada más salir las primeras fotos e información sobre nuestro noviazgo empezó a llamarme y a mandar mensajes, suplicando que quedáramos para poder hablar. Yo nunca contesté a nada. Cuando llegamos a Los Ángeles y me enteré de que ella también estaba allí, decidí acabar con todo de una vez. Así que fui a su hotel y le exigí que me dejara en paz, que estaba contigo y que no quería que se pusiera en contacto conmigo nunca más. Después de eso salí de su hotel y no recibí ninguna llamada más. No te lo conté porque no quería despertar fantasmas del pasado, se había acabado todo cuando tú y yo empezamos a salir, no quería que nada de eso molestara nuestra relación, ya tenías suficiente con la prensa. Sé que debí decírtelo, lo sé y lo siento. Cuando me dejaste en Los Ángeles me volví loco, pensaba que me habías estado engallando, que solo estabas conmigo por interés. ¡Pensé tantas cosas horribles! Cuando me enteré por fin de la verdad cogí inmediatamente un avión, dejando a los chicos y todo lo referente a la banda allá y vine a por ti. Estuve en tu exhibición Kelly, pude ver todas las expresiones de dolor en tu rostro. Yo tuve la culpa de ello, te hice daño. Y lo siento, lo siento tantísimo. Te quiero, no quiero que me dejes. No quiero perderte.

Me costó asimilar la nueva y dolorosa información revelada. Apenas me había dado cuenta del hecho de que él estaba en Londres y no en Los Ángeles. Había venido a por mí, ¿podía ser más perfecto? Creí lo que me contó, creí cada una de sus palabras, confiaba en él. Y supe que eso debería haberlo pensado antes de haber ocasionado todo esto. La culpa no habido sido de él en absoluto, todo era culpa mía.

No sabía que decirle porque no era capaz de pensar una forma de hacerle saber lo muchísimo que lamentaba todo lo ocurrido. Solo aproveché cuando el soltó mi cuerpo y llevé mis manos hasta su cara para atrapar sus dulces labios en un beso. Saboreé sus lágrimas mezcladas con las mías.


- Te quiero. – susurré contra sus labios. – Te quiero mucho. 












¡11 páginas de Word! Y en muy poco tiempo. 

En serio que aún estoy en shock conmigo misma, jamás había escrito tan pronto después de haber subido hace nada, y por encima un capítulo tan largo. 

Creo que es porque llevaba un tiempo con todo este capítulo ya planeado de sobra y todas las noches me quedaba pensando en él y dándole vueltas. Solo necesitaba sacarlo de mi cabeza y estar tranquila. Que alivio. 

Personalmente, este capítulo me ha gustado bastante respecto a todos los ya escritos. ¿Qué os ha parecido a vosotras? :3

Por cierto, he echado cuentas y creo que aproximadamente quedan unos 4-5 capítulos para que GOOMH acabe, creo que no va a pasar de los 5, pero idk. 

Bueno, eso es todo. Muchísimas gracias por comentar y por leer. ¡Os amo! <3

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