lunes, 20 de agosto de 2012

Capítulo 14.


- Holaaa, ya estamos aquí. – dijo Eleanor al abrir la puerta.

La seguí a lo largo del pasillo sin apartar la vista del suelo. Me sentía tan extraña después de todo lo que me dijo.

¿Me gusta Harry? Pero si es el idiota que llevó mi iPhone...

Y ahora estaba en casa de ese idiota. Y había salido a comer con él dos veces, y en la última vez estuvimos a punto de besarnos dos veces. Dos intentos fallidos. Los cuales deseé que no lo fueran, que hubiera acertado.

Pero no fue así. Y ahora tengo el mayor dilema de mi vida.

- ¿Kelly? – levanté la vista y me encontré con Louis pasando una mano delante de mi cara. - ¿Estás bien? Tienes la mirada perdida.
- Estoy...bien...
- Voy a subir a cambiarme. – anunció Eleanor y desapareció escaleras arriba.
- Ven, siéntate. – me senté en sofá al lado de Louis. – Harry se está duchando, baja en un rato. No esperáramos que vinierais tan pronto.
- Estábamos cansadas. – no miraba a ningún punto fijo.
- Kelly...
- Qué. – le dediqué una sonrisa indiferente.
- ¿Qué pasó? Puedes hablar conmigo.
- Nada...
- ¿Es algo relacionado con vuestro día de compras? ¿Te molestó algo de Eleanor? – frunció el ceño.
- ¡¿Qué?! ¡No, no! Eleanor es fantástica.
- Lo sé. – se le dibujó una sonrisa en la cara. Y se sembró el silencio. – Me gustas, quiero decir, me caes bien. Muchísimo mejor que la vieja.
- ¿Cómo? – no entendía de que hablaba.
- ¿La abuelita del cuento de Hansel y Gretel? Pues esa.
- Louis, ¿de qué hablas?
-  Tú no serás una arrugada ¿verdad? No, claro que no. Tú eres normal, uff, que alivio. No sabes la alegría que me das. Temía que la historia se volviera a repetir. Tenía hasta pesadillas y todo. Era espantoso, no te imaginas como he sufrido. Su cara venía a mi cabeza. Aaaaaggg, es asquerosa. Bicho.
- ¿Louis?
- ¡Kelly! – me di la vuelta y pude ver por encima del respaldo del sofá a un Harry mojado. A un Harry cubierto simplemente por una toalla rodeando su cintura.
- Ha-Harry...- sentí el color en mis mejillas. Quería dejar de mirar como las gotitas de agua caían desde sus rizos empapados creando una carrera por sus abdominales.
- ¡Harry, sube a vestirte ahora mismo! – le exigió Louis. Él se limitó a bajar su vista por su cuerpo y luego mirarme.
- Perdón...No sabía que habías llegado, ya bajo ahora. – y se fue.
- Se te caía la baba. – giré la cabeza incrédula hacia Louis, el cual se empezó a reír a carcajadas. – Tranquila, si yo entiendo que mi chico sea completamente irresistible. – sonrió.
- ¿De qué habláis? – apareció Eleanor con un pijama puesto y se sentó entre las piernas de Louis, este le rodeó con sus brazos apoyando la cabeza en su cuello.
- De chicos. – rió por lo bajo y Eleanor le pegó en la pierna.
- Deja a Kelly en paz eh. – le advirtió. – O te las verás conmigo.
- ¿Ah si? ¿Qué me vas a hacer? – se quedaron mirando fijamente y eso me produjo una incomodidad terrible. Sobraba allí.
- Ya estoy. – Mi héroe. Harry se puso enfrente de nosotros, iba vestido con un pantalón marrón y una camiseta blanca. Mi cabeza pensó que eso último le sobraba. Yo pensé que debería callar a mi cabeza. - ¿Qué pasa?
- Eleanor me amenaza. – Louis juntó su nariz con la de ella y besó su mejilla, para abrazarla luego. Harry negó con la cabeza y me miró con una sonrisa en la cara.
- ¿Qué tal el día? – se sentó a mi lado, mi pierna rozaba la suya.
- Bien. – intenté sonreír a pesar de los nervios acumulados.
- He renovado algo el vestuario de Kelly. – dijo Eleanor. Louis aprovechó la sonrisa que le había salido y le robó un beso.
- ¿Quieres quedarte a cenar? – me dijo Harry.
- Lo siento, no puedo. Mi madre me dijo que no llegara tarde. – de verdad, si quería quedarme, a pesar de lo realmente incómoda que me sentía.
- Bueno...- frunció el ceño. - ¿Llamo a Paul para que nos venga a buscar?
- Por favor. – y le dediqué una sonrisa. Harry se levantó para ir a llamar.
- ¿Te vas ya? – me preguntó el Eleanor, asentí. – Pues entonces toma. – me dio mis zapatos. Ya ni me acordaba de que llevaba los suyos puestos. Los cogí y me los cambié.
- Paul ya viene, ¿vamos fuera?
- Si. – salí del sofá. – Adiós Louis, adiós Ele. – me sonrió.

Salimos de la casa y sentí una inmensa ola de alivio recorrer mi cuerpo. Haber salido de ese aura de amor que habían creado Eleanor y Louis, fue como un regalo.

- ¿Te sientes mejor, eh? – susurró Harry sentándose en el mismo escalón donde nos habíamos quedado a hablar en nuestra primera “cita”. Sonreí ante ese recuerdo. – A veces me cuesta tanto aguantarlo. Me alegro muchísimo por ellos y todas esas cosas, pero no sé...siento que sobro. – se río por lo bajo.

En ese momento escuchamos como el coche aparcaba en la calle. Nos levantamos y fuimos hacia el coche. Harry me abrió la puerta y me dejó entrar no sin regalarme una de esas sonrisas donde sus blancos y perfectos dientes salían a relucir acompañados de los hoyuelos más bonitos del mundo.

Íbamos en silencio. Como siempre. Pero no como todas las veces, en esta ocasión nuestros hombros se rozaban, no había espacio alguno. Y lo mejor de todo, no me incomodaba lo más mínimo, al contrario.

Ya llevábamos bastante camino recorrido cuando sentimos como el coche se levantaba ligeramente para luego caer de golpe.

- ¿Qué pasó? – dije algo alarmada.
- Creo que hemos pinchado. Voy a ver. – Paul salió fuera y Harry bajó la ventanilla para asomarse.
- ¿Qué tal?
- No tengo rueda de repuesto. Creo que habrá que llamar a la grúa, tardarán en llegar.
- Genial. – suspiré. – Harry, me voy a pie. No estamos tan lejos, tengo que llegar a casa si no quiero quedarme castigada para el resto de la eternidad.
- Mmmm...Voy contigo. – iba a decirle que no hacía falta, que sabía llegar, pero me calló. – Voy contigo. No pienso dejarte ir sola, es prácticamente de noche, ¿y si te pasara algo? No puedo ni imaginármelo. Así que, te acompaño. Digas lo que digas. – sonreí al saber que se preocupaba por mi y asentí con la cabeza dejando que me acompañara. Abrió la puerta y me tendió una mano para ayudarme a bajar. – Paul, vuelvo ahora, voy a acompañarla. Su casa no está demasiado lejos de aquí. Vuelvo en nada.
- Está bien, pero tened cuidado.
- Lo tendremos.

Empezamos a caminar, cogidos de la mano. Sus dedos agarraban los míos de una forma tremendamente delicada, y me sorprendí al notar como mi pequeña mano encajaba perfectamente con la suya. Como si su única misión en este mundo fueran estar unidas.

Se puede decir que hacía algo de fresco, ya que se estaba haciendo de noche a medida que avanzábamos un paso más. Pero no tenía ni el más mínimo frío. ¿Cómo tenerlo a su lado?

No podía dejar de observarlo. Él en cambio no despegaba la mirada del frente. Las luces de las farolas chocaban contra su rostro dejándome disfrutar de su mirada firme. Y busqué, busqué algún signo de imperfección en su cara, más no lo encontré.

- Llegamos. – me vi sacada de golpe de mis pensamientos al escuchar su voz ronca. -¿Estás bien?
- Claro.
- Venga, te acompaño hasta la puerta. – avanzamos hasta el porche de mi casa y nos quedamos ahí quietos. Yo no quería entrar aun, era lo que menos me apetecía en esos instantes.

A Harry le gustas, Kelly.” – las palabras de Eleanor chocaron contra mi cabeza bruscamente. - “A ti también te gusta.”- No.

¿O si?

Cada vez se acercaba más y más a mí. No hacía nada para evitarlo.

Subió su mano y retiró un mechón de pelo suelto, colocándolo cuidadosamente detrás de mi oreja. Bajó hasta mi mejilla y la acarició, para quedarse ahí, observándome.

¿Por qué tenía los ojos tan bonitos? ¿Por qué eran tan verdes? Como dos pequeñas piedras brillantes, cristalinas y deslumbrantes.

Y vaya si me deslumbraban. Me abrumaban. Me hacían perder completamente el sentido.

- ¿Sabes? Cuando te conocí no pensé en llegar a poder estar contigo así. En cambio, lo único que quiero ahora es besarte. – me quedé sin palabras.

¡¿Qué demonios?! Pues claro que me gusta. Me gusta muchísimo. Me encanta, joder.

- Hazlo. – las palabras me salían solas.
- ¿Qué?
- Bésame.

En su cara apareció una sonrisa pícara antes de acercar su rostro al mío cortando todo espacio libre posible. Miró mis labios y como un auto reflejo lamió los suyos. Se dejó deslizar suavemente hacia delante y cerró los ojos, yo también lo hice. Y sentí sus labios sobre los míos, un roce, un roce bastó para que una corriente atravesara mi cuerpo justo antes de que atrapara mis labios. Me besó, me besó despacio, como si fuera lo más delicado del mundo, como si me fuera a derretir y desaparecer en ese mismo instante.
Bajó sus manos hasta mi cintura y me pegó a él todavía más, lo cual creía ya imposible. Yo pasé mis brazos alrededor de su cuello justo cuando él aumentó la intensidad del beso por un momento, lo que me hizo atrapar sus rizos entre mis dedos.
Separó lentamente su boca de la mía y juntó nuestras frentes. Abrí los ojos lentamente y me topé con su mirada, brillaba más que nunca, era tan precioso. Junté de nuevo nuestros labios, solo por unos segundos y me volví a separar para ver como se le dibujaba una sonrisa tonta en los labios. Bajé mis manos de su cuello y lo separé de mi despacio.

- Tengo que entrar, Harry. – dije en un susurro, lo increíble era que pudiera hablar después de eso.
- No quieres. – tradujo lo que mi cabeza decía.
- Claro que no quiero. – sonrió. – Pero debo entrar ya.
- Está bien...Pero mañana te veo, si o si.
- No me voy a negar.
- En ese caso...me voy ya, Paul debe de estar desesperado. – se acercó a los peldaños del porche, pero en un movimiento fugaz se acercó a mi de nuevo, chocó su cuerpo con el mío con ayuda de sus brazos y me robó un beso, uno pequeñito. – Adiós, Kelly. – bajó las escaleras.
- Adiós, Harry.

Entré rápidamente en casa y me dejé deslizar por la puerta, cayendo en el suelo y me tomé un momento para sonreír y disfrutar del sabor de sus labios aun permanente en los míos.