miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 27.

Abrí los ojos muy despacio mientras me daba cuenta de la cantidad de luz que entraba a través de las cortinas. Ayer se me había olvidado cerrar las persianas. 

Sentí entonces el pequeño peso sobre mi cuerpo, bajé la vista y allí estaba ella. Su cabeza todavía descansaba sobre mi pecho, y se agarraba a mí en un abrazo. Notaba su pausada y constante respiración que me indicaba que aún seguía completamente dormida. 

Jamás me había parado a pensar en lo afortunado que era de tenerla. Kelly era lo que siempre había deseado. ¿En qué momento se había convertido en el centro de mi mundo? 

Subí un poco más su camiseta para que mi mano se acoplara a su desnuda cintura y empecé a acariciarla con mi pulgar. Liberé mi otro brazo de debajo de la almohada para poder retirar los mechones rebeldes que habían ocupado su rostro, de la forma más lenta posible, con cuidado de no despertarla. Sin darme cuenta estaba marcando el contorno de su cara con mi dedo, pasando por su frente hasta su mandíbula y acabando en esos labios rosas que tanto me gustaban besar. 

- Puedes besarme. 

Me sobresalté un momento y luego sonreí sin apartar mi dedo de sus labios. Kelly se revolvió entre las sábanas sin romper el abrazo. Emitió un dulce gruñido cuando pasé la mano que tenía sobre su cadera por su suave vientre. Abrió sus ojos. Gris moteado de azul. 

- ¿Qué haces? – preguntó frotando su mejilla contra mi pecho. 
- Observarte. 
- Mmmmh… ¿Y es entretenido? 
- Oh, créeme que eres lo más entretenido e interesante que he visto jamás. – el rubor subió hasta sus mejillas.
- Quiero lo que pedí antes. – levanté una ceja confundido, entonces ella tocó sus labios dos veces. – Bésame. 
- Te despiertas con exigencias eh. – me sacó la lengua, burlándose. – Es mejor que guardes esa lengua, porque será mía en dos segundos. 

Iba a replicarme, pero no la dejé. La callé con un beso, un beso lento que subió de tono a una velocidad increíble. Rocé mi lengua contra sus dientes, pidiendo acceso, él que por supuesto no me negó. Era asombroso como nuestros labios encajaban tan perfectamente. 

- Harry…- me separé muy despacio. 
- ¿Si? 
- Tenemos que vestirnos e ir al aeropuerto. 

Sentí un pinchazo en el estómago al saber que mientras nos besábamos ella estaba pensando en que yo iba a irme. Aunque el dolor era compartido con la gran culpabilidad que sentía por dejarla. 

- Es cierto. 

Rompí la unión de nuestros cuerpos y salí fuera de la cama. Revolví mis rizos mientras me acercaba a la ventana para ver cómo estaba el día. Para empeorar todavía más las cosas, llovía. 

- ¿Puedo usar la ducha? – me di la vuelta encontrándome con Kelly sentada en el borde de la cama y con la mirada perdida y triste. 
- Claro. Hay toallas limpias en el armario y puedes coger lo que necesites. – ella se levantó pasando delante de mí y directa al baño. 
- Gracias. – me dedicó una pequeña sonrisa antes de cerrar la puerta tras de sí. 

Me quedé un rato allí de pie, hasta que se escuchó el agua correr. Decidí que yo también debería darme una ducha, así que fui al baño que estaba en el pasillo. 


K


Salí del baño ya cambiada con la ropa que había traído en mi mochila (http://www.polyvore.com/let_me_back/set?id=82432186) y revolviendo mi pelo con una suave toalla de algodón. Cuando entré en la habitación de nuevo me encontré con Harry vestido solo con unos vaqueros y con el torso y el pelo mojados. 

- Con el pelo así, todo empapado, te llega hasta casi los hombros. 
- ¿Crees que debería cortármelo? – pasó por su cabeza una camiseta blanca y luego un jersey marrón. 
- No, ni se te ocurra. Me gustan tus rizos. – me sonrió mientras acababa de calzarse con unas botas y luego se levantó, tirando de la cinturilla de mi pantalón, haciendo que mi cuerpo chocara contra el suyo.
- Sé que te gustan, a todas les gustan. – yo solo rodé mis ojos. 
- Egocéntrico. 
- Preciosa. – sonreí.
- Idiota. 
- Me quieres. 
- Solo un poco. – besé su nariz y me separé de él. - ¿Nos vamos ya? 

Asintió a la vez que cogía la maleta que tenía tras la puerta de su habitación. Yo bajé las escaleras delante de él. 

- Espera, no has desayunado nada. ¿Quieres algo? 
- Podemos parar en un Starbucks y coger algo de camino. 
- Está bien. 


Luego de parar en el Starbucks por dos cafés y dos muffins seguimos el trayecto en coche hacia el aeropuerto. Harry no podía dejar de hablar, sabía porque lo estaba haciendo. Quería que dejara de pensar en que iba a estar ausente por muchos días, y en cierto modo agradecía el intento. Pero no era que funcionara demasiado bien.

Y cuando el coche se paró sentí todos los momentos vividos al lado de Harry tan lejanos como mi primer día de infantil. Estábamos ya en el aeropuerto. De repente me empezó a doler el estómago. 

- Kelly, ¿estás bien? – abrí los ojos, que segundos antes había cerrado por la punzada de dolor, Harry estaba apoyado en la puerta abierta del coche para mí.
- Oh, sí. Estoy bien…

Salí del coche y Harry me pasó un brazo por la cintura, sonreí mientras apoyaba la cabeza en su hombro. Di gracias a que dos guardaespaldas nos estaban esperando para conducirnos fuera de los flashes y las fans.

Llegamos a un lugar apartado dentro del enorme recinto donde ya estaban todas las parejas y parte del equipo de los chicos que se irían con ellos a Los Ángeles.

- Hola chicos…y chicas. – dijo Harry antes de que todos se giraran a vernos y se acercaran para saludar. 
- Kelly, ¿qué tal la noche? – me preguntó Sarah después de que consiguiera separarme un poco de Harry. 
- Sarah, calla. 
- Uuuuh… ¿eso quiere decir que bien o mejor que bien? 
- No me hagas pegarte. – dije cuando vi que Harry volvía a buscarme. 
- Tranquila, ya me contarás todo con detalles. – me guiñó un ojo y desapareció para meterse debajo del brazo de Niall mientras dejaba un beso en su mejilla, algo que al rubio pareció encantarle. 
- ¿De qué hablabais Sarah y tú? – Harry me llevo hasta una fila de pequeños asientos de espera, y me hizo sentarme a su lado. 
- De nada, está loca. 
- ¿Y por eso te pide que le cuentes todos los detalles? – Levantó una ceja, insinuando. 
- No hay detalles que contar. – murmuré. 
- Podemos ir al baño y arreglar eso ahora mismo. – estaba susurrando contra mi oreja, algo que me puso los pelos de punta. 
- Harry. – le pegué en el pecho. 
- Tienes, razón, el baño es demasiado asqueroso. A saber quien ha sentado su culo en esos retretes. ¿Qué tal sobre la cinta del escáner ese de las maletas? Supongo que será un sitio bastante limpio, ¿no?
- ¡Harry! - no me pude aguantar más la carcajada. 
- Dime, preciosa. 
- Eres idiota, ¿sabías eso? 
- Algo me habían comentado al respecto. 
- No tienes remedio. - negué con la cabeza. 
- Creo que si puede haber un remedio para mi. 
- ¿A sí? - apoyé el mentón sobre la palma de mi mano y esperé a que hablara. 
- Si. Pero es un secreto, ven acércate. - abrió sus brazos y señaló a su regazo. Sin pensármelo dos veces, me dejé arropar por sus brazos. 
- ¿Ahora me lo vas a decir? 
- Claro. - metió un mechón de pelo suelto tras mi oreja. - Pero no se lo puedes decir a nadie, porque lo podrían utilizar en mi contra eh. 
- Prometo no decírselo a nadie. - llevé una mano a mi corazón y levanté la cabeza.
- Bien. Ese gran remedio no podría ser otra cosa que esto...

Dejó las palabras en el aire mientras cogía mi cara entre sus manos para mayor acceso a mi boca. Sus labios chocaron cálidos y húmedos contra los míos. Me sorprendí de la lentitud y suavidad del beso, sin nada más por medio que sus labios y los míos. 

Separó nuestras bocas para dejar un beso más en mi mejilla y otro en la mitad de mi cuello para luego hacerme recostar contra sí. Acarició mi pelo por lo que sentí como horas, solo sintiendo su respiración y sus latidos mezclados con los míos. Pero todo en esta vida tiene un final. 

- Chicos, es la hora. Despediros ya, nos tenemos que ir. El avión ya vino con retraso. 

Solo se escuchó malas palabras de parte de toda la gente en la sala, entre todas esas malas palabras, sin duda, destacó la voz de mi mejor amiga. 

- Cariño, tengo que irme. - Acarició mi pelo una vez más y se levantó, obligándome a hacerlo también. 

Cuando estuvo de pie, cogió mis brazos para pasarlos por su cuello, y él me abrazó por la cintura, apretándome lo máximo posible a su cuerpo. Lo miré a los ojos, a sus ojos verdes, ahora cristalinos y cargados de tristeza. Supe que él miraba en mí lo mismo que yo miraba en él.

- Kelly...Juro que te llamaré todos los días. - negué.
- No, ¿a caso no sabes lo cara que será la factura del teléfono? 
- Me da igual, no quiero olvidarme del sonido de tu voz. 
- Existe Skype. 
- Oh, no había pensado en eso. Mejor todavía, así podré ver como cada día estás más guapa. 
- Voy a seguir igual de fea cuando vuelvas, Harry.
- No vuelvas a decir algo así. Eres lo más hermoso que hay en el mundo, y nadie podría dudar de ello jamás. - fue inevitable, las lágrimas empezaron a caer sin remedio por mis ojos. 
- Harry...- me abrazó aún más fuerte, si eso era posible, y escondió su cara en el hueco de mi hombro. 
- No dejes que ningún chico se te acerque. 
- Lo mismo digo. 
- No me van los chicos. - sonreí entre mi mar de lágrimas. 
- Sabes a lo que me refiero. 
- Lo sé, y no te preocupes por eso. 
- Confío en ti. - le apunté con un dedo en el centro de su pecho. 
- Me alegra escuchar eso. 
- ¡Chicos! - la misma voz de antes volvió a gritar. 
- Venga, tienes que irte. - intenté separarme de él, pero no me lo permitió. 
- Te quiero, más de lo crees. 
- No sigas, porque harás que no te deje coger ese avión. 
- Estaría encantado de que no me dejaras hacerlo. 
- Pero es tu trabajo, tienes responsabilidades y chicas a las que hacer feliz. 
- Quiero hacerte feliz a ti. 
- Y lo haces. - esta vez fue el quien sonrió y luego dejó un pequeño beso en mis labios. 
- Te quiero. 
- Y yo a ti. 

Dos besos más y casi tuvo que venir Louis a despegarlo de mi. No paraba de mirar para atrás y casi se estampa contra la pared. Me hizo reír hasta el último momento en que desapareció de mi vista. 

- Allá van nuestros chicos. - dijo Eleanor, mientras nos agarrábamos una al brazo de la otra para ofrecernos mutuo apoyo. 

Y era cierto, allí iban nuestros chicos. Mi chico.








Subí el domingo y vuelvo a subir el miércoles. Esto, si estuviera en el colegio no pasaría nunca. 

Veo que el gif 2 ha tenido un éxito absoluto, ¿eh? Así que creo que hay un ganador. Estoy trabajando en mi cabeza en la estructura de ese fic, pero no tengo nada hecho, solo escogí quien sería cada uno de los personajes. Espero daros noticias de ese fic pronto. 

Algunas me preguntasteis cuantos capítulos quedan para que acabe GOOMH; pues bien, no estoy completamente segura, ya que de repente se me ocurren cosas y las quiero incluir. Pero aproximadamente diez capítulos, puede que sean más o menos. Todo depende de lo largos que sean esos capítulos. Y no, no habrá segunda temporada, porque el final está pensado para que sea el final definitivo. 

Gracias a las 10 personas que comentaron el capítulo anterior, de verdad. 

Y como siempre, gracias a todas por leer <3

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domingo, 23 de junio de 2013

Capítulo 26.

Me había despertado por culpa del teléfono de casa, había sonado tantas veces hasta que mi madre por fin lo cogió, que me fue imposible conciliar el sueño de nuevo.

Iba a coger el móvil y mandarle un mensaje a Harry, pero la voz de mamá proveniente de la planta de abajo chilló avisándome que la comida estaba lista. Yo y mi mala manía de despertarme todos los fines de semana a la hora de comer.

No me molesté en vestirme, así que bajé en pijama y me senté al lado de una Emily poco contenta con las verduras cocidas de su plato. Revolví su melena rizada, a lo que ella se quejó con un pequeño gruñido que me hizo sonreí.

- Algún día despertarás a una hora normal, algún día. – dijo mi madre colocándome otro plato de las apetitosas verduras enfrente mío.
- Solo recupero las horas que no he podido dormir durante la semana de instituto, mamá. – ella simplemente suspiró y regañó a mi hermana pequeña por darle tantas vueltas a su comida.
- Por cierto, mientras dormías, llamó Sarah.
- ¿Y qué quería? – metí un trozo de brócoli en mi boca.
- Preguntarme si hoy podías quedarte a dormir en su casa. – eso me alegró completamente la mañana.
- ¿Y qué le dijiste?
- Que sí.
- ¡Te quiero, mamá! – me levanté y la abracé por los hombros.



Después de comer salí disparada hacia mi habitación y luego fui hacia el baño para abrir la villa del agua. Cuando estuvo a la temperatura perfecta, me refugié bajo el chorro de agua un buen rato mientras una sonrisa inundaba mi cara.

Nada más salir del cuarto de baño me vestí rápidamente
(http://www.polyvore.com/nothing_like/set?id=82401214). Dejé mi pelo suelto para que se secara solo y me dispuse a meter lo necesario en mi mochila para pasar la noche con Sarah.

Cuando estuve lista bajé con la mochila a mi espalda. Me despedí de Emily y mamá y salí de casa.

Mi madre me había dicho que Sarah le dijo que cuando acabara de comer fuera para su casa, así que no me paré a llamar a Harry. Y ahora que me daba cuenta, hoy era la última tarde que podíamos pasar juntos. Sentí una punzada de dolor en mi estómago.

Tenía que verlo, tenía que aprovechar el poco tiempo que nos quedaba juntos. Podría decirle a Sarah de llamar a Harry y Niall y así todo estaba arreglado. Decidido, no permitiría desperdiciar el tiempo no estando a su lado.

Cuando estaba ya a pocos metros de la casa de Sarah, me desconcertó ver un coche negro delante de la casa, un coche negro que conocía perfectamente. Fruncí el ceño y aceleré el paso. Mis pies acababan de tocar el porche de madera cuando la puerta se abrió descubriendo un buen cuerpo dentro de unos vaqueros y una camiseta de manga corta negra.

- ¿Harry? – éste levantó la cabeza con una sonrisa de lado.
- Hey, pensaba que no llegarías nunca. – se acercó a mi y rozó sus labios con los míos. Ese simple contacto me volvía loca, pero controlé mis ganas de agarrar sus rizos entre mis dedos y besarlo hasta que el mundo se acabara.
- ¿Qué haces aquí? – ladeé la cabeza.
- ¡Kelly! – Sarah salió del interior de la casa, Harry tuvo que apartarse cuando ella me envolvió entre sus brazos.
- ¡Sarah, me ahogarás! – mi amiga se separó y me miró con una sonrisa reluciente. Noté que su mano fue entrelazada, me di cuenta entonces de la presencia de Niall allí.
- Hola Niall. – sonreí al rubio, parecía que acababa de hacer un gran acto de valentía al coger la mano de mi mejor amiga.
- Hola Kelly. – correspondió a mi sonrisa, mirando de soslayo su mano entrelazada. Solo me entraron ganas de empezar a hablar con Sarah de lo mono que era.
- Bueno, ¿nos vamos? – Harry pasó su brazo por mi cintura, atrayéndome a él.
- ¿Irnos? ¿Irnos a dónde? Pensaba que venía a quedarme. – señalé la mochila a mi espalda.
- Eh...Respecto a eso…Mentí. – Sarah se encogió de hombros, intentando parecer inocente.
- ¿A qué te refieres con que mentiste?
- Bueno, no mentí en todo. Mis padres hoy no están en casa, pero no dormirás aquí.
- ¿Y para eso me haces traerme el pijama, tonta?
- Que no vayas a dormir en mi casa no quiere decir que no vayas a dormir fuera.
- ¿Qué quieres decir?
- Hoy duermes en mi casa. – dijo Harry, apretando su agarre.
- ¿Qué? – reprimí un chillido.
- Si no quieres venir, puedo dejarte en casa ahora. – la voz de Harry sonó dolida e hizo que me sintiera culpable.
- No, no es eso. Es solo que…
- ¿Si? – quiso saber él.
- Harry, ¿me dejas hablar un momento con Kelly? Cosas de chicas. – y guiñó un ojo hacia él. Harry se limitó a asentir y se situó al lado de Niall mientras Sarah me llevaba dentro de la casa.
- ¿Se puede saber qué te pasa? – inquirió Sarah.
- ¿Qué me pasa? Nada.
- Oh, claro. Por eso te pones así de paranoica por saber que vas a pasar la noche en casa de tu novio. – sus palabras fueron recalcadas en ‘tu novio’.
- Sarah, yo…
- Kelly, hoy es el último día que vas a poder estar con él antes de que se vaya. Luego te quedarás sin verlo un mes y medio. – Iba a contestar pero Harry  se apoyó en el marco de la puerta, mirándonos.
- ¿Todo bien, chicas?
- Si, si. Todo perfecto. Estábamos hablando de lo emocionada que está Kelly por ir a tu casa esta noche. – tuve que tragar saliva y ver a mi amiga con mis ojos saliendo de sus órbitas.
- ¿Es eso cierto? – los dientes de Harry parecían perlas enmarcadas en una preciosa sonrisa.
- Eh…
- ¡Claro que sí! Ahora, marchaos. Quiero pasar tiempo con mi chico, ¿sabéis? – no podía ser más directa.
- Vamos. – Harry tendió me tendió su mano, la cogí sin dudarlo y tiró de mi, fuera de la casa.


Después de despedirnos de la desesperada e intranquila Sarah y el pobre Niall que tiene que aguantarla, entramos en el coche de Harry. Yo no podía dejar de pensar en lo que podría pasar a la  noche, y en las ganas inmensas que tenía de meterme en el armario de mi habitación y no salir nunca.

- ¿Está interesante? – giré mi cabeza sin entender muy bien. Harry señaló con el mentón hacia fuera de la ventana, la cual llevaba mucho tiempo viendo sin despegar la vista. No contesté, simplemente miré hacia abajo con vergüenza. – Estás muy callada, ¿algo va mal?

Aprovechó un semáforo en rojo para levantar mi barbilla entre sus dedos, obligándome a verlo directamente a sus ojos. Aun no llegaba a acostumbrarme a la cualidad que tenían esas dos pequeñas esferas verdes para mostrarme el estado de ánimo de Harry con solo un pequeño vistazo. Ahora su brillo se mostraba más oscuro y tintineaba, estaba preocupado por mí.

- Todo está bien. – sonreí no intentando que se notara que era una sonrisa falsa.
- ¿Segura? Puedes contarme cualquier cosa, lo sabes, ¿verdad?
- Lo sé. – liberé mi cara de entre sus dedos. – Está verde.

No sabía a dónde nos dirigíamos, y eso me causaba un cierto grado de curiosidad,  pero que no llegaba a apagar a la voz de mi cabeza que solo pensaba en los ‘¿Qué pasaría si…?

- Puedes salir del coche eh.

Me sorprendí al darme cuenta de que el vehículo había parado y ahora Harry sostenía mi puerta abierta. Salí y esperé a que Harry cerrara el coche con un toque en sus llaves, después de escuchar el ruidito correspondiente que aseguraba el preciado coche cerrado, se giró y entrelazó su mano con la mía antes de ponerse a caminar tan tranquilamente por las calles londinenses junto a mí.

El escalofrío que me producía su toque hizo nublar durante unos instantes todos mis sentidos, pero pronto me di cuenta de la situación.

- ¿Qué estás haciendo? – Harry apartó su mirada del frente para dirigirla hacia mí.
- ¿Caminar? – levantó sus hombros y luego los dejó caer.
- Harry, estamos en medio de Londres. Hay un montón de gente. Eres famoso. ¡Me estás cogiendo de la mano en público y tú tan tranquilo! – sentía todas la miradas clavadas en mi nuca, una sensación para nada agradable.
- ¿Por qué no iba a estar tranquilo? Solamente voy cogido de la mano de mi novia por la calle. Creo que es algo bastante usual.
- Tú no eres usual.
- Oh, ¿gracias?
- Harry. – repliqué, algo cansada e histérica por toda la gente a mi alrededor.
- Kelly, tranquila.
- ¿Cómo quieres que esté tranquila en medio de esta situación? Si te pusieras unas gafas o te cubrieras…
- Vas a tener que tranquilizarte ya si no quieres que te bese aquí en medio de todo el mundo  y que mañana seas portada de todas las revistas del país y del universo entero.

Iba a contestar, pero decidí callarme y tragarme para mí misma las ganas de romper la sonrisa de victoria del idiota de mi novio.

Seguimos con el paseo con bastantes interrupciones de fans y flashes de cámaras. Pero ver a Harry sonreír ante las cámaras de las chicas que le pedían una foto sin soltar mi mano, era algo que realmente me llenaba de felicidad.

- Por fin, llegamos. – Harry levantó la vista al cielo, y tuve que imitarlo para poder observar lo mismo que él. El London Eye se extendía cielo arriba sobre nosotros.
- ¿El London Eye?
- El mismo. Venga, vamos.

Tiró de mi hacia la espera de las cabinas de la noria, sin soltar siquiera una sola palabra, pero podía notar su nerviosismo. Por lo visto, había reservado una cabina para los dos solos, y eso me ponía nerviosa a mí.

Volvía a pensar en lo que podría pasar por la noche, en si yo quería que pasara algo o no.

- Kelly, llevas toda la tarde comportándote de una forma muy rara, ¿sabes?
- ¿Rara? – me desplacé en la enorme cabina y me agarré a la barandilla para ver las increíbles vistas, a medida que ascendíamos mejoraban más y más.
- Si, de repente coges y te quedas callada como si yo no estuviera presente. No sé en lo que piensas, y resulta muy estresante.
- Lo siento…- suspiró.
- No lo sientas. Es solo que…Mañana me voy y…- golpe bajo, Harry.
- Para. No sigas por ese camino, en serio. – dejé caer mi cabeza, abatida.

Unos segundos después, mi mano izquierda estaba siendo acariciada suavemente. Clavé mis ojos en el recorrido del pulgar de Harry sobre el dorso de mi mano y cerré los ojos, dejándome llevar y acabando con la cabeza apoyada en su pecho y con él rodeándome la cintura.




Harry nos conducía hacia su casa con la radio encendida y cantando todas las canciones que el locutor decidía poner. A veces se le daba por hacer gestos muy raros y no podía evitar reírme, y cuando esto pasaba notaba como me miraba por el rabillo del ojo, dedicándome una hermosa sonrisa.

Sentía el cambio de temperatura de la caja de pizza que llevaba en mis piernas comparándolo a cuando la recogimos. Menos mal que estábamos llegando, así que no tendríamos que comer pizza fría.

- Llegamos al palacio, princesa.

Harry abrió mi puerta cogiendo mi mano para ayudarme a salir del coche. Dejó que yo entrase antes y cerró la puerta tras él.

- El palacio huele mucho a chico.
- Es que es un palacio muy varonil. – fui hacia el salón y dejé la caja de la pizza sobre la mesa mientras Harry iba a buscar dos refrescos.
- Pues debo decirte que los residentes del palacio no es que sean muy varoniles eh.
- ¿Dudas de mi virilidad?
- Oh, no sé. Quizás deberías preguntárselo a Louis y a ti mismo cuando os dan esos ataques de amor tan repentinos y peculiares. – Harry se sentó a mi lado en el sofá, ofreciéndome una de las latas que llevaba en la mano.
- ¿Estás celosa? – levantó una ceja hacia mí.
- Debe ser eso. – tomé un trago de la bebida burbujeante y luego dejé el refresco sobre la mesa.
- Eres la única para mí. – susurró Harry contra mi oído.

Me había pillado por sorpresa, en unos instantes se pegó tanto a mí que su respiración se mezclaba con la mía. Besó mi mejilla antes de separarse sin más y morder una porción de pizza.

- ¿Eso ha sido lo bastante varonil? He notado como se te ponían los pelos de punta.
- ¡Cállate! – le tiré un cojín a la cara. Y de repente me vi atrapada contra el sillón luchando para que dejara de hacerme cosquillas.



La cena se pasó entre risas y pequeñas peleas estúpidas por cualquier cosa que acababan conmigo tirada en el suelo o con la cara roja de Harry por el impacto de los muchos cojines sobre su cara.

Sentí un dolor en mi tripa y llevé mis manos hacia mi estómago. Harry, que estaba encima de mi cuerpo, sentado a horcajadas me miró preocupado.

- ¿Estás bien?
- Si. Pero creo que he comido demasiada pizza…
- Si es que eres una glotona. – abrí mis ojos.
- ¡Pero si tú te has comido más de la mitad!
- ¿Y has visto que cuerpo tengo? – levantó un poco su camiseta, mostrándome parte de su cuidado abdomen.
- El señor ego subido demás ha vuelto, señores.
- El señor ego subido demás sigue teniendo hambre, y como la señorita blandengue que no aguanta las cosquillas no se porte bien con él, se verá obligado a comerla.
- ¿Ah sí? – lo atraje a mi cuerpo tirando de su camiseta, y por supuesto, él no se resistió.
- Si.

Iba a besarme, pero fui más rápida y con un empujón conseguí apártalo de mi. Me levanté, cogí mi pequeña mochila y subí corriendo las escaleras. Nunca había estado en el cuarto de Harry, pero si en el de Louis, cuando Eleanor me llevó para prestarme ropa ya que la mía se había empapado después de una tarde con Harry. Así que por descarte, sabía que puerta correspondía a la habitación del chico de los rizos.

Abrí esa puerta, escuchando los pasos rápidos de Harry subiendo las escaleras. No me detuve a observar el personal espacio, que tantas veces había querido mirar y me metí en el baño. Justo cuando yo cerré la puerta, Harry entró en la habitación.

- ¡Kelly! – dijo con voz jadeante y entre risas.
- Lo siento, pero has llegado tarde. – sonreí, pegando mi oreja contra la puerta.
- Mmmm…Esperaré aquí entonces, no tengo prisa.

Escuché como se apartaba de la puerta, así que hice lo mismo. Me miré en el espejo, tenía las mejillas al rojo vivo. Cubrí mi cara con agua fría y me saqué la ropa, cambiándola por el pijama compuesto por un pantalón corto y una camiseta de asas que llevaba en la mochila. Cogí un peine que estaba sobre el lavabo y desenredé mi cabello, retardándome más de lo debido. Cuando ya había deshecho dos o tres veces todos los nudos, dejé el peine en su lugar.  

Tomé una gran bocanada de aire antes de abrir la puerta, con la mirada fija en mis pies desnudos. Levanté la vista y me encontré con sus ojos verdes inspeccionando mi cuerpo de arriba abajo, instintivamente mordí mi labio.

Harry, cubierto solo con unos bóxers estaba sentado como un indio sobre la cama. Dio un par de palmaditas a su lado, mientras tiraba de las mantas hacia atrás. Me acerqué despacio, hasta sentarme en la cama y rápidamente meterme debajo de las mantas y darle la espalda.

- ¿Kelly? – no respondí. – Kelly…Kelly, por favor, mírame. – suspiré y me di la vuelta, sin soltar la colcha pegada contra mi pecho.
- Qué. – no podía mirarle directamente a los ojos, era incapaz de hacerlo.
- ¿Puedes mirarme a los ojos, por favor?
- No.
- ¿Por qué no?
- Porque no soy capaz. – ahora era Harry el que suspiraba. Observé como apagaba la luz y se metía bajo las mantas conmigo. Consiguió atrapar mis manos entre las suyas, y a pesar de que la oscuridad invadía la habitación, podía notar sus preciosos ojos sobre el fondo negro.
- Háblame.
- ¿De qué? – noté lo deprisa que latía mi corazón y lo mucho que me costaba hablar sin tragar saliva entre cada palabra.
- De porqué piensas lo que estás pensando.
- No sabes que es lo que estoy pensando.
- ¿Crees que soy tonto? Has estado rara desde que supiste que ibas a pasar la noche aquí.
- Yo no…- Harry no me dejó acabar la frase.
- Si, tú sí. ¿Qué es lo que te preocupa exactamente?
- No me preocupa nada…Es solo que…Yo nunca…nunca…Ya sabes…
- Oh, Kelly. ¿En serio me creerías capaz de hacer algo que tú no quisieras? – agaché la cabeza y sentí como él acariciaba mi mejilla.
- Es que si quiero, te quiero. Pero…
- No estás preparada, y lo entiendo. Eso no cambia nada, yo también te quiero.
- Mañana te vas, Harry. Y hasta dentro de mes y medio no nos veremos…
- Kelly, para. Entiendo a donde quieres llegar, y es mejor que no sigas. Cuando planeé este día contigo mi plan no era acabar teniendo una noche de pasión de despedida.
- ¿Y cuál era tu plan entonces?
- Pasar una noche a tu lado. Sostenerte entre mis brazos y besar tus labios cuando estuvieras a punto de quedarte dormida. – sonreí en la oscura habitación y me acerqué para que mis labios encontraran los suyos en un beso sin intenciones mayores, un beso cargado de grandes sentimientos.
- ¿Estoy todavía a tiempo de ofrecerte esa noche? – pregunté contra sus labios.
- Por supuesto que sí.

Sin decir nada más, pegué mi cabeza a su pecho desnudo, dejando mis manos sobre éste. Harry rodeó mi cintura con sus brazos, con una mano metida por debajo de mi fina camiseta, haciendo que esa electricidad entre nosotros fuera más intensa.

- Buenas noches, preciosa. – susurró contra mi pelo después de besar mi frente.
- Buenas noches. – y me quedé dormida con una estúpida sonrisa en la cara, con una estúpida y feliz sonrisa.













Estoy oficialmente libre. Eso quiere decir que como ya estoy de vacaciones, subiré más habitualmente. De verdad que solo quería que llegara este día, echaba de menos escribir y vuestros comentarios. 

Quería preguntaros una cosa. Mi imaginación ha estado al rojo vivo últimamente y ha formado dos nuevas ideas en la cabeza, que no quiero desarrollar demasiado pronto, pero si me quiero decantar por una. Así que, si os dieran a escoger entre dos tipos de fanfics resumidas en los siguientes gifs, ¿cual escogeríais? 


Dejarme vuestra opción favorita abajo en los comentarios, pls. 

Gracias por leer, os quiero muuuuuuuuuuuucho <3

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