lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 36. Final.

La lluvia chocaba contra la enorme cristalera que daba vista hacia la pista de aterrizaje del aeropuerto y una suave música ambiental sonaba de fondo, podía sentir la impaciencia crecer dentro de mí a cada minuto que el reloj dejaba pasar.

- ¡Ed, para! ¡Devuélveme mi muñeca! – levanté la vista y vi como Ed estaba subido sobre un alto con la princesa de plástico entre sus manos.
- ¡Sube aquí y te la doy!
- ¡No soy capaz de subir ahí!
- ¡Pues te quedas sin tu princesita!

Abrí los ojos al ver como intentaba subir el alto y me levanté inmediatamente de la silla para en un par de apuradas zancadas llegar hasta el lugar. Cogí a la pequeña en brazos antes de que se cayera.

- Susan, no puedes subir a sitios altos. – la regañé mirando a sus dulces ojos verdes. – Si te caes te harás daño, cariño. 
- Pero es que Ed no me da a mi muñeca…- sollozó acusando al precioso niño de rizos.
- Ed, devuélvele la muñeca a tu hermana, y baja de ahí. Ahora mismo. – él se limitó a bajar haciendo un pequeño puchero y luego levantó su brazo para que Susan pudiera coger a su preciada princesa.
- Solo quería jugar…- alegó él mientras miraba a sus pies. Sonreí al ver lo inocente que parecía, cuando en realidad era como un huracán por dentro.
- ¿Qué tal si te doy dinero y llevas a tu hermana contigo para comprar helado? – sus miradas se iluminaron al instante.
- ¡Si! Vamos, Susan. – Ed tendió su mano y ella se revolvió entre mis brazos para que la soltara y así poder coger la mano de su hermano.
- ¡Tened cuidado! – dije mientras los veía alejarse hacia el puesto de helados.


Me senté de nuevo y sonreí inconscientemente al recordar el día en el que supe que Ed existiría.


- Joder, Kelly. Ya es la tercera vez esta mañana que sales de clase para ir a vomitar al baño. Deberías ir al médico. – puse mis manos sobre el lavabo después de lavarme la cara y miré mi reflejo en el espejo. Daba verdadero miedo.
- Estoy bien Sarah…He debido de comer algo que me sentó mal…eso es todo.
- Lo que tú digas, pero me preocupas.
- Anda, vámonos.

Salimos de la universidad para ir a comer al Nando’s más cercano. No dije nada para no perturbar más a Sarah, pero apenas era capaz de sostenerme en pie. Mi cabeza no hacía otra cosa que dar vueltas y vueltas.

Nos sentamos en una mesa pegada a la ventana y poco tiempo después de pedir nuestra comida, la teníamos delante de nosotras.

- A ver, a ti te pasa algo. – levanté la mirada de mi hamburguesa para mirar a los ojos azules de mi mejor amiga. – Llevas diez minutos poniendo cara de asco a esa preciosa hamburguesa con doble de queso, tu favorita. 
- Es que no tengo hambre…- la verdad es que mis tripas decían lo contrario, pero cada vez que pensaba en la carne dentro de mi boca quería ir corriendo al baño.
- Esta mañana no desayunaste nada porque te quedaste dormida y casi no te da tiempo ni a llegar a primera hora, así que no me vengas con eso de que no tienes hambre. No cuela.
- Aggg…No sé lo que me pasa, eso es todo. – Sarah se quedó en silencio durante un buen rato y luego noté como me atravesaba con la mirada.
- Kelly…Mmmmmh… ¿Cuándo fue la última vez que…bueno, Harry y tú lo hicisteis? – fruncí el ceño sin entender bien a donde quería llegar con esto.
- No sé, supongo que la última vez que vinieron los chicos… ¿Hace tres semanas?
- Y…¿Usasteis protección?

Quise insultar a mi amiga en ese mismo instante por lo estúpido que era lo que estaba haciendo pero…tragué saliva y me obligué a recordar.

Antes de que él se fuera al aeropuerto…por la mañana temprano…

- ¡Joder! ¡No, mierda, mierda, mierda! – mis manos se deslizaban por mi pelo enloquecedoramente, había cogido ese habito de Harry.
- Kelly, tranquila.
- ¡¿Cómo quieres que esté tranquila?! ¡Puede que esté embarazada! – chillé y noté como todo el mundo se quedó mirándonos.
- Nos vamos. Ahora. Coge tus cosas.


Después de que Sarah se ofreciera a entrar en la farmacia por mí mientras esperaba en el coche, fuimos a mi piso. Bueno, el piso de Harry y mío.

Nada más llegar fui directa al baño, quería acabar con toda esta incertidumbre y el dolor en mi pecho.

- O sales ya o tiro la puerta abajo. ¡Me estoy muriendo de nervios!

Salí del baño con la prueba en las manos y miré a Sarah.

- ¿Y bien? – pidió saber.
- ¿Cómo demonios voy a decirle a Harry que estoy embarazada?
- ¡Oh, Kelly! – Sarah me abrazó efusivamente, aunque yo me veía incapaz de corresponder a ese abrazado, ¿es qué no miraba el gran problema? - ¡Voy a ser tía!
- Sarah…

Y en ese momento sonó mi teléfono. Lo saqué del bolsillo trasero de mi pantalón y leí el mensaje que acababa de llegarme:

“Sorpresa, nos han dejado irnos un día antes. Estaré en casa esta noche. Espérame despierta, por favor. Te quiero.”

- Te has quedado congelada, ¿qué sucede?
- Los chicos. Harry. Vuelve esta noche. – me dejé caer sobre la cama y hundí las manos en mi cara antes de empezar a sollozar.



- Ed, se te está derritiendo el helado. No te manches. – recogió las gotitas de chocolate del cucurucho deprisa, sin intención ninguna de que se le escapara nada de su helado.
- No quiero más. – Susan extendió su helado de nata hacia mí, era de tarrina y había dejado la mitad. Limpié su boca y terminé el resto por ella. - ¿Falta mucho para que papá llegue?
- No mucho, cielo. ¿Quieres recostarte un ratito? – se limitó a asentir y apoyar su cabeza en mi regazo, dejando sus piernas sobre el asiento contiguo. 
Comencé a deslizar los dedos por su melena de un castaño dorado y suave como el terciopelo.

Espero realmente que Harry no tarde en llegar.



Ojalá tarde en llegar.

No podía parar de dar vueltas por la habitación. Estaba completamente desesperada.

¿Cómo se supone que se debe dar una noticia así? ¿Y si no se lo tomaba bien? ¿Y si el no quiere esto ahora? ¿A caso yo lo quiero? Tengo solo veintiocho años y estoy a punto de acabar mi doctorado, creo que no es un momento bueno para que mi vida se convierta en la necesidad de un pequeño bebé, creo que no estoy preparada para que dependan de mí. 

Y Harry está fuera cada dos por tres: que si gira, que si disco, que si entrevistas, que si promociones…y yo apenas lo veo. ¿Pasaré de esperarlo sola a esperarlo acompañada de un bebé?

Bebé.

Paso la mano sobre mi vientre frente al espejo y al levantar la vista no me veo horrible, para mi sorpresa, estoy sonriendo y mis mejillas están algo rojas por el calor que siento que me recorre de arriba abajo. Puede que tanto vómito me haya provocado fiebre, o la fiebre me haya provocado los vómitos. O simplemente sea el hecho de que voy a tener un bebé lo que hace que me sienta tan revuelta.

Escucho las llaves en la puerta y el color de mis mejillas se esfuma de golpe.

No.

- ¡Kelly, estoy aquí!

No digo nada. Empiezo a mirar a todas partes. ¿Es qué pienso esconderme? No puedo esconderme. No. No. No. Esto no está pasando. Esto no…

- Kelly…

Ahí está, apoyado en el marco de la puerta con tres botones de la camisa desabrochados y el cabello alborotado. Tres semanas desde que lo vi por última vez. Oh, ¿cómo lo hace? ¿Cómo hace que todo mi cuerpo tiemble solo por su presencia?

- ¿Es qué no me vas a dar ni un beso de bienvenida? Te he extrañado. – Y yo a ti, no te haces una idea, pero…Pero ahora hay alguien dentro de mí y no sé como decírtelo y solo quiero que no te asustes, que todo vaya bien. – Oye, cariño. ¿Estás bien? Estás muy pálida.

Avanza hacia mi posición e intenta envolverme entre sus brazos, pero me aparto sin darme cuenta. Sus cejas se unen y una mueca aparece en sus preciosos labios rosas.

- ¿He hecho algo mal? – sus ojos se entristecen y mi corazón se rompe.
- ¿Qué? ¡No! No has hecho nada mal. – deja ir el largo suspiro que llevaba conteniendo y toma mis manos muy despacio, con miedo de que le vuelva a rechazar.
- ¿Entonces, qué es lo que pasa?
- Harry…Yo…- me dejó caer en la cama y vuelvo a sollozar como más temprano con Sarah.
- Dios, Kelly. – Tira de mí hacia su cuerpo y me abraza con fuerza.
- No quiero que cambie. No quiero que nada cambie.
- ¿Qué? ¿Qué es lo que va a cambiar, cariño?

Y de repente deja sus brazos caer fuera de mí y se levanta. Antes de que pueda hacer nada veo como coge la prueba de embarazo que había dejado sobre la mesilla.

- Es…Pero…Oh. – Se queda callado durante un rato y cuando hace contacto visual conmigo noto un par de lágrimas deslizarse por sus mejillas.
- Ha- No me da tiempo a terminar de hablar porque sus labios chocan contra los míos y nos hundimos en un beso profundo y desenfrenado. Después me separa y me da una mirada cargada de amor.
- Voy a ser padre.



- ¡Mamá, el avión! – despierto del ensoñamiento creado por los recuerdos y veo a mis dos preciosos hijos pegados al cristal observando atentos el aterrizaje del avión. Me levanto y me acerco a ellos.
- ¿Vamos a buscar a papá?
- ¡Sí! – gritan al unísono y empiezan a avanzar delante de mí dando pequeños saltos.

Llegamos a la zona de desembarque donde ya ha comenzado a salir algunas personas y me encuentro conmigo misma más ansiosa que Ed y Susan juntos. Hoy hace un mes desde que se fue ya que está arreglando los documentos de la nueva discográfica que va abrir junto a los chicos.

- ¡Papá!
- ¡Papi!

Mi cabeza se alza y veo a una figura más que familiar vestido con unos vaqueros negros y  una camisa de lino blanca. Sus rizos destacan sobre la multitud. Suelta la maleta que llevaba en la mano y se agacha para abrir los brazos y en cuestión de segundos veo como Ed y Susan se tiran a su cuello y él los alza consigo.

Me acerco despacio, permitiéndome disfrutar de la hermosa escena intentando contener las lágrimas.

- ¡Vaya si habéis crecido! Estás hecho un grandullón, me voy unos días y casi eres tan alto como yo. ¿Y tú, princesa, desde cuando tu madre te permite ser cada vez más preciosa? Voy a tener que apartar a mil niños de ti. – ellos se reían sin querer soltarse del agarre de su padre. – Hey, tengo que saludar a vuestra madre también. ¿Me dejáis?

Se resistieron un poco pero al final dejaron que Harry los pusiera de nuevo en el suelo y luego todo fue ese verde profundo. 

- Hola. – dijo, con esa sonrisa con hoyuelos, los mismos hoyuelos que tenían nuestros hijos.
- Hola. – y tiró de mi para besarme, sosteniendo mi rostro entre sus grandes manos.
- Un mes sin besarte es una completa tortura. Menos mal que ahora voy a poder disfrutarte al cien por cien. – sonreí tímida.
- ¡Papi, papi! – Susan estaba estirando los brazos para que la volviera a alzar y esos hizo.
- ¿Salimos a comer en familia? – preguntó mirándonos a todos.
- ¿Luego podemos ir al zoo? – dijo Ed cogiendo del asa la maleta de Harry a la vez que él lo hacía y comenzamos a caminar hacia la salida.
- Claro, podemos ir a donde queráis.






Una vez en el coche después de una larga tarde en el zoo, los asientos traseros eran ocupados por un niño de cinco años y una niña de tres completamente dormidos.

Nos paramos frente a un semáforo en rojo y Harry aprovechó para poner su mano en mi muslo y mirarme a los ojos.

- Gracias. – dijo.
- ¿Por qué?
- Por todo. Por darme a dos personitas a las que amar más que a mi propia vida y por supuesto, por haber cogido el móvil equivocado cuando nos conocimos. – sonreí y puse mi mano sobre la suya.
- Bueno, entonces gracias a ti también por todo eso. Gracias por escogerme, quererme, y jamás haber salido de mi cabeza. 






















Agradecimientos.


Bueno, quiero empezar esto dando las gracias a todas y cada una de vosotras por estar ahí, por no haberme abandonado a pesar de todas las veces que he tardado meses en subir. Gracias por darme esa fuerza para seguir con vuestros preciosos comentarios que hacían que sonriera como una boba. 

También quiero agradecer algo más especialmente a Lucía, a mi Lucía. Porque, sin ella habría dejado de escribir hace muchísimo. Gracias por aparecer en mi vida, Bo. Ilysm. 

Esta es la primera fanfic que termino y woah, se siente bien. No pensé que jamás podría conseguirlo. 

Podría reducir esta novela en solo esta imagen. 


Pero la verdad es que Get out of my head se reduce a vosotras. Vosotras sois las que le dais vida a cada personaje, yo solo me pongo frente a un ordenador y tecleo. Es cierto que escribo porque me gusta, y en ese caso escribo para mi, para sentirme bien. Pero vosotras sois la mejor parte, lo juro. 

Quería pediros un pequeño favor: comentar y votar, incluso las lectoras fantasmas. Me gustaría saber desde dónde me leéis y como llegasteis hasta mi novela. Solo os pido eso, por favor. 

Ahora espero poder ponerme en serio con Gold in shadow que os vuelvo a dejar el trailer para las que aun no saben de sus existencia y os animéis a leerla: 



He comenzado a subirla a Wattpad también: http://www.wattpad.com/story/7806414-gold-in-shadow

Y creo que eso es todo, mil gracias de nuevo, espero vuestros comentarios. 



Os quiero. Muchísimo. 



domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 35.

Abrí  los ojos lentamente, adaptándome a la luz que entraba a través de la ventana. Pude observar entonces al hermoso chico que me estaba sosteniendo contra su pecho. A veces me preguntaba cómo podía ser tan perfecto.

Levanté la mano para poder acariciar su cara y luego la bajé hasta su pecho escribiendo letras al azar, sintiendo el movimiento de su respiración contra mis dedos. Se revolvió un poco entre las mantas y me apretó más contra su cuerpo.

- ¿Estás despierto? – susurré contra su cuello, pues era  la posición en la que él me había dejado.
- ¿Tú qué crees? Me has estado tocando durante un buen rato, además, me hacías cosquillas. – sonreí con las mejillas llenas de color.
- Lo siento.
- No lo sientas, me gusta que me toques. – me pellizcó un poco más abajo de la cintura, haciendo que pegara un pequeño bote por la sorpresa.
- ¡Eh!
- Sssssh, deja al pobre chico dormir. – Restregó su nariz contra mi hombro.
- No quiero seguir durmiendo.
- ¿Qué quieres hacer? – abrió solo un ojo, dirigiéndome una mirada pícara.
- Oh, cállate. Pensaba que podría prepararte el desayuno.
- Puedes ser mi desayuno. – dejó un mordisco sobre mi clavícula.
- Mmmmh…no. – lo oí gruñir mientras me dejaba ir.
- Pues más te vale que el desayuno esté lo suficientemente rico para compensar.

Me arrastré fuera de la cama y tuve suerte al ver la camiseta de Harry tirada a pocos centímetros de mis pies, pues sabía que no me dejaría llevar la sábana para cubrirme. Me puse la camiseta admirando su olor y fui a por mis bragas, éstas estaban algo más lejos pero aproveché que Harry se había quedado boca abajo respirando sobre la almohada, así que no podía verme y no tendría que morirme de la vergüenza.

Bajé  las escaleras de madera, yendo directa hasta la pequeña pero ideal cocina. No hacía falta que dijera de que material estaban hechos los muebles, pues allí todo era de madera y eso era una de las muchas cosas que hacían especial a la casa del árbol. Puede que la primera cosa que la hiciera especial fuera que había sido el lugar donde me había entregado por fin a la persona que más quería en este mundo, pero es un pensamiento muy íntimo y no creo que otras personas estuvieran tan de acuerdo.

Arrugué la nariz hacia la idea de otra pareja estando aquí dentro cuando nosotros nos fuéramos. Era un poco egoísta el querer que nadie más disfrutara de este pequeño palacio de fantasía, pero me sentía con el derecho de declararlo como nuestro. Por lo menos durante el tiempo en el que estemos aquí, lo sería.

 Abrí la nevera esperándome encontrarla vacía, pero para mi sorpresa estaba a rebosar de todo tipo de comestibles, al igual que los armarios. Cogí lo necesario para preparar tortitas y mientras mezclaba los ingredientes dejé vagar a mi mente por todos los acontecimientos de la noche anterior.

Aún podía sentir cada beso sobre mi piel, el tacto de sus manos sobre mi cuerpo, el cosquillo de sus rizos sobre mi mejilla, como hizo que…

- Se te va a quemar mi desayunó cariño, y tengo mucha hambre. – susurró esa voz ronca, siéndolo todavía más recién levantado, que tan familiar me era. Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras me abrazaba por detrás para luego dejar un beso húmedo bajo mi oreja.
- Ha-Harry…- estaba empezando a mordisquear mi cuello cuando de repente olí el humo. - ¡Mierda!

Metí la sartén en el fregadero y eché agua sobre ella, y por lo tanto, sobre la tortita que se estaba haciendo. Abrí las ventanas para que el humo se fuera y me quedé viendo con cara de asco la cosa viscosa dentro de la sartén.

- Ufff…lo siento.
- La masa está a salvo, ¿puedo hacer el desayuno para ti mientras te dedicas a descansar y a ser la chica más guapa del mundo? – me ruboricé un poco y dejé que me diera un apasionado beso en los labios.
- Venga, ahora soy yo la que tiene hambre. – se rió mientras lo apartaba e iba tumbarme en el sofá un rato.






- ¿Y bien? - preguntó después de saborear el primer trozo de sus tortitas.
- Debo admitir que sabes cocinar, y muy bien. Creo que a partir de ahora tú deberías ser el que cocina en esta relación.
- Bueno, si vinieras a vivir conmigo podría cocinar para ti siempre que quisieras. – casi me atraganto, pero pronto bajé la comida con un largo trago de agua. ¿Acababa de pedirme que me fuera a vivir con él?
- ¿Acabas de…?
- ¿Pedirte que vengas a vivir conmigo? Puede… ¿Dirías que si, si así fuera?
- Yo…Mmmmh…

La verdad es que por una parte me moría de ganas por poder despertarme a su lado todos los días, pero por otra…¿y si lo que tenemos se estropea con la convivencia? ¿Y si se da cuenta de que fue idiota al fijarse en alguien como yo siendo él tan especial?

- No tienes porque contestarme ahora, Kelly. – tomó mis manos encima de la mesa e hizo que le mirara a los ojos. – Pero me gustaría que te lo pensaras. Hace un tiempo que Louis y yo hemos estado pensando en eso de independizarnos el uno del otro, aunque él pasaba más tiempo fuera de casa que dentro últimamente. Me encantaría comprar un piso cerca del centro, cerca de la Universidad que escojas. Solo piénsalo. – me dedicó una sonrisa sincera antes de empezar a comer.





Estábamos tumbados en la hamaca mirando hacia el increíblemente azul del cielo. En Londres el cielo no tenía ese color tan claro y tampoco se podía respirar el aire que aquí había. Podía oler cientos de distintos tipos de árboles, plantas y flores.

- ¿En qué piensas? – susurró Harry mientras no cesaba sus caricias por mi brazo.
- En lo distinto que es este lugar respecto a Londres.
- ¿Distinto a bien o a mal?
- A genial. – me giré para verlo sonreír, haciendo que la hamaca se moviera, balanceándonos suavemente. - ¿Por qué aquí? ¿Por qué Finlandia?
- Mmmmh…- rozó su nariz contra mi cuello y depositó un pequeño beso luego. – Bueno, tú querías pasar tiempo a solas conmigo y yo quería hacerlo sin ser Harry Styles. Así que empecé a buscar sitios donde pudiéramos cumplir eso, entonces encontré este maravilloso camping privado. Aquí no puede entrar ni un solo paparazzi, hay seguridad y paz. Aquí solo soy Harry.
- Mi Harry.
- Mi Kelly.

Le miré a sus preciosos ojos esmeralda antes de atraerlo hacia mí para poder besar sus labios.





Los días iban pasando tan rápido que cada vez temía más al final de este precioso tiempo que tenía para estar a solas con Harry.

Era increíble todo lo que había hecho por mí, por nosotros. Antes de todo esto, en esas semanas anteriores que apenas nos podíamos ver había comenzado a tener un montón de dudas sobre nuestra relación. No paraba de pensar que no duraríamos demasiado si seguíamos así, pero luego llegó él con su enorme capacidad de hacerme feliz y apartó todos esos pensamientos de mi cabeza…Hasta ahora.

¿Qué iba a pasar después de que volviéramos a Londres? ¿Qué iba a pasar cuando cruzáramos ese horrible puente que nos separaba de la vida real y de nuestro mundo perfecto? ¿Y si ya no podemos aceptar estar lejos el uno del otro después de tanto tiempo sin separarnos? ¿Y si ya no…?

- Hey, Kelly.

Aparté la vista de un punto fijo que tenía marcado sobre la alfombra de la habitación y presté atención a Harry, sentado a mi lado en la cama y con el mando de la pequeña tele sobre las manos.

Aquí no llegaba la frecuencia de televisión, pero había un DVD y Harry había traído todas las temporadas de House para mí. Era lo único que mirábamos en esa pantalla, aunque no habíamos avanzado demasiadas temporadas. Sonreí.

- ¿Por qué sonríes? – Le dio al play, y comenzó un nuevo capítulo.
- Por nada. – ensanché mi sonrisa cuando bajó su cabeza hasta mi cuello y lo acarició con su nariz.
- ¿Quieres que dejemos al Dr.House para otro momento? – y comenzó un rastro de pequeños besos húmedos por debajo de mi oreja.
- En realidad…- solté un pequeño gemido cuando mordió la piel de mi cuello. - …Me gustaría saber dónde están de vacaciones los demás…- Harry paró y me miró a los ojos. No había querido decirme nada sobre ello durante todo este tiempo, y no entendía por qué.
- Umh… ¿Si te lo digo podemos atrasar el maratón House para más tarde? – enarcó una ceja mientras me mostraba una sonrisa pícara.
- Creo que necesitas una ducha fría pero…bueno, vale.

- Liam y Danielle están Florida, Zayn y Taylor en Italia, Louis y Eleanor en Paris y Niall y Sarah en Irlanda. – dijo todo lo rápido que era capaz. – Ya está. Mi parte está cumplida, ahora toca la tuya…

Nunca cambiará, me dije. Pero tampoco quería que lo hiciera. Yo quería a este Harry, a todo él.

Cuando quise hablar para decirle lo mucho que lo quería, sus labios estaban ya sobre los míos y sus manos se movían por debajo de mi camiseta. 







No, no estoy muerta. Y si, soy una horrible persona persona por no haber subido durante todo este tiempo. 
Pero os resumiré lo que me ha pasado en dos palabras: Odio Bachiller. 

Sé que este capítulo es asquerosamente corto, pero me sentía tan mal por no subir que lo escribí para poder olvidarme de este capítulo. Se acercan las vacaciones y espero poder terminar de una vez el fic para poder ponerme en serio con Gold in shadow. Solo queda un capítulo más, el capítulo final. 

En serio, siento muchísimo haber tardado tanto. Soy estúpida por no haber podido sacar tiempo, debería haberlo hecho pero...pffff. 

Gracias por haber seguido ahí, por comentar y por votar. Os quiero, de verdad que os quiero. 

domingo, 15 de septiembre de 2013

Capítulo 34.

- ¿En serio no me vas a decir a dónde vamos?
- Nop. – negó con la cabeza, mientras sonreía de lado.
- ¡Oh, venga! Ya has conseguido mantener el misterio hasta que por fin me tienes dentro de este avión, pero yo creo que ya va siendo hora de revelar el nombre del lugar, ¿no?
- Lo sabrás cuando lleguemos. Y nos esperan por delante un par de horas, así que será mejor que descanses un poco. – rodé los ojos y suspiré.
- Puedes resultar realmente odioso a veces, ¿sabías? – pasó su brazo por encima de mi cabeza para luego atraer mi cuerpo hacia su pecho, ayudando a que me recostara.
- Intenta dormir. - Iba a quejarme pero decidí cerrar los ojos y dejarme llevar por el ritmo de su calmada respiración.

Después de haber aceptado, sin tener siquiera opción a negarme, la proposición de Harry de llevarme de viaje cuando empezaran mis vacaciones de verano, había estado esperando este momento con un estado de nerviosismo mayor que el que me causaba mi último examen en el instituto. Examen que, increíblemente, me salió mejor de lo que pudiera haberme imaginado.

Tanto Sarah como yo habíamos alcanzado dos de las mejores notas, lo que nos casi aseguraba el acceso a la universidad que eligiéramos. A pesar de que nos pasamos una tarde entera cubriendo solicitudes, Sarah estaba segura de cual quería que fuera el lugar donde iba a pasar el resto de los cuatro años de su vida sacando la carrera. Pero yo había mandado tantas solicitudes porque realmente no sabía que universidad  escoger, todas tenían cosas que me gustaban y cosas que no, haciendo que me fuera imposible poder elegir una.

Cuando el día del viaje llegó me alegré de que mi mente fuera distraída de la constante corriente de pensamientos sobre mi futuro. Pensamientos que también giraban en torno a lo que Harry y yo teníamos, había una infinidad de cosas que me preocupaban respecto a nosotros, pero que Harry no tenía la más mísera idea de que existieran esas preocupaciones.

Él había estado sumergido totalmente en su trabajo como integrante de la boyband más aclamada  del momento e intentando compaginarlo a la vez para poder hacer que este viaje fuera perfecto.

Al final, resultó que los demás chicos estaban con el mismo problema. Todos iban a llevar  a sus respectivas parejas de vacaciones durante una semana, y ninguna de nosotras sabía el destino de esas vacaciones.

A pesar de los incansables intentos para que Harry me revelara a donde pensaba llevarme, él se había mantenido callado como una tumba, usando sus propios medios para disuadirme, medios que funcionaban a las mil maravillas. Toda capacidad que tenía para resistirme a él se había esfumado en los últimos días, y él se aprovechaba cuanto podía de ello.

- Kelly…- me revolví en el asiento. – Cariño…
- Mmmmh. – escuché como sonreía.
- Ya hemos llegado. – abrí los ojos poco a poco, encontrándome con la radiante sonrisa de mi precioso novio, que me tenía acurrucada contra su pecho. Me separé para poder estirarme y bostezar.
- ¿Qué tal si me llevas directamente a una cama? No he dormido lo suficiente.
- Aunque la idea de tenerte en una cama ahora mismo es tentadora…- delineó mi labio inferior con su pulgar. - …Siento decirte que antes quiero visitar un poco la ciudad contigo.

Tiró de mi brazo levantándome del, demasiado cómodo, asiento. Dejó descansar un mano en mi cintura mientras me conducía fuera del avión y hacia dentro del aeropuerto donde fuimos a recoger nuestras maletas y luego a por un taxi.

- Este lugar no me suena de nada. – fruncí el ceño mientras escrutaba las calles con la mirada a través del cristal.
- ¿Falta mucho para llegar al centro? – preguntó Harry al taxista, ignorándome.
- Solo unos cinco minutos, señor. – dejé que mi cabeza cayera contra el apoya-cabezas y miré a Harry.
- ¿Cinco minutos y sabré dónde estamos?
- Solo cinco.




Mis ojos se abrieron al observar todo el lugar a mí alrededor. Las personas pasaban de largo mientras yo admiraba cada detalle de cada edificio, casa o tienda.

- ¿Dónde estamos? – sentí a Harry tomar mi mano.
- En Finlandia.
- ¡¿Finlandia?! – no podía creérmelo. De todos los lugares del mundo, Finlandia era el lugar que menos me esperaba.
- Ajá, ¿por qué? ¿No te gusta? – Empecé a negar rápidamente con la cabeza, no quería que pensara eso.
- Si, me gusta. Por lo menos lo que llevamos visto hasta ahora…que es prácticamente nada, pero he visto fotos en los libros de texto y siempre me ha parecido un sitio completamente mágico. 
- Yo opino lo mismo, y siempre quise visitar Finlandia con alguien especial. – me miró, de esa forma, con una media sonrisa en sus labios y con felicidad en sus ojos. Eso era suficiente para que el mundo temblara bajo mis pies.
- ¿Vistamos un poco la ciudad?
- Por favor.



Después de un largo día recorriendo cada rincón de la ciudad y de que Harry me obligara a ir de compras y a aceptar, muy a regañadientes, que me comprara todo lo que él quería, estábamos siendo conducidos a sabe Dios dónde, dentro de un taxi.

Levanté mi cabeza del hombro de Harry al darme cuenta de que los edificios habían casi desaparecido durante el trayecto. Ahora solo podía observar distintas variedades de árboles, sin atisbar un rastro de civilización.

El taxi paró de repente y no me quedé a esperar a Harry, salí fuera, dándome cuenta de que lo único que teníamos delante era una cabaña de madera con un cartel encima que ponía ‘Información’.

- ¿Piensas quedarte ahí? – me di la vuelta y vi como Harry rodeaba la cabaña. Corrí para alcanzarlo.
- ¿Y nuestras maletas? – pregunté, colocándome a su lado y agarrando su brazo para no quedarme atrás. No había nadie alrededor y tenía miedo de perderme.
- Cuando nos dejaron en la ciudad encargué que se llevaran las maletas. Así que ya están en casa.
- ¿En casa? – fruncí el ceño. Harry se paró delante de un Land Rover jeep verde y con las ruedas llenas de tierra, al igual que ciertas zonas de la carrocería. Dejó las bolsas de nuestras compras en los asientos de atrás y me abrió la puerta del copiloto.
- Si, en casa. Ahora entra, pronto oscurecerá y aquí no hay demasiadas luces por el camino. – me senté, abrochándome el cinturón de seguridad y esperé a que él entrara y hiciera exactamente lo mismo, poniendo en marcha el motor.

Condujo en silencio mientras yo intentaba contener los pequeños chillidos que me llegaban a la garganta cada vez que pasábamos por encima de un terrible sendero de rocas, ¿no sé suponía que estos coches eran perfectos para este tipo de suelos? Puede que la culpa no sea del coche si no del conductor, me dije, viendo a Harry apretar la mandíbula intentando tomar el control completo del jeep.

Di gracias cuando por fin se detuvo, soltando todo el aire que había estado conteniendo. Me llevé una mano al pecho, justo encima de mi corazón, que latía con fuerza dentro de mí.

- Ag. Dichosos 4x4. – murmuró Harry entre dientes mientras habría su puerta y luego cogió las bolsas, cargando con ellas en una sola mano. - ¿Estás bien? – dijo desde donde se situaría la ventanilla, si la hubiera, ya que ese jeep no tenía capota ni ventanas. Tiró de la manilla de la puerta desde fuera, abriéndola para mí y luego ayudándome a bajar de ese maldito coche.
- Creo que no quiero volver a repetir ese viaje. – al poner los pies sobre el suelo me di cuenta de que estaba mareada y me tambaleé un poco, haciendo que Harry soltara todas las bolsas para poder sostenerme antes de que me cayera.
- Mierda, ¿estás mareada? – asentí levemente. Sosteniendo mi frente con la mano. En un segundo estaba intentando mantenerme a mi misma y en otro mi cuerpo estaba flotando en la comodidad de los brazos de mi novio.
- Ha-Harry…no es necesario, puedo caminar. – me di cuenta de que el mareo hacía que me pesaran las palabras.
- Si es necesario.
- Peso Ha…- no me dejó terminar la frase.
- No es la primera vez que te cojo en brazos. Eres como una pluma de canario, Kelly. – mi malestar no me impidió darle un merecido puñetazo en el pecho.
- Cállate. – le dirigí una mirada dura.
- Cuando alguien está mareado no le pega a su novio,  ¿sabes?
- Bueno, los novios no deberían ser tan idiotas si no quieren que les peguen.
- Ahí estás de nuevo. – se río refiriéndose a la vuelta de mi personalidad malhumorada que solo él conseguía sacar.
- Si dejaras de provocarme, no tendría que ser así. – besó mi nariz y luego me dejó sobre mis pies, pero aun con su mano en mi cintura.
- Provocarte se me da demasiado bien como para dejar de hacerlo, cariño.
- Será mejor que cierres esa boca, Styles.
- Bienvenida a casa, señorita Lodge. – susurró en mi oído.

Levanté la vista, abriendo mis ojos todo lo posible. Uau.

Era una casa en un árbol, bueno, o mejor dicho, era un árbol dentro de una casa. Desde fuera se podía apreciar que contaba con tres plantas, si contabas la tarima o especie de porche que había antes de la verdadera casa, la madera de la que estaba hecha era de color blanca.

- ¿Qué te parece? – preguntó Harry ansioso por tener mi opinión.
- Un sueño. – escuché como se reía antes de tomar mi mano y sin pararnos ni un minuto en ese porche, me hizo subir las escaleras llevándome a hasta la puerta de la casa. – Toma. – me tendió una pequeña llave colgando en un llavero de cuero negro que tenía escrito el número diecinueve.

Tomé la llave y abrí la puerta y tiré de nuestras manos entrelazadas para entrar. La sala contaba con dos sofás paralelos uno al otro con una alfombra en el medio y al fondo una pequeña cocina con una barra americana de desayuno. Las ramas del árbol pasaban por las ventanas de la sala, algo que me resultaba gracioso y hermoso.

- Esto es precioso, Harry. – la sonrisa en su rostro doblaba la mía.
- ¿Quieres ver la planta de arriba? 
- Vale.

Subimos las escaleras de madera, en realidad, todos los muebles eran de madera. Mis ojos repasaron la habitación que tenía ante mí. Un colchón enorme en el suelo, una pequeña televisión, una mesilla de noche con una lámpara que, al parecer era la única que proporcionaba luz al cuarto y luego un pequeño armario y una estantería, además de otra puerta que supuse que contendría el baño. Lo mejor de esa habitación era su forma acabada en pico en el techo, debido a que lo único que había arriba era el tejado en esa misma forma.

- No tengo palabras, en serio. – lo besé en los labios intentando transmitirle todo lo que estaba sintiendo ahora, ya que no encontraba otra forma de hacerlo.
- Mmmmh…Me encantaría pasarme todo el día besándote, pero quiero prepararte la cena. – dijo, después de romper el beso.
- Oh, ¿vas a cocinar para mí?
- Si, y quiero hacerlo solo, así que… ¿por qué no te das una ducha para darme algo de tiempo?
- Está bien, la verdad es que necesito esa ducha.
- Genial, te veo luego entonces. – besó mis labios una vez  más antes de desaparecer escaleras abajo.




Después de un baño verdaderamente relajante, ya que no había ducha, si una increíble bañera lo suficiente grande para poder estirarme a mis anchas, salí del baño envuelta en una suave toalla de algodón blanco y secando con otra la humedad de mi pelo. Me di cuenta de que algo había cambiado en la habitación, ya que la cama antes vacía, tenía ahora sobre ella una caja cerrada con un lazo rosa.

Me senté en el borde de la cama, poniendo la caja sobre mi regazo y la abrí. Dentro recogí la nota que había escrita, reconocí inmediatamente su letra.


Creo que te debo un cumpleaños como es debido.
Así que esta es mi manera de compensarte.

Te espero abajo, no tardes o me veré obligado a subir a por ti.

                         H. 


Sonreí casi inconscientemente. Dejé la nota a un lado y saqué el vestido rosa palo muy clarito que guardaba la caja. (http://www.polyvore.com/gone_away/set?id=93531376) No recordaba haber visto este vestido en ninguna tienda, así que di por sentando que Harry lo había comprado cuando yo estaba dentro de algún probador.

No tardes o me veré obligado a subir a por ti.” Recordé las palabras de la nota, así que me puse de pie y abrí mi maleta para coger ropa interior y unas sandalias marrones para conjuntar con el vestido.





Bajé las escaleras que llevaban al porche dando vueltas a un mechón de pelo todavía algo húmedo, para hacer que se formara una onda suave.

Cuando alcé la vista lo primero que vi fueron los farolillos que proporcionaban luz a la noche oscura que absorbía al bosque donde nos encontrábamos. Pero luego me fijé en lo que realmente alumbra el lugar: Harry. Estaba allí parado vistiendo unos pantalones negros y una camisa blanca con algunos botones desabrochados, dejando visible el camino de su pecho hasta el principio de su abdomen. Mis ojos se clavaron en los suyos y él pasó una mano por sus rizos, colocándolos de nuevo en su lugar. Empecé a caminar hacia él, notando como me miraba de arriba abajo.

- Estás preciosa. – dejó un pequeño beso en mi mejilla.
- Tú también. – sus hoyuelos aparecieron en su cara.
- ¿Cenamos? – dijo, señalando a la mesa llena de una comida que con solo verla se te hacía la boca agua.
- Si, me estoy muriendo de hambre.





- No sabía que cocinaras tan bien. – dije cuando acabamos la cena.
- Bueno…eran recetas que he estado mucho tiempo perfeccionándolas. Me alegra que te haya gustado. – se levantó de la mesa y vino hasta mi, tendiéndome una mano. - ¿Bailas conmigo?
- No hay música. – junté mis cejas. Y en ese momento el pulsó la pantalla de su móvil dejando que empezara a sonar una canción demasiado conocida para mí.
- Ahora sí, ¿bailas? – sonreí asintiendo y cogí su mano.

(Darle al play)


Posó las manos en mi cintura mientras yo llevaba las mías hasta su cuello. Ed Sheeran comenzó a cantar Give me love desde los altavoces del móvil.

Harry nos movía de un lado al otro mientras yo apoyaba mi cabeza en su pecho. La voz de Ed y la de Harry juntas sin dudaba era una muy buena combinación, y más cuando Harry te cantaba al oído. Sentí la necesidad de detener el tiempo justo en ese momento, quedarme así, junto a Harry, toda mi vida. Y es que lo quería para toda mi vida.

Las mariposas empezaban a causarme muchos problemas y decidí que era hora de demostrarle a Harry lo muchísimo que le quería y lo muchísimo que lo necesitaba. A todo él.

La canción se acabó y yo no esperé ni un segundo antes de lanzarme a sus labios. Lo tomé completamente por sorpresa, algo que me hizo gracia. Pero reaccionó tan rápido como esperaba que lo hiciera. Su lengua rozó mis labios, pidiéndome, o más bien, rogándome la entrada. Gemí al sentir su lengua chocar con la mía y apreté más mi cuerpo contra el suyo.

Cuando nos paramos para poder tomar aire de nuevo, cogí su mano y tiré de él hacia las escaleras para entrar en casa. Cuando la puerta se cerró, él me hizo chocar contra la pared para poder atacar mi cuello a besos. Mis manos se movían descontroladamente por encima de su camisa, cuando decidí que le sobraba, así que empecé a desabotonarla. Harry me ayudó dejando sus brazos sueltos, pero sin dejar desatendido mi cuello, para que yo pudiera deslizar la tela fuera de su cuerpo. Cuando tiró del lóbulo de mi oreja con sus dientes tuve que morder mi labio para contener el pequeño gritito que quería soltar.

Lleve mis manos a su abdomen, dejando caricias hasta que llegué al cinturón que tenía alrededor de sus pantalones y justo cuando me disponía a desabrocharlo, Harry me agarró de las muñecas, deteniéndome.

- Kelly… ¿Estás segura?...No tenemos porqué…- dijo con la respiración entrecortada pero con la mirada muy seria.
- Sí, estoy segura.
- Está bien, pero no aquí. Subamos.

Ahora era él quien tiraba de mi mano para hacerme subir las escaleras hasta la que ahora era nuestra habitación. Me detuvo cuando yo intentaba ir hacia la cama y me volvió a besar en los labios. Sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo con necesidad y cuando llegó a la cremallera del vestido la deslizó para hacer que cayera a mis pies.

Ahora estaba en ropa interior frente a él y eso me producía una vergüenza increíble, nunca otro hombre me había visto así antes.

- Tienes un cuerpo precioso, Kelly. – mis mejillas se tornaron más rojas, si es que eso era posible.

Me llevó hasta la cama, mientras se deshacía de sus zapatos y su pantalón. Se agachó para sacarme mis sandalias y luego me recostó en la cama, manteniéndose encima de mi cuerpo, pero de algún modo era capaz de descansar todo el peso sobre sus brazos y piernas, para que yo no lo sintiera. Pero lo único que yo quería era sentirlo.

Volví a acariciarlo, ahora bajo su atenta e intensa mirada. Bajó su boca hasta mi vientre y empezó a trazar un camino de besos hasta llegar a mis labios, donde se detuvo más tiempo, saboreándome al completo.






- ¿Estás segura? – volvió a repetir por segunda vez en la noche.

Estábamos completamente desnudos y con solo una palabra podía hacer que nos uniéramos completamente. Lo quería, quería que eso sucediera más que nada en el mundo. Quería que sucediera con él, porque estaba enamorada de todo lo que Harry era, de todo lo que me podía hacer sentir con solo un roce de piel contra piel. Porque sabía que él era el indicado, lo había sabido durante mucho tiempo pero hasta ahora no me había dado cuenta de la intensidad de mis sentimientos hacia él.

¿Qué si estaba segura?

- Si, Harry, estoy segura.

Clavó sus ojos en los míos antes de cerrarlos y besar mis labios una vez más, un beso corto pero cargado de emociones. Al abrirlos sentí todo el amor dentro de ese color esmeralda brillante y me pregunté si él podía ver lo mismo en mí.

- Te amo. – susurró.
- Te amo. – contesté, siendo totalmente consciente de todo el significado de esa frase.


Y en un movimiento, Harry unió nuestros cuerpos.












Hooooooooola. 

Bueno, tengo que deciros muuuuuuchas cosas. Pero antes de nada, como se me da muy mal describir las cosas, os dejo una foto de lo que sería la casa y la habitación: casahabitación.

Sé que no he narrado su primera vez detalladamente, pero es que tampoco quería que fuera una fanfic así, lo que más me gusta de GOOMH es ese toque tan dulce que tiene, y quería mantenerlo. Así que lo siento si os he decepcionado, pero en ningún momento he tenido la intención de narrar esa escena con detalle, me lo reservo para Gold in shadow o futuras novelas.

Hablando de Gold in shadow, no he olvidado esa novela, solo que quiero terminar GOOMH antes de seguirla. ¡Ah! Hace poco subí un nuevo trailer de Gold in shadow



                 

Espero que os guste y a las que no la leen todavía, se animen a hacerlo. 


Siento haber tardado tanto escribir, ya avisé de que tenía que centrarme en los exámenes de pendientes. ¡Paso a Bachiller! Y en realidad casi ese es el motivo de que haya tardado en subir, ya que luego he tenido que ponerme a cubrir todo el papeleo de la matrícula y eso. Bueno, además de que aproveché para descansar y salir todo lo que no había salido durante el verano. Mañana es la presentación y estoy cagada del miedo, ya que es la primera vez que cambio de centro, llevaba toda mi vida en el mismo colegio y ahora tener que cambiar todo...No sé, es raro y no estoy todavía preparada. Me he pasado toda la tarde escribiendo debido a la culpabilidad que sentía por no haber subido capítulo durante estos días y también necesitaba leer esos preciosos comentarios para poder sacarme este nudo de nerviosismo que tengo. 

Por cierto una chica me comentó preguntando si podía poner su novela así que aquí os la dejo: http://heartattackonedirectionfanfic.blogspot.com.ar ¡Pasaros a echarle un vistazo! 

Ahora mismo puedo decir que queda un capítulo y el epílogo. Así que el final está más cerca que nunca hdfbdnjsdaks. 

Y bueno que muchíiiiiiiiiiiisimas gracias por leer, comentar, votar. Simplemente por estar ahí, os quiero muchísimo. 

Recordar votar para saber cuantas personas leen.

jueves, 29 de agosto de 2013

Capítulo 33.

Todo había pasado demasiado rápido desde que Harry y yo por fin nos reconciliamos.

Él se había quedado conmigo todo lo que restaba del día, después de que hubiera insistido en que debía volver a Los Ángeles con los chicos. Consiguió un avión para el día siguiente, aunque él no estaba demasiado contento con eso irse, y me lo había dejado bien claro durante toda la noche. Mantuvo mi cuerpo bajo sus brazos, sin dejar que me moviera lo más mínimo. Odié sentir el miedo que él tenía a perderme, miedo que yo ocasioné. Pero sus besos hicieron que consiguiera olvidarme de todo.

Después de que hubieran cumplido el mes y medio que iban a estar en Los Ángeles, los chicos regresaron.

Pero no estuvieron por demasiado tiempo. One Direction había aumentado notablemente su fama y empezaron a viajar más a menudo a los Estados Unidos, haciendo que la menor parte del tiempo la pasaran en Londres.

Yo también estaba bastante ocupada, ya que a medida que avanzaban los meses, se aproximaban más y más los exámenes finales. Lo que ocupaban prácticamente todo mi tiempo.

Pero pensar que ahora estábamos a escasos días del fin de curso hacía que me esforzara todavía más por mantener mi cabeza concentrada en los estudios. Ya solo me quedaba un examen más y los que ya había hecho me habían salido bastante bien, pero era incapaz de evitar sentirme nerviosa respecto a las notas. Quería que me admitieran en una buena universidad, y para ello necesitaba una nota alta.



Bajé a la cocina vestida con el pantalón de chándal viejo y una sudadera, ropa que me había puesto esa mañana nada más levantarme y ducharme. No me había molestado en arreglarme lo más mínimo, ya que tenía pensado quedarme a estudiar todo el día.

Mi madre había llevado a Emily al entrenamiento después de comer y ella fue, por lo que había conseguido entender ya que estaba distraída contestando a un mensaje de Harry, a casa de la abuela. Sabía que mamá había decidido pasar el día fuera para que yo tuviera más espacio y tranquilidad para estudiar, pero estar tantas horas sin mantener una conversación real con alguien estaba volviéndome loca.

Abrí la nevera y saqué el zumo de naranja y un yogurt natural. Tomé un cuenco y vertí el contenido del yogurt para luego esparcir cereales encima. Empecé a remover con una cuchara mientras que con la otra mano me echaba un poco de zumo en el vaso. Metí una cucharada de yogurt en la boca mientras mi mente, descentrada totalmente de las letras de la revista que tenía delante, empezaba a vagar por pequeños recuerdos de las últimas semanas.


La punta de mi pie estaba tocando repetidamente el suelo mientras mordisqueaba el lápiz que sostenida entre dos dedos. Llevaba más de quince minutos sin poder pasar de la primera frase de la página del libro de Historia. No era capaz de escuchar otra cosa que no fuera el crujido que sufría cada patatilla que Harry se metía en la boca.

Él estaba sentado en mi cama comiendo mientras yo estudiaba en el escritorio. Había aparecido en casa por sorpresa suplicándome que dejara que se quedara, prometiendo un absoluto silencio. Yo, ingenua, acepté ya que los chicos estarían solo ese día en Londres y no había pasado tiempo con Harry desde hacía más de una semana.

Empecé a contar las mecánicas acciones de Harry, acciones que había memorizado:

                               1)      Estira el brazo.
                               2)      Mete la mano en la grasienta bolsa de patatillas.
                               3)      Saca una.
                               4)      Se la lleva a la boca.
                               5)      Mastica.

Justo antes de que la cuenta volviera a empezar desde el punto número uno dejé el lápiz en la mesa y me giré irritada hacia él.

- ¡Para, para ahora mismo! – Harry, que ya tenía la mano dentro de la bolsa de nuevo, mientras la otra estaba sujetando su móvil, me miró sin entender que estaba pasando.
- ¿Qué?
- ¡Oh, tú sabes el qué!
- Kelly, créeme que no tengo ni idea de lo qué estás hablando. – mordió la patatilla y fue la gota que colmó el vaso. Me levanté de la silla y fui hacia él, retirando la bolsa de su vista. - ¡Eh, estaba comiendo eso!
- ¡Dijiste que no harías ruido!
- ¡Y no he dicho ni mu en todo este rato!
- ¿Es qué no eres consciente de lo ruidoso y molesto que eres al comer? ¡No he podido ni memorizar una palabra desde que abriste esta maldita bolsa!

Era consciente de mi respiración agitada y de que probablemente mis mejillas estaban teñidas de rojo, pero me daba igual. Estaba enfadada con él, muy enfadada.

Harry se incorporó, ya que se encontraba ocupando todo el largo de mi cama, y se sentó sin quitarme la vista de encima. Se limpió la mano con la que había estado comiendo a los vaqueros y apagó el móvil.

- Ven aquí.

Abrió los brazos y sus hoyuelos aparecieron en escena. Dejé caer los hombros al sentir su mirada cálida y dejé la bolsa a un lado para sentarme en su regazo y esconder mi cara en el hueco de su cuello. Sus manos se envolvieron alrededor de mi cintura.

- Lo siento. – susurró en mi oído. – No sabía que estaba haciendo tanto ruido. Solo pretendía pasar un rato a tu lado. Te he extrañado.

Suspiré contra su cuello y sentí como toda la irritación de antes se desvanecía con las caricias por mi espalda. Dejé un beso en su clavícula, la garganta, el mentón, la mejilla…

- Uff…Cariño, como sigas por ese camino me veré obligado a hacer que olvides todo lo que has estado estudiando durante estos días. – mordí el lóbulo de su oreja despacio y me separé para mirarle a los ojos. Escuché como dejaba escapar un gemido a modo de protesta. – Eh, ¿por qué has parado?
- No quiero olvidarme de nada, porque me mataría esto de haber pasado tanto tiempo lejos de ti  para nada.
- Ummmh…puede que tengas razón. – dejó un pequeño beso en mis labios.
- Yo también te extrañé. – subí mi mano hasta alcanzar los rizos de la nuca y comencé a jugar distraída con ellos. Harry se relajo bajo mi tacto.
- Estoy deseando que acabes los exámenes.
- Yo deseo que dejes de irte del país cada dos por tres. – sus ojos se abrieron impregnados de dolor y mordí mi labio. – Perdón, no quería decir eso…Sé que es tu trabajo, es solo que a veces…
- ¿A veces qué? – me alentó.
- A veces desearía que solo fuéramos tú y yo. Harry y Kelly. Ni fans, ni paparazzis, ni estudios, ni nada que nos separe al uno del otro. – apoyé la cabeza contra su pecho y lo abracé fuerte. – Es egoísta pensar de ese modo, pero no puedo evitarlo…- ahora era él quien jugaba con mi pelo.
- Yo siento lo mismo que tú, y me encantaría poder ser la persona normal con la que mereces una vida feliz…- alertada por el intenso mensaje oculto de sus palabras, me separé, sujetando su cara entre mis manos.
- Escúchame bien, Harry Styles. Soy feliz contigo y no quiero a nadie normal porque lo normal está sobrevalorado y no quiero a otra persona intentando hacerme feliz. No quiero a nadie que no seas tú. Así que si vas a seguir diciendo cosas estúpidas mejor cállate y sácame el estrés a besos, por favor.

Su cara brilló con esa dulce y única sonrisa, atrapando mis labios y eliminando la poca distancia que nos separaba.


Estaba tan embobada en mis pensamientos que no escuché el timbre la primera y la segunda vez que sonó, pero si la tercera. Caminé hacia la puerta intentando arreglar la coleta desecha que tenía, apartando los pelos de mi cara.

El timbre sonó de nuevo.

- ¡Ya voy!

¿Quién sería? Eran casi las siete de la tarde y mamá y Emily no llegarían hasta las siete y media.

Abrí la puerta y lo primero que vi fue un enorme ramo de rosas blancas, mis favoritas.

- ¿Puedo pasar? – Harry apareció con una sonrisa detrás del ramo. Me aparté para que entrara y cerré la puerta detrás de él. – Esto es para ti. – cogí las flores, notando su peso sobre mis brazos.
- Voy a ponerlas en agua.

Fui hacia la cocina, sacando un jarrón de uno de los cajones bajo la encimera, lo llené de agua en el fregadero y coloqué las rosas con cuidado, arreglándolas para que lucieran mejor antes de ponerlas en la encimera.

- Gracias. – me volví hacia Harry.
- De nada. – su sonrisa me llenó por completo.
- ¿Qué haces aquí? – apoyé el peso sobre el otro pie sin moverme del sitio.
- He venido a hacerte una pequeña visita, te echaba de menos. – abrió sus brazos para mi, y no dudé un segundo antes de rodear su cintura, reposando mi cabeza sobre su pecho.
- Te vi ayer. – susurré, ya que con lo cerca que estábamos no necesitaba hablar más alto para que pudiera escucharme.
- Solo fueron cinco minutos después de haber llegado a Londres, desde aquella no he sabido nada de ti.
- Estuvimos hablando a la hora de comer, tonto.
- Pero no es lo mismo. – besó mi cabeza.
- Eso es cierto.

Froté mi mejilla contra su pecho antes de levantar la cara para mirarle. En el segundo en que nuestros ojos se encontraron, sentí esa chispa de electricidad recorrer mi cuerpo, esa chispa tan familiar cuando él estaba a mi lado.

Inclinó la cabeza hacia abajo y besó mi nariz, antes de colocarme en frente de él. Llevó su mano hacia mi mejilla, la cual acarició hasta seguir el camino de mi mandíbula para luego fundir nuestros labios en un dulce beso, que duró lo suficiente para que pudiera saborearlo al máximo. Mis manos se enredaron en sus sedosos rizos, regalando pequeñas caricias a su cuello con ayuda de mis pulgares.

- ¿Qué tal el estudio? – se separó de mi y recogió el cuenco con yogurt y cereales que había dejado sin terminar, pero él se estaba encargando de que quedara completamente limpio.
- Aburrido. Ya me lo sé todo y ahora solo estaba repasando. Bajé a comer algo porque me desesperaba estar encerrada en mi habitación tanto tiempo. – Harry me puso mala cara. - ¿Qué pasa?
- Si solo estabas repasando, ¿por qué no me llamaste? Llevo toda la tarde asqueado viendo como Louis y Eleanor se meten mano en mi sofá. – me reí ante su pequeño enfado.
- Pensaba que estarías más ocupado, lo siento. – Harry dejó el cuenco vacío en el fregadero y se acercó de nuevo a mí, rodeándome con los brazos.
- ¿Qué tal si me ocupas ahora? – levantó una ceja acompañada del rastro de una sonrisa pícara.
- Así que vienes a mi casa, me traes un ramo de rosas y luego me pides que te ocupe en algo.
- Es un buen resumen de lo ocurrido en los últimos minutos, sí. Y no quiero que me ocupes en algo sin más, quiero que me ocupes en algo concreto.
- ¿Podría ser más claro, señor Styles?
- Por supuesto, señorita Lodge.  – bajó sus labios a mi oído. – Me estaba refiriendo…- besó la parte baja de mi oreja. -…a…- mordisqueó la piel sobre mi clavícula para luego dejar un beso húmedo en ese mismo sitio. -…este tipo de…- atrapó mis labios en un beso lento, cuando intentó separarse de mi tiré de su labio inferior. -…algo.

Entonces me acordé de un tema del cual tenía que hablar con él. Lo separé, sintiendo como lo dejaba con las ganas de más.

- Tenía que mencionarte algo.
- ¿Algo? – sonrió. Le di un pequeño puñetazo en el hombro.
- No de ese tipo.
- ¿Entonces? – empezó a caminar hasta el sofá del salón y se dejó caer en él, indicándome con la cabeza que me sentara a su lado. Algo que hice encantada.
- Sarah y yo llevamos mucho tiempo soñando con irnos de viaje juntas nada más acabar el último año de instituto y….
- No. – fruncí el ceño, levantando la cabeza para mirarlo mejor.
- ¿Qué quieres decir con ese no?
- Pues que no os vais a ir a ningún sitio porque tanto tú como ella tenéis planes más que hechos.
- ¿De qué estás hablando, Harry?
- Cuando acabéis las clases, Sarah se irá de viaje con Niall. – besó mi nariz. – Y tú te vendrás conmigo.
- ¿Se puede saber cuándo Sarah o yo hemos aceptado ese “plan”?
- Bueno, creo que Niall se lo habrá contado hace una hora y yo te lo estoy diciendo ahora. ¿Es qué no vas a aceptar? Estoy seguro de que tu amiga si lo ha hecho.
- ¿A dónde piensas llevarme? – junté mis cejas.
- Eso es un secreto. – la enorme sonrisa de satisfacción que tenía en la cara me indicó que se estaba burlando de mí.
- No voy a aceptar si no me dices a donde piensas llevarme.
- Bien, entonces te llevaré a la fuerza.
- No serás capaz. – me crucé de brazos.
- ¿Ah, no? ¿Quieres ver una pequeña demostración de lo que soy capaz?

Me cogió y tiró mi cuerpo encima de su hombro, empezando a subir las escaleras conmigo dando golpes contra su espalda para que me soltara, pero él no cedía.

- ¡Harry, bájame!
- No. Has dicho que no sería capaz, y voy a hacer que te retractes, bebé.


Cerró la puerta de mi habitación con una patada leve y me tiró sobre la cama, con él encima de mí. El eterno camino de sus besos empezaba a nublarme la mente y sabía que no tardaría en ceder a todo lo que él me pidiera. 










Sé que dije que no subiría hasta septiembre pero me estaba muriendo con las ganas que tenía de escribir, así que hoy he mandado los estudios un poco a la mierda antes de que me explotara la cabeza, además, echaba de menos vuestros comentarios bonitos :c

Siento si no es un capítulo tan bueno, bc escribí todo muy deprisa en un ataque repentino y no pensaba con claridad. ¡Pero he subido capítulo antes de lo esperado!

Deciros que os quiero mucho, mucho, mucho. Y que después de este capítulo probablemente si que vais a tener que esperar otro poquito más. 

Quedan 3-4 capítulos de esta novela solamente hbfgdjnsd. 

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