sábado, 15 de septiembre de 2012

Capítulo 16.


Me levanté cuando el reloj marcaba las dos de la tarde. La noche anterior no había dormido demasiado bien, me desvelaba a cada rato.
Pegué un bostezo y bajé a la cocina con el pijama puesto.

- ¡Por fin te dignaste a despertarte! Estaba por ir a tirarte agua helada. – exclamó mi madre mientras yo me sentaba en la mesa, donde ya estaba Emily preparada para comer.
- No pude dormir casi…me cogió el sueño muy tarde. – pegué un bostezo. Mi madre me puso la comida en el plato, cogí el tenedor para empezar a devorar todo, de verdad tenía mucha hambre. – Además, hoy es domingo, no hay demasiado que hacer. Mañana ya tengo que despertarme temprano.

En ese momento fijé la atención en la tele, donde apareció una imagen de Harry y de mi de espaldas y cogidos de la mano, la chica que comentaba la noticia apenas pudo pronunciar una frase antes de que yo cambiara de canal: “Parece ser que Harry Styles ya tiene…

- ¿Por qué cambias? – preguntó mi madre mirándome distraídamente.
- Es que…es que… ¡Va a empezar Los Simpson! – y justo empezó a sonar la musiquita de la serie. Emily se giró rápidamente para poder ver perfectamente la televisión.
- Mamá…¿no tendrás alguna revista de hoy?
- Compré una cuando salí a buscar el pan. Está en el salón, aun no la leí.

Dirigí la vista al salón como una flecha y vi la revista apoyada en la mesa. Me terminé todo el plato en tres bocados y pegué un trago apurado a mi vaso de agua antes de saltar corriendo hacia la revista, me senté en el sofá y empecé a examinar su contenido, hasta encontrar lo que buscaba. Me llevé una mano a la boca, sin poder creerme que esto me pudiera estar sucediendo a mí.

Escuché el tono de mi móvil cuando me mandan un mensaje al Wassapp y recordé que lo había dejado en la mesa de la entrada junto a mis llaves. Me levanté, lo cogí y desbloqueé  la pantalla. Harry.

“Tenemos que hablar.”

Tragué saliva. Eso era justo lo que no quería. No. No. No. Sin que pudiera contestar, volvió a llegar otro mensaje:

“Estoy solo en casa, puedo mandar a alguien para que te recoja.
Pero tenemos que hablar, ya.”

Recapacité unos instantes y me decidí a contestar por fin.

“No hace falta, cojo el bus. Me visto y voy para allá.”

Volví  a bloquear la pantalla y subí hasta mi cuarto corriendo, una vez dentro me dejé escurrir contra la puerta, escondí  la cabeza entre las piernas, abrazándome a mí misma.

Estuve así durante unos minutos, hasta que recordé que tenía que vestirme. Fui hacia al armario y cogí lo primero que vi. (http://www.polyvore.com/sin_t%C3%ADtulo_85/set?id=53195568)
Peiné mi melena revuelta y salí de nuevo hacia la entrada, pero mi madre me paró en seco.

- ¡Kelly! ¿A dónde vas?
- Voy a salir. – no quería dar más información.
- Vas a ver a tu novio ¿no? Ese tal Harry Styles.
- ¡¿Qué?! – pegué un grito ahogado.
- Él. – me señaló una foto suya del artículo de la revista que yo antes había leído. – Debemos hablar, Kelly. – quería gritar, estallaba de la rabia.
- Ahora no mamá, lo siento, me tengo que ir ya.

Sin decir más cogí mi móvil y las llaves y salí de casa. A la vuelta me esperaría un doble castigo, uno por haberme ido así sin más, y otro por ocultarle que me estaba viendo con un famoso.

Dejé atrás el pensar sobre el castigo. Ya me daba igual, si me tenía que castigar, que lo hiciera, no creo que Harry después de hoy vaya a querer algo conmigo.

Cogí el primer autobús que pasaba y me senté al fondo con la mirada fija en mis manos, que no podían parar de moverse y ya empezaban a sudarme. Estaba asquerosamente nerviosa.

Llegué a la parada donde Harry y yo nos habíamos bajado la última vez y empecé a caminar hacia aquellas enormes verjas que daban paso a la urbanización. Cuando estuve frente a ellas, la pregunta era, ¿y cómo hago para entrar?

- ¿Necesita algo? – levanté la vista y vi al hombre que estaba en la cabina junto a la verja. Me acerqué.
- Eh…esto, necesito ir a la casa de Harry Styles. – bajó las gafas que tenía puestas hasta la nariz y me examinó unos minutos hasta que sonrió de lado.
- Tú eres la chica con la que vino el otro día, ¿no? – asentí tímida. – Anda, pasa. – me abrió la verja.
- Gracias.
- No hay de qué.

Caminaba con la vista fija en mis pies, pero tuve que apartarla para no pasarme la casa.
Pisé el caminito de baldosas con cuidado, ralentizando mi paso y mi llegada a la puerta.
Pero era imposible evitar lo inevitable. Toqué el timbre, me mordí el labio tragándome las ganas de querer salir disparada hacia mi casa, pero su aroma invadió mi espacio.

- Hola. - me miró con el semblante serio.
- Hola. – se apartó de la puerta dejando visible la entrada.
- Anda, pasa.

Lo seguí sin hacer el menor ruido hasta el sofá, donde me senté a su lado, pero manteniendo una distancia. Suspiró y se me hizo un nudo en la garganta.

- Bien…- susurró. Su tono de voz ahora era… ¿nervioso? ¿Por qué iba a estar él nervioso?
- De… ¿de qué quieres hablar? – estúpida, soy estúpida.
- De esto. – tiró la misma revista de mi madre sobre la mesita central con las páginas del artículo a relucir, unas grandes letras negras anunciaban como titular “¿Nueva conquista?” seguido de  nuestra foto cogidos de la mano.
- Harry…yo…- mordía todas las palabras, no era capaz de emitir algo coherente.
- ¿Se puede saber por qué aquí dicen que eres la desaparecida del patinaje artístico sobre hielo?  - sentí un malestar tan grande llenar mi cuerpo que hasta me entraron ganas de vomitar. No quería pasar por esto.
- Yo…Harry…no…no…pue-do. – su mirada se llenó de preocupación.
- ¿Estás bien, Kelly? – estiró el brazo para tocarme pero yo evité ese contacto.
- Si. – dije firme. – Te contaré todo, pero por favor, déjame soltarlo todo de un tirón, porque será la única vez que pueda hacer esto. – El asintió dándome paso para hablar. Era hora de acabar con esto de una vez. Tomé aire y lo solté antes de comenzar mi historia. – Vivía en San Francisco, junto con mi madre, mi hermana y…mi padre. Mi padre era la persona más importante en mi vida. Antes de que naciera mi hermana solía irme todas las tardes con él, cada día descubríamos una parte nueva de San Francisco. Una tarde de invierno, cuando tenía cuatro años me llevó a la pista de hielo que hay en Union Square; yo jamás había patinado sobre hielo, pero mi padre me animó y accedí con mucho miedo. Aun me duele la caída que tuve nada más pisar la pista, estuve a punto de ponerme a llorar, pero mi padre me cogió de las manos y me levantó, me ayudó a deslizarme por el hielo hasta que yo sin darme cuenta estaba patinando sin ayuda, el me seguía muy de cerca, pero lo hacía sola, me sentí tan mayor. Aquella noche, cuando mi padre vino a arroparme le dije: Quiero patinar. Al día siguiente me encontraba en mi primera clase de patinaje, he de reconocerlo, no hacía otra cosa que caer y caer, y cada uno de esos golpes y todas las marcas que me dejaron, valieron la pena. Cada vez manejaba mejor el deslizamiento, cuando subí una categoría mi entrenadora me llevó a mi primer campeonato, quedé segunda, mi primer campeonato y quedé segunda. Pero nada, nada se podrá comparar al sentimiento de libertad que sentí en el primer momento  que las cuchillas de los patines tocaron aquella pista. No hacía otra cosa que mejorar mi técnica y mi entrenadora tenía una fe ciega sobre mí, se había volcado completamente a mi entrenamiento personal. Con mis doce años gané la competición de patinaje artístico sobre hielo junior de Estados Unidos. No podía esperar nada mejor hasta que mi entrenadora decidió presentarme al campeonato mundial. Me pasaba todo mi tiempo libre entrenando para el gran día, hasta que por fin llegó. Gané, con catorce años era la campeona junior mundial. Recuerdo que nada más recoger el trofeo corrí hacia las gradas buscando a mis padres, pero allí no estaban, así que salí del recinto y los vi, más bien los escuché; no paraban de discutir, la cosa iba a más hasta que mi padre chilló: ¡Pues esto termina aquí! Tiré el trofeo al suelo y salí corriendo, llorando como nunca. Un mes después mis padres se divorciaron, ¿la causa? Mi madre había descubierto que mi padre la engañaba con su secretaria, durante dos años enteros. La noche que escuché a mi madre llorar por culpa de mi padre hice la promesa de que jamás, jamás volvería a patinar. No quería saber nada, nada sobre ese tema; mi madre decidió llevarnos a mi hermana y a mí a vivir a aquí, mientras mi padre se fue a España con la secretaria. El día que mi padre vino a recoger sus cosas, le tiré mis patines al suelo y le dije que no lo quería volver a ver en mi vida…Llevo cuatro años sin hablar con él, llevo cuatro años tragándome todo esto. Eres al primero al que se lo cuento, y el último.

Lo hice, me dije, lo hice.

Las lágrimas corrían por mis mejillas sin control alguno, me sentía terriblemente cansada, estaba por desmayarme en cualquier momento. Me  faltaba el aire, apenas podía respirar, todo se venía abajo.

Pero en menos de tres segundos me vi envuelta en la calidez de unos brazos, de sus brazos. Escondí mi cabeza en su pecho y lloré desconsoladamente. Harry me aferraba a su cuerpo de una manera protectora y cariñosa, era toda una exposición de sentimientos.

-  Lo siento Kelly, lo siento mucho. Pero todo va a ir bien. – deslizaba sus dedos a través de mi pelo en caricias hasta llegar a mi espalda. – Yo estoy contigo, estoy aquí, a tu lado. Y siempre que tú quieras, jamás me iré. Te protegeré de todo lo malo. Prometo hacerte sonreír todos los días de tu vida, ¿está bien? Puedes contarme lo que quieras, intentaré ayudarte en todo lo posible. Nunca estarás sola, yo estaré contigo, siempre.

Me separó cuidadosamente de su pecho, apartó un mechón de pelo, colocándolo tras mi oreja y limpió mis lágrimas con sus dedos.

- No llores más, por favor. Me destroza verte así. – me sonrió de lado y quise tocar su sonrisa, pasé las yemas de mis dedos por sus labios suaves y rosados, mientras él me miraba fijamente a los ojos yo no podía apartar la vista de su sonrisa.
- Gracias. – pude por fin hablar. – Gracias, Harry. – atrapó mi mano en su boca y me besó los dedos. Cogió mi barbilla entre su mano y me hizo mirarlo fijamente para luego atrapar mis labios en un beso lento.

Me tuve que separar de él porque me mareé. Llevé una mano a mi frente y cerré los ojos con fuerza.

- ¿Estás bien?
- Estoy algo mareada…

Harry se levantó del sofá e irguió mis piernas para dejarlas sobre el sofá, me recostó y me sacó los zapatos.

- Voy a buscar una aspirina, ahora vuelvo. – desapareció en un pestañeo y volvió en otro con un vaso y una pastilla en la mano. Me ayudó a incorporarme de nuevo y me la tomé. Quiso volver a tumbarme, pero aproveché que estaba sentado y apoyé mi cabeza sobre sus piernas. - ¿No estás incómoda? – preguntó bastante preocupado.
- No, al contrario. – Sentí como una manta cubría mi cuerpo hasta la cintura, donde dejó reposar su brazo izquierdo, dejando el otro libre para acariciar mí pelo.
- ¿Por qué no intentas dormir un poco? Te sentará bien.
- Tengo que irme a casa…- susurré.
- Puedes quedarte un par de horas más, es muy temprano. Si hace falta voy yo a hablar con tu madre luego.
- No, no. – me revolví entré él y el sofá.
- Sssssh, descansa, yo estaré aquí.





Cerré los ojos poco a poco y me quedé sumergida en una oscuridad completa hasta que fue iluminada por una voz grave y dulce.

- Mmmm…- aun estaba dormida.
- Kelly, voy a llevarte a casa, venga. Antes de que te pongas peor.
- Solo necesito dormir un poquito más.
- Es lo que llevas haciendo durante tres horas, vamos, nos espera el coche.
- No, Harry, por favor, no.

Después de eso sentí mi cuerpo flotando por encima del suelo, protegida contra su pecho, me agarré a su cuello evitando el caerme y me metió en el coche.
No quería estar más tiempo tumbada, así que me senté y apoyé mi cabeza sobre su hombro, haciendo que el recostara la suya sobre mi cabeza.

El trayecto fue demasiado rápido para mi gusto, no quería despegarme de su lado por nada de este mundo.

- Venga, te llevo en brazos hasta casa. – me alarmé.
- ¡No! No…Estoy mejor, puedo andar, estoy bien. – frunció el ceño.
- ¿Estás segura? – dijo no muy convencido.
- Segurísima.
- Bueno, pues te acompaño hasta la puerta.

Pasó un brazo por mi cintura pegándome a su cuerpo, supongo que para evitar que me cayera, y caminamos hacia la entrada de mi casa.

- Ahora vete a cama y duerme mucho. Pero mañana nada más despertar, me llamas, me avisas o algo. Quiero saber que estás bien, porque ya me tendrás toda la noche preocupado.
- No lo estés, estoy bien, de veras.
- Recupérate eh. Que te necesito al cien por cien. – no pude evitar reírme. Besó mi frente durante unos segundos. – Adiós, princesa.
- Adiós, príncipe. – me sonrió y volvió al coche.

Entré en casa e ignoré todo, fui directamente  hasta mi habitación y me metí entre las mantas. Cerré los ojos y pude notar aun el aroma de Harry en mí. Sonreí y caí vencida por el sueño.











Essssssssssssssstoy aquí de nuevop.

La culpa no es mía, es de mi asqueroso ordenador. Yo, que había acabado los exámenes y venía toda contenta a escribiros muuuuuchos capítulos y me encuentro con que no me enciende el ordenador. Llevo casi una semana entera sin él. 

Llevo toda la tarde escribiendo este capítulo, son las 12:28 de la noche y mis ojos se cierran solos. Espero que de verdad os guste. 

Mil gracias por todos esos comentarios, que me hacéis la personita más feliz del mundo cuando me conecto y me encuentro con un comentario nuevo. 
¿Y las votaciones de los capítulos? Woah, llegasteis hasta 25 votaciones. 

¿Qué si sois las personas más maravillosas y preciosas del mundo? PORSUPUESTÍSIMO QUE SI. No hay nadie más maravillosa y preciosa que mis queridas lectoras Directioners. 

Pd: no sé que es de mi Twitter, hace mil años que no entro, pero tampoco tengo la necesidad. No sé, vivo bien sin él. Pero yo estoy por Tumblr siempre, por si queréis hablar conmigo y esop. ¿Quién va a querer hablar conmigo? Un zapato, un zapato segurísimo que si.

 Os amo, guapas, os amo mil.