lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 36. Final.

La lluvia chocaba contra la enorme cristalera que daba vista hacia la pista de aterrizaje del aeropuerto y una suave música ambiental sonaba de fondo, podía sentir la impaciencia crecer dentro de mí a cada minuto que el reloj dejaba pasar.

- ¡Ed, para! ¡Devuélveme mi muñeca! – levanté la vista y vi como Ed estaba subido sobre un alto con la princesa de plástico entre sus manos.
- ¡Sube aquí y te la doy!
- ¡No soy capaz de subir ahí!
- ¡Pues te quedas sin tu princesita!

Abrí los ojos al ver como intentaba subir el alto y me levanté inmediatamente de la silla para en un par de apuradas zancadas llegar hasta el lugar. Cogí a la pequeña en brazos antes de que se cayera.

- Susan, no puedes subir a sitios altos. – la regañé mirando a sus dulces ojos verdes. – Si te caes te harás daño, cariño. 
- Pero es que Ed no me da a mi muñeca…- sollozó acusando al precioso niño de rizos.
- Ed, devuélvele la muñeca a tu hermana, y baja de ahí. Ahora mismo. – él se limitó a bajar haciendo un pequeño puchero y luego levantó su brazo para que Susan pudiera coger a su preciada princesa.
- Solo quería jugar…- alegó él mientras miraba a sus pies. Sonreí al ver lo inocente que parecía, cuando en realidad era como un huracán por dentro.
- ¿Qué tal si te doy dinero y llevas a tu hermana contigo para comprar helado? – sus miradas se iluminaron al instante.
- ¡Si! Vamos, Susan. – Ed tendió su mano y ella se revolvió entre mis brazos para que la soltara y así poder coger la mano de su hermano.
- ¡Tened cuidado! – dije mientras los veía alejarse hacia el puesto de helados.


Me senté de nuevo y sonreí inconscientemente al recordar el día en el que supe que Ed existiría.


- Joder, Kelly. Ya es la tercera vez esta mañana que sales de clase para ir a vomitar al baño. Deberías ir al médico. – puse mis manos sobre el lavabo después de lavarme la cara y miré mi reflejo en el espejo. Daba verdadero miedo.
- Estoy bien Sarah…He debido de comer algo que me sentó mal…eso es todo.
- Lo que tú digas, pero me preocupas.
- Anda, vámonos.

Salimos de la universidad para ir a comer al Nando’s más cercano. No dije nada para no perturbar más a Sarah, pero apenas era capaz de sostenerme en pie. Mi cabeza no hacía otra cosa que dar vueltas y vueltas.

Nos sentamos en una mesa pegada a la ventana y poco tiempo después de pedir nuestra comida, la teníamos delante de nosotras.

- A ver, a ti te pasa algo. – levanté la mirada de mi hamburguesa para mirar a los ojos azules de mi mejor amiga. – Llevas diez minutos poniendo cara de asco a esa preciosa hamburguesa con doble de queso, tu favorita. 
- Es que no tengo hambre…- la verdad es que mis tripas decían lo contrario, pero cada vez que pensaba en la carne dentro de mi boca quería ir corriendo al baño.
- Esta mañana no desayunaste nada porque te quedaste dormida y casi no te da tiempo ni a llegar a primera hora, así que no me vengas con eso de que no tienes hambre. No cuela.
- Aggg…No sé lo que me pasa, eso es todo. – Sarah se quedó en silencio durante un buen rato y luego noté como me atravesaba con la mirada.
- Kelly…Mmmmmh… ¿Cuándo fue la última vez que…bueno, Harry y tú lo hicisteis? – fruncí el ceño sin entender bien a donde quería llegar con esto.
- No sé, supongo que la última vez que vinieron los chicos… ¿Hace tres semanas?
- Y…¿Usasteis protección?

Quise insultar a mi amiga en ese mismo instante por lo estúpido que era lo que estaba haciendo pero…tragué saliva y me obligué a recordar.

Antes de que él se fuera al aeropuerto…por la mañana temprano…

- ¡Joder! ¡No, mierda, mierda, mierda! – mis manos se deslizaban por mi pelo enloquecedoramente, había cogido ese habito de Harry.
- Kelly, tranquila.
- ¡¿Cómo quieres que esté tranquila?! ¡Puede que esté embarazada! – chillé y noté como todo el mundo se quedó mirándonos.
- Nos vamos. Ahora. Coge tus cosas.


Después de que Sarah se ofreciera a entrar en la farmacia por mí mientras esperaba en el coche, fuimos a mi piso. Bueno, el piso de Harry y mío.

Nada más llegar fui directa al baño, quería acabar con toda esta incertidumbre y el dolor en mi pecho.

- O sales ya o tiro la puerta abajo. ¡Me estoy muriendo de nervios!

Salí del baño con la prueba en las manos y miré a Sarah.

- ¿Y bien? – pidió saber.
- ¿Cómo demonios voy a decirle a Harry que estoy embarazada?
- ¡Oh, Kelly! – Sarah me abrazó efusivamente, aunque yo me veía incapaz de corresponder a ese abrazado, ¿es qué no miraba el gran problema? - ¡Voy a ser tía!
- Sarah…

Y en ese momento sonó mi teléfono. Lo saqué del bolsillo trasero de mi pantalón y leí el mensaje que acababa de llegarme:

“Sorpresa, nos han dejado irnos un día antes. Estaré en casa esta noche. Espérame despierta, por favor. Te quiero.”

- Te has quedado congelada, ¿qué sucede?
- Los chicos. Harry. Vuelve esta noche. – me dejé caer sobre la cama y hundí las manos en mi cara antes de empezar a sollozar.



- Ed, se te está derritiendo el helado. No te manches. – recogió las gotitas de chocolate del cucurucho deprisa, sin intención ninguna de que se le escapara nada de su helado.
- No quiero más. – Susan extendió su helado de nata hacia mí, era de tarrina y había dejado la mitad. Limpié su boca y terminé el resto por ella. - ¿Falta mucho para que papá llegue?
- No mucho, cielo. ¿Quieres recostarte un ratito? – se limitó a asentir y apoyar su cabeza en mi regazo, dejando sus piernas sobre el asiento contiguo. 
Comencé a deslizar los dedos por su melena de un castaño dorado y suave como el terciopelo.

Espero realmente que Harry no tarde en llegar.



Ojalá tarde en llegar.

No podía parar de dar vueltas por la habitación. Estaba completamente desesperada.

¿Cómo se supone que se debe dar una noticia así? ¿Y si no se lo tomaba bien? ¿Y si el no quiere esto ahora? ¿A caso yo lo quiero? Tengo solo veintiocho años y estoy a punto de acabar mi doctorado, creo que no es un momento bueno para que mi vida se convierta en la necesidad de un pequeño bebé, creo que no estoy preparada para que dependan de mí. 

Y Harry está fuera cada dos por tres: que si gira, que si disco, que si entrevistas, que si promociones…y yo apenas lo veo. ¿Pasaré de esperarlo sola a esperarlo acompañada de un bebé?

Bebé.

Paso la mano sobre mi vientre frente al espejo y al levantar la vista no me veo horrible, para mi sorpresa, estoy sonriendo y mis mejillas están algo rojas por el calor que siento que me recorre de arriba abajo. Puede que tanto vómito me haya provocado fiebre, o la fiebre me haya provocado los vómitos. O simplemente sea el hecho de que voy a tener un bebé lo que hace que me sienta tan revuelta.

Escucho las llaves en la puerta y el color de mis mejillas se esfuma de golpe.

No.

- ¡Kelly, estoy aquí!

No digo nada. Empiezo a mirar a todas partes. ¿Es qué pienso esconderme? No puedo esconderme. No. No. No. Esto no está pasando. Esto no…

- Kelly…

Ahí está, apoyado en el marco de la puerta con tres botones de la camisa desabrochados y el cabello alborotado. Tres semanas desde que lo vi por última vez. Oh, ¿cómo lo hace? ¿Cómo hace que todo mi cuerpo tiemble solo por su presencia?

- ¿Es qué no me vas a dar ni un beso de bienvenida? Te he extrañado. – Y yo a ti, no te haces una idea, pero…Pero ahora hay alguien dentro de mí y no sé como decírtelo y solo quiero que no te asustes, que todo vaya bien. – Oye, cariño. ¿Estás bien? Estás muy pálida.

Avanza hacia mi posición e intenta envolverme entre sus brazos, pero me aparto sin darme cuenta. Sus cejas se unen y una mueca aparece en sus preciosos labios rosas.

- ¿He hecho algo mal? – sus ojos se entristecen y mi corazón se rompe.
- ¿Qué? ¡No! No has hecho nada mal. – deja ir el largo suspiro que llevaba conteniendo y toma mis manos muy despacio, con miedo de que le vuelva a rechazar.
- ¿Entonces, qué es lo que pasa?
- Harry…Yo…- me dejó caer en la cama y vuelvo a sollozar como más temprano con Sarah.
- Dios, Kelly. – Tira de mí hacia su cuerpo y me abraza con fuerza.
- No quiero que cambie. No quiero que nada cambie.
- ¿Qué? ¿Qué es lo que va a cambiar, cariño?

Y de repente deja sus brazos caer fuera de mí y se levanta. Antes de que pueda hacer nada veo como coge la prueba de embarazo que había dejado sobre la mesilla.

- Es…Pero…Oh. – Se queda callado durante un rato y cuando hace contacto visual conmigo noto un par de lágrimas deslizarse por sus mejillas.
- Ha- No me da tiempo a terminar de hablar porque sus labios chocan contra los míos y nos hundimos en un beso profundo y desenfrenado. Después me separa y me da una mirada cargada de amor.
- Voy a ser padre.



- ¡Mamá, el avión! – despierto del ensoñamiento creado por los recuerdos y veo a mis dos preciosos hijos pegados al cristal observando atentos el aterrizaje del avión. Me levanto y me acerco a ellos.
- ¿Vamos a buscar a papá?
- ¡Sí! – gritan al unísono y empiezan a avanzar delante de mí dando pequeños saltos.

Llegamos a la zona de desembarque donde ya ha comenzado a salir algunas personas y me encuentro conmigo misma más ansiosa que Ed y Susan juntos. Hoy hace un mes desde que se fue ya que está arreglando los documentos de la nueva discográfica que va abrir junto a los chicos.

- ¡Papá!
- ¡Papi!

Mi cabeza se alza y veo a una figura más que familiar vestido con unos vaqueros negros y  una camisa de lino blanca. Sus rizos destacan sobre la multitud. Suelta la maleta que llevaba en la mano y se agacha para abrir los brazos y en cuestión de segundos veo como Ed y Susan se tiran a su cuello y él los alza consigo.

Me acerco despacio, permitiéndome disfrutar de la hermosa escena intentando contener las lágrimas.

- ¡Vaya si habéis crecido! Estás hecho un grandullón, me voy unos días y casi eres tan alto como yo. ¿Y tú, princesa, desde cuando tu madre te permite ser cada vez más preciosa? Voy a tener que apartar a mil niños de ti. – ellos se reían sin querer soltarse del agarre de su padre. – Hey, tengo que saludar a vuestra madre también. ¿Me dejáis?

Se resistieron un poco pero al final dejaron que Harry los pusiera de nuevo en el suelo y luego todo fue ese verde profundo. 

- Hola. – dijo, con esa sonrisa con hoyuelos, los mismos hoyuelos que tenían nuestros hijos.
- Hola. – y tiró de mi para besarme, sosteniendo mi rostro entre sus grandes manos.
- Un mes sin besarte es una completa tortura. Menos mal que ahora voy a poder disfrutarte al cien por cien. – sonreí tímida.
- ¡Papi, papi! – Susan estaba estirando los brazos para que la volviera a alzar y esos hizo.
- ¿Salimos a comer en familia? – preguntó mirándonos a todos.
- ¿Luego podemos ir al zoo? – dijo Ed cogiendo del asa la maleta de Harry a la vez que él lo hacía y comenzamos a caminar hacia la salida.
- Claro, podemos ir a donde queráis.






Una vez en el coche después de una larga tarde en el zoo, los asientos traseros eran ocupados por un niño de cinco años y una niña de tres completamente dormidos.

Nos paramos frente a un semáforo en rojo y Harry aprovechó para poner su mano en mi muslo y mirarme a los ojos.

- Gracias. – dijo.
- ¿Por qué?
- Por todo. Por darme a dos personitas a las que amar más que a mi propia vida y por supuesto, por haber cogido el móvil equivocado cuando nos conocimos. – sonreí y puse mi mano sobre la suya.
- Bueno, entonces gracias a ti también por todo eso. Gracias por escogerme, quererme, y jamás haber salido de mi cabeza. 






















Agradecimientos.


Bueno, quiero empezar esto dando las gracias a todas y cada una de vosotras por estar ahí, por no haberme abandonado a pesar de todas las veces que he tardado meses en subir. Gracias por darme esa fuerza para seguir con vuestros preciosos comentarios que hacían que sonriera como una boba. 

También quiero agradecer algo más especialmente a Lucía, a mi Lucía. Porque, sin ella habría dejado de escribir hace muchísimo. Gracias por aparecer en mi vida, Bo. Ilysm. 

Esta es la primera fanfic que termino y woah, se siente bien. No pensé que jamás podría conseguirlo. 

Podría reducir esta novela en solo esta imagen. 


Pero la verdad es que Get out of my head se reduce a vosotras. Vosotras sois las que le dais vida a cada personaje, yo solo me pongo frente a un ordenador y tecleo. Es cierto que escribo porque me gusta, y en ese caso escribo para mi, para sentirme bien. Pero vosotras sois la mejor parte, lo juro. 

Quería pediros un pequeño favor: comentar y votar, incluso las lectoras fantasmas. Me gustaría saber desde dónde me leéis y como llegasteis hasta mi novela. Solo os pido eso, por favor. 

Ahora espero poder ponerme en serio con Gold in shadow que os vuelvo a dejar el trailer para las que aun no saben de sus existencia y os animéis a leerla: 



He comenzado a subirla a Wattpad también: http://www.wattpad.com/story/7806414-gold-in-shadow

Y creo que eso es todo, mil gracias de nuevo, espero vuestros comentarios. 



Os quiero. Muchísimo. 



domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 35.

Abrí  los ojos lentamente, adaptándome a la luz que entraba a través de la ventana. Pude observar entonces al hermoso chico que me estaba sosteniendo contra su pecho. A veces me preguntaba cómo podía ser tan perfecto.

Levanté la mano para poder acariciar su cara y luego la bajé hasta su pecho escribiendo letras al azar, sintiendo el movimiento de su respiración contra mis dedos. Se revolvió un poco entre las mantas y me apretó más contra su cuerpo.

- ¿Estás despierto? – susurré contra su cuello, pues era  la posición en la que él me había dejado.
- ¿Tú qué crees? Me has estado tocando durante un buen rato, además, me hacías cosquillas. – sonreí con las mejillas llenas de color.
- Lo siento.
- No lo sientas, me gusta que me toques. – me pellizcó un poco más abajo de la cintura, haciendo que pegara un pequeño bote por la sorpresa.
- ¡Eh!
- Sssssh, deja al pobre chico dormir. – Restregó su nariz contra mi hombro.
- No quiero seguir durmiendo.
- ¿Qué quieres hacer? – abrió solo un ojo, dirigiéndome una mirada pícara.
- Oh, cállate. Pensaba que podría prepararte el desayuno.
- Puedes ser mi desayuno. – dejó un mordisco sobre mi clavícula.
- Mmmmh…no. – lo oí gruñir mientras me dejaba ir.
- Pues más te vale que el desayuno esté lo suficientemente rico para compensar.

Me arrastré fuera de la cama y tuve suerte al ver la camiseta de Harry tirada a pocos centímetros de mis pies, pues sabía que no me dejaría llevar la sábana para cubrirme. Me puse la camiseta admirando su olor y fui a por mis bragas, éstas estaban algo más lejos pero aproveché que Harry se había quedado boca abajo respirando sobre la almohada, así que no podía verme y no tendría que morirme de la vergüenza.

Bajé  las escaleras de madera, yendo directa hasta la pequeña pero ideal cocina. No hacía falta que dijera de que material estaban hechos los muebles, pues allí todo era de madera y eso era una de las muchas cosas que hacían especial a la casa del árbol. Puede que la primera cosa que la hiciera especial fuera que había sido el lugar donde me había entregado por fin a la persona que más quería en este mundo, pero es un pensamiento muy íntimo y no creo que otras personas estuvieran tan de acuerdo.

Arrugué la nariz hacia la idea de otra pareja estando aquí dentro cuando nosotros nos fuéramos. Era un poco egoísta el querer que nadie más disfrutara de este pequeño palacio de fantasía, pero me sentía con el derecho de declararlo como nuestro. Por lo menos durante el tiempo en el que estemos aquí, lo sería.

 Abrí la nevera esperándome encontrarla vacía, pero para mi sorpresa estaba a rebosar de todo tipo de comestibles, al igual que los armarios. Cogí lo necesario para preparar tortitas y mientras mezclaba los ingredientes dejé vagar a mi mente por todos los acontecimientos de la noche anterior.

Aún podía sentir cada beso sobre mi piel, el tacto de sus manos sobre mi cuerpo, el cosquillo de sus rizos sobre mi mejilla, como hizo que…

- Se te va a quemar mi desayunó cariño, y tengo mucha hambre. – susurró esa voz ronca, siéndolo todavía más recién levantado, que tan familiar me era. Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras me abrazaba por detrás para luego dejar un beso húmedo bajo mi oreja.
- Ha-Harry…- estaba empezando a mordisquear mi cuello cuando de repente olí el humo. - ¡Mierda!

Metí la sartén en el fregadero y eché agua sobre ella, y por lo tanto, sobre la tortita que se estaba haciendo. Abrí las ventanas para que el humo se fuera y me quedé viendo con cara de asco la cosa viscosa dentro de la sartén.

- Ufff…lo siento.
- La masa está a salvo, ¿puedo hacer el desayuno para ti mientras te dedicas a descansar y a ser la chica más guapa del mundo? – me ruboricé un poco y dejé que me diera un apasionado beso en los labios.
- Venga, ahora soy yo la que tiene hambre. – se rió mientras lo apartaba e iba tumbarme en el sofá un rato.






- ¿Y bien? - preguntó después de saborear el primer trozo de sus tortitas.
- Debo admitir que sabes cocinar, y muy bien. Creo que a partir de ahora tú deberías ser el que cocina en esta relación.
- Bueno, si vinieras a vivir conmigo podría cocinar para ti siempre que quisieras. – casi me atraganto, pero pronto bajé la comida con un largo trago de agua. ¿Acababa de pedirme que me fuera a vivir con él?
- ¿Acabas de…?
- ¿Pedirte que vengas a vivir conmigo? Puede… ¿Dirías que si, si así fuera?
- Yo…Mmmmh…

La verdad es que por una parte me moría de ganas por poder despertarme a su lado todos los días, pero por otra…¿y si lo que tenemos se estropea con la convivencia? ¿Y si se da cuenta de que fue idiota al fijarse en alguien como yo siendo él tan especial?

- No tienes porque contestarme ahora, Kelly. – tomó mis manos encima de la mesa e hizo que le mirara a los ojos. – Pero me gustaría que te lo pensaras. Hace un tiempo que Louis y yo hemos estado pensando en eso de independizarnos el uno del otro, aunque él pasaba más tiempo fuera de casa que dentro últimamente. Me encantaría comprar un piso cerca del centro, cerca de la Universidad que escojas. Solo piénsalo. – me dedicó una sonrisa sincera antes de empezar a comer.





Estábamos tumbados en la hamaca mirando hacia el increíblemente azul del cielo. En Londres el cielo no tenía ese color tan claro y tampoco se podía respirar el aire que aquí había. Podía oler cientos de distintos tipos de árboles, plantas y flores.

- ¿En qué piensas? – susurró Harry mientras no cesaba sus caricias por mi brazo.
- En lo distinto que es este lugar respecto a Londres.
- ¿Distinto a bien o a mal?
- A genial. – me giré para verlo sonreír, haciendo que la hamaca se moviera, balanceándonos suavemente. - ¿Por qué aquí? ¿Por qué Finlandia?
- Mmmmh…- rozó su nariz contra mi cuello y depositó un pequeño beso luego. – Bueno, tú querías pasar tiempo a solas conmigo y yo quería hacerlo sin ser Harry Styles. Así que empecé a buscar sitios donde pudiéramos cumplir eso, entonces encontré este maravilloso camping privado. Aquí no puede entrar ni un solo paparazzi, hay seguridad y paz. Aquí solo soy Harry.
- Mi Harry.
- Mi Kelly.

Le miré a sus preciosos ojos esmeralda antes de atraerlo hacia mí para poder besar sus labios.





Los días iban pasando tan rápido que cada vez temía más al final de este precioso tiempo que tenía para estar a solas con Harry.

Era increíble todo lo que había hecho por mí, por nosotros. Antes de todo esto, en esas semanas anteriores que apenas nos podíamos ver había comenzado a tener un montón de dudas sobre nuestra relación. No paraba de pensar que no duraríamos demasiado si seguíamos así, pero luego llegó él con su enorme capacidad de hacerme feliz y apartó todos esos pensamientos de mi cabeza…Hasta ahora.

¿Qué iba a pasar después de que volviéramos a Londres? ¿Qué iba a pasar cuando cruzáramos ese horrible puente que nos separaba de la vida real y de nuestro mundo perfecto? ¿Y si ya no podemos aceptar estar lejos el uno del otro después de tanto tiempo sin separarnos? ¿Y si ya no…?

- Hey, Kelly.

Aparté la vista de un punto fijo que tenía marcado sobre la alfombra de la habitación y presté atención a Harry, sentado a mi lado en la cama y con el mando de la pequeña tele sobre las manos.

Aquí no llegaba la frecuencia de televisión, pero había un DVD y Harry había traído todas las temporadas de House para mí. Era lo único que mirábamos en esa pantalla, aunque no habíamos avanzado demasiadas temporadas. Sonreí.

- ¿Por qué sonríes? – Le dio al play, y comenzó un nuevo capítulo.
- Por nada. – ensanché mi sonrisa cuando bajó su cabeza hasta mi cuello y lo acarició con su nariz.
- ¿Quieres que dejemos al Dr.House para otro momento? – y comenzó un rastro de pequeños besos húmedos por debajo de mi oreja.
- En realidad…- solté un pequeño gemido cuando mordió la piel de mi cuello. - …Me gustaría saber dónde están de vacaciones los demás…- Harry paró y me miró a los ojos. No había querido decirme nada sobre ello durante todo este tiempo, y no entendía por qué.
- Umh… ¿Si te lo digo podemos atrasar el maratón House para más tarde? – enarcó una ceja mientras me mostraba una sonrisa pícara.
- Creo que necesitas una ducha fría pero…bueno, vale.

- Liam y Danielle están Florida, Zayn y Taylor en Italia, Louis y Eleanor en Paris y Niall y Sarah en Irlanda. – dijo todo lo rápido que era capaz. – Ya está. Mi parte está cumplida, ahora toca la tuya…

Nunca cambiará, me dije. Pero tampoco quería que lo hiciera. Yo quería a este Harry, a todo él.

Cuando quise hablar para decirle lo mucho que lo quería, sus labios estaban ya sobre los míos y sus manos se movían por debajo de mi camiseta. 







No, no estoy muerta. Y si, soy una horrible persona persona por no haber subido durante todo este tiempo. 
Pero os resumiré lo que me ha pasado en dos palabras: Odio Bachiller. 

Sé que este capítulo es asquerosamente corto, pero me sentía tan mal por no subir que lo escribí para poder olvidarme de este capítulo. Se acercan las vacaciones y espero poder terminar de una vez el fic para poder ponerme en serio con Gold in shadow. Solo queda un capítulo más, el capítulo final. 

En serio, siento muchísimo haber tardado tanto. Soy estúpida por no haber podido sacar tiempo, debería haberlo hecho pero...pffff. 

Gracias por haber seguido ahí, por comentar y por votar. Os quiero, de verdad que os quiero.