- ¿Cómo qué un amigo? –
dije entre dientes, estaba jodidamente irritado y molesto. - ¿Qué amigo?
Cuando había terminado la
exhibición, Sarah y yo habíamos ido a buscar a Kelly, pero no había rastro de
ella por ninguna parte, algo que hizo que me preocupara hasta extremos
irracionales. Conseguimos dar con Emily y le preguntamos si la había visto y
nos contó que ella le dijera que saldría con Sarah y después de eso se fue del
estadio. Sarah tuvo que mentir diciendo que no se preocupara, que simplemente
se habían perdido la pista la una a la otra porque mucha gente la rodeaba
esperando poder hablar con ella. Después de despedirnos de Emily salimos de
allí y entramos en mi coche para poder tener algo de tranquilidad para poder
pensar. Sarah había intentado llamar a Kelly, pero no consiguió que cogiera, y
cuando todo parecía ser un déjà vu de el maldito peor día de mi vida cuando
Kelly se marchó de mi lado sin explicación alguna, Sarah recibió un mensaje de
Kelly donde le decía que había salido con un amigo.
- No lo sé, no lo dice.
Pero…- Sarah calló un momento antes de seguir, mirando al frente por el
cristal. - …No es que Kelly no tenga amigos, pero no se lleva lo
suficientemente bien con ningún chico del instituto como para largarse de fiesta con él, no lo hace ni conmigo…
- ¿Estás segura? ¿No
tiene un mejor amigo o algo? – rezaba porque estuviera con alguien de confianza
que cuidara de ella. Sarah negó.
- Yo soy su mejor amiga,
y ningún chico tiene el papel masculino de mi título. No saldría con nadie al
menos que fueras tú o alguno de los chicos. – dijo refiriéndose a mis cuatro
mejores amigos que aún seguían en Los Ángeles, así que era prácticamente
imposible que ella estuviera con alguno de ellos.
- Pero no está conmigo ni
con ellos. – Sarah asintió.
- Harry, no es por
alarmarte ni nada por el estilo pero…
- Piensas que se largó
con un tío cualquiera, y que lo más probable es que lo hiciera por mi culpa,
¿verdad? – Sarah asintió, mordiéndose el labio. Podía ver la pena en sus ojos.
Tomé una gran bocanada de
aire y la dejé salir lentamente antes de que sintiera a Sarah mirarme para
hablar.
- Hay algo más…Kelly no
bebe…
- Lo sé. – no entendía a
donde quería llegar, así que fruncí el ceño.
- En el mensaje ponía que
iba a tomar algo, y por lo que sabemos con un chico que no conoce…
La realidad me golpeó. Mis
manos chocaron contra el volante y lo apreté hasta que mis nudillos se quedaron
blancos por toda la fuerza aplicada.
Sarah me dirigió una
mirada alarmada, sabiendo que había caído en la cuenta de lo que ella pensaba.
Mi dulce e inocente Kelly podía estar siendo manoseada por un tío cualquiera
aprovechándose del alcohol que seguramente él le hubo obligado a consumir.
- Sarah, tengo que
encontrarla. No quiero que nadie la toque sin que ella sea consciente. – ni
aunque lo fuera. Simplemente no podía hacerme a la idea de otro hombre pasando
las manos por su suave piel, otro hombre que no sea yo.
- Ya, pero no coge el
móvil ni contesta a los mensajes. ¿Piensas revisar uno por unos todos los clubs
en Londres?
- Si es necesario, si. No
voy a dejarla sola sabiendo que alguien puede estar propasándose con ella,
Sarah. – volvió a quedarse calla, pero en cuestión de segundos empezó a moverse
para atrapar su móvil entre las manos y teclear ágilmente. - ¿Qué demonios
haces?
- Hace un año, en una
excursión con el instituto, fuimos de acampada. Kelly y yo nos separamos del
grupo y no sé como acabamos separándonos la una de la otra también. Yo localicé
a la clase pero tuvimos que ir a por ella con un equipo de guardabosques.
Después de eso, ella y yo nos descargamos una aplicación GPS, para que en caso
de perdernos usarla para rastrear nuestros móviles hasta saber nuestra
posición. – ella había seguido deslizando sus dedos rápidamente por la pantalla
mientras contaba la historia, paró después de un rato y puso la pantalla
delante de mi cara. – Ese punto rojo es Kelly.
Mis ojos se abrieron de
golpe. Conocía el lugar, estaba algo lejos, pero podría llegar enseguida si
cogía un par de atajos. Abracé a Sarah, cogiéndola por sorpresa, pero es que
necesitaba demostrarle de alguna manera lo muchísimo que había salvado mi vida.
Si no fuera por ella sabía que jamás me perdonaría a mi mismo el haber dejado a
Kelly vagar sola por ahí con un tío, y peor aún, bebida.
- Sé donde es. Gracias,
Sarah.
- No las des. – sonrió. –
Es mi mejor amiga, y tú uno de los mejores amigos de mi novio, haría cualquier
cosa tanto por ti como por ella.
- Kelly tiene suerte de
tenerte, y lo mismo digo de Niall.
- Lo sé. – Sarah hizo un movimiento con la mano, dándose aires. Me hizo reír. - ¿Por qué no arrancas de una vez?
¡Tienes una chica a la que recuperar!
- ¿Te dejo en casa? –
Sarah abrió la puerta a su lado y cuando salió se apoyó sobre la ventanilla
abierta.
- Cojo un taxi, es mejor
que vayas directamente a por ella. Pero mándame un mensaje para que sepa que
está bien, por favor.
- Claro.
K
No estaba siendo muy
consciente de lo que había hecho durante la hora y media que llevaba dentro del
local. Hacía un buen rato que Evan decidió desaparecer con su novia, la cual
había llegado un poco después de nosotros, apenas recordaba su nombre ni las
últimas palabras que Evan pronunciara antes de coger de la cintura a la chica y
alejarse entre la multitud.
Yo estaba sentada en la
barra todavía, con un vaso prácticamente vacío delante de mía. Solo me limitaba
a jugar con la pajita de color rojo, dando vueltas al resto de los cubitos de
hielo que quedaban sin derretirse.
- Hola guapa. – sentí un
cuerpo sentarse a mi lado. Olía tanto a alcohol que hacía que tuviera arcadas. Aunque supuse que yo debería oler algo parecido a eso.
- Hola. – mi voz sonó más
risueña de lo que pretendía. Esto no iba a ayudar a que se alejara de mí. Lo vi
sonreír.
- ¿Puedo invitarte a una
copa? – iba a hablar cuando, con solo un gesto hizo que el camarero pusiera dos
vasos delante nuestra con un líquido transparente que parecía agua, aunque
sabía que agua era lo que menos se le asemejaba.
- Creo que ya he bebido
demasiado. – susurré.
- Una copa más no te hará
daño, nena. – y deslizó el vaso más cerca de mí.
H
Conduje como un loco, sin
entender como había conseguido llegar hasta el local sin ser detenido por la
policía.
Me apeé del coche y fui
hasta la puerta. Me saqué el gorro y lo metí en el bolsillo de mi abrigo. El
segurata rápidamente me reconoció y me dejó pasar. Ojalá hubiera sido así de
fácil en la exhibición. Suspiré.
Empecé a caminar entre la
gente. Escruté con la mirada a la multitud pero no reconocí la cara de Kelly
entre esas personas, hasta que mi cabeza se giró, quedando enfrente de la
barra, pude distinguir su melena cayendo por su espalda. Pero eso no fue lo
único que vi. Un tío estaba prácticamente encima de ella, con su asquerosa boca
pegada a su oreja. Apreté los puños y avancé deprisa hasta ellos.
- ¡Mantén tus asquerosas
manos lejos de ella! – gruñí. El tío levantó la vista, encontrándose con mis
ojos cargados de ira.
- Tranquilo, tío. Ni que
fueras su dueño.
- Soy su dueño. Ella es
mía. – escupía odio con cada palabra. – Así que lárgate y vete a la mierda. –
levanté el mentón, indicándole que se perdiera. Farfulló por lo bajo antes de
desaparecer.
Dejé mis puños relajarse
cuando se esfumó de mi vista. Me di cuenta de que estaba a apenas unos
centímetros de Kelly. Después de tanto tiempo sin verla, y ella simplemente
estaba allí, sin mirar a ningún lado.
- ¿Kelly? – me senté en
el sitió que ocupó el tío de antes. Ella levantó la cabeza hacia mí, mechones
rebeldes cayéndole por el rostro. Como anhelaba sus ojos...y sus labios…Bajé la
vista hasta ellos, queriendo comerla a besos en ese mismo instante.
- ¿Harry? – su voz salió
entre una pequeña risa.
- ¿Estás bien? ¿Te ha
tocado? ¿Te ha hecho daño? – me atreví a alzar una mano y meter el pelo tras su
oreja, quedándome más tiempo del debido con los dedos allí.
- ¿Quién? Oh… ¿El chico
de antes? – se rió de nuevo, parecía una niña pequeña. – Solo me invitó a una
copa. Olía raro. – arrugó su nariz y quise besarla allí.
- Kelly, tenemos que
irnos.
Me levanté y la tomé del
brazo para que ella también lo hiciera, pero se quedó de pie, quieta a mitad del
camino. Me giré y la vi mover sus caderas al ritmo de la música. Jamás la había
visto así antes. El vestido que llevaba le quedaba de infarto, algo muy normal
en ella, pues todo le sentaba bien. Cerraba los ojos mientras pasaba una mano
por su pelo. Luego los abrió de golpe y se colgó de mi cuello, sin dejar de
moverse.
- Kelly. – solté su
nombre en un gemido. Estaba rozando todo su cuerpo contra el mío. Mierda, era
demasiado caliente. Puse las manos en sus caderas, intentando separarla de mí.
– Nos vamos. Ahora. – Ella dejó salir su labio inferior en un puchero.
- Quiero bailar, desde
que llegué solo he estado sentada y aburrida en la barra.
- Estás ebria, Kelly. –
ella solo río y escondió su cabeza en el hueco de mi cuello, haciendo que algo
dentro de mi temblara.
Sentí como recostaba su
cabeza en mi hombro, relajando su cuerpo. Aproveché eso para cogerla y dejarla
caer sobre mi espalda mientras la sostenía bien para que no se cayera. Apenas se
resistió, algo que agradecía. La llevé hasta el coche, el cual abrí y la metí
dentro. Aseguré su cinturón y puse el seguro antes de rodear el vehículo y
ponerme al volante. Puse de nuevo el seguro.
- ¿Tienes miedo de que me
escape? – no paraba de reírse entre dientes. Hacía que pareciera más adorable
de lo que normalmente era, pero saber que estaba así por culpa del alcohol me
apenaba.
No contesté a su
pregunta, pero lo cierto es que si tenía miedo de que se escapara. Una vez más.
Conduje en silencio hasta
casa, dedicándole miradas de soslayo de vez en cuando para asegurarme de que
estaba bien. Pero todas las veces que había mirado, ella seguía con la cabeza
contra el cristal y con sus ojos cerrados, respirando pausadamente.
Aparqué el coche y metí
las llaves dentro del bolsillo de mis pantalones antes de ir hacia la puerta de
Kelly y abrirla.
- ¿Kelly? – ella seguía con sus párpados caídos, su cabeza recostada en el asiento.
- Mmmmhh. – sonreí.
- Agárrate a mi cuello,
¿vale? Voy a llevarte dentro.
Desabroché su cinturón,
retirándolo de ella y pasé uno de mis brazos por debajo de sus rodillas y otro
por la parte baja de su espalda. Ella pasó las manos por mi cuello, agarrándose
allí. Cerré la puerta dándole un empujón con la cadera y caminé hasta casa con
Kelly en brazos.
Al entrar no me detuve y
seguí hasta la habitación, sosteniéndola bien fuerte con miedo a su caída.
Abrí la puerta de mi cuarto y la dejé en el suelo. Se tambaleó un poco, así que
puse mis manos en sus caderas, aportándole el equilibro que necesitaba.
Sacudió los tacones fuera
de sus pies mientras se sujetaba a mis brazos y luego me miró a los ojos
durante unos segundos. Antes de que me diera tiempo a reaccionar, Kelly estaba
corriendo hacia el baño, donde cayó de rodillas frente al váter y dejó que la
gran cantidad de alcohol ingerida durante la noche saliera de su cuerpo.
Me acerqué y recogí su
pelo para que no se manchara. Con la mano libre proporcioné caricias alrededor
de su espalda, intentando calmar el malestar. Aunque sabía por propia experiencia
que eso no hacía efecto alguno, pero necesitaba darle algún tipo de
consuelo.
Cuando decidió que tenía
las suficientes fuerzas como para levantarse le ayudé a hacerlo. Cogí una
toalla y la humedecí un poco para pasarla por su nuca y por sus brazos mientras
ella se lavaba los dientes. Me dejó el acceso a su cuello libre para que
la refrescara con la toalla, y me sorprendió que estuviera dando total libertad para que la ayudara. Al parecer, ese era el aspecto que tenía cuando estaba
borracha: una pequeña niña traviesa y a la vez bastante sumisa.
Pasé una mano por su
cintura, llevándola de nuevo a la habitación.
- ¿Cómo estás? – no podía
mantener mis manos lejos de su cara, proporcionando pequeñas caricias con mis
pulgares sobre sus mejillas.
- Me encuentro algo…mareada.
- ¿Quieres acostarte? –
ella asintió levemente.
- Pero quiero sacarme el
vestido, es muy incómodo. – hizo una mueca mirando hacia la tela que formaba la
prenda que vestía.
Empezó a intentar llegar
a la cremallera de atrás, pero la detuve para que me dejara hacerlo a mí. Aparté
su melena dejando que cayera sobre su hombro y deslicé la cremallera hasta que
llegó al final. Dejé escapar un ligero suspiro de alivio cuando vislumbré el
sujetador negro que llevaba, ya que me había fijado en que en sus hombros solo
existían las tiras del vestido y de verdad temía que no estuviera usando
sujetador, porque entonces no sé si habría podido contenerme delante de ella.
Ayudé a que deslizara el
vestido por su cuerpo, cayendo a sus pies, los cuales levantó para apartarlo de
ella. Lo recogí y lo dejé en la silla. Cuando me giré tuve que morderme el labio.
Kelly estaba plantada allí de pie, con solo su ropa interior y yo no podía
dejar de mirar su precioso cuerpo. Quería tumbarla sobre la cama y besar cada
zona, sin dejar que alguna parte de su piel quedara sin ser cubierta por el
rastro de mis besos.
Pero sabía que no podía, aunque ella me habría permitido hacer cualquier cosa estando en ese
estado. No me iba a aprovechar de ella, diablos, eso era lo último que se me
pasaría por la cabeza. Yo deseaba cuidarla, hacerla sentir bien, feliz y querida.
Kelly pasó los brazos
alrededor de su cuerpo al darse cuenta de que no apartaba la vista. Agité mi
cabeza y me saque el abrigo y el jersey para quitarme la camiseta negra y
ayudarla a que la pasara por su cabeza.
- Levanta los brazos. –
dije en un tono suave.
Ella obedeció sin
rechistar. Mi camiseta cayó por su cuerpo, cubriéndola. La tela llegaba hasta
la mitad de su muslo. Joder, se veía demasiado bien con mi ropa puesta. Sentí
el calor concentrarse en esa zona de mi cuerpo. Necesitaba salir de allí antes
de que lo notara y se alejara de mí.
- Voy a buscarte un vaso
de agua, ¿vale? – ella solo asintió. Sus ojos estaban algo rojos al igual que
sus mejillas, aunque se notaba que el alcohol estaba desvaneciéndose poco a
poco porque la noté algo más reacia a mí, y eso era justo lo que yo no quería. – Quédate aquí.
Cerré la puerta detrás de
mía y bajé las escaleras hasta la cocina. Tomé dos vasos de la lacena y luego
saqué la jarra de agua de la nevera. Vertí agua en los dos, y le di un trago a
uno de los vasos, acabándolo en cuestión de segundos. Apoyé mis manos sobre la
encimera y respiré hondo.
Cogí el otro vaso de agua
y subí las escaleras de nuevo, ahora más calmado. Cuando abrí la puerta y no la encontré, mi corazón se saltó un latido, pero escuché como se movía en la cama. Dejé
escapar el aire de mis pulmones. Me acerqué a la cama y dejé el vaso en la
mesilla.
- ¿Kelly? – no contestó,
se había quedado dormida.
Levanté sus piernas, sin
fijarme demasiado en que mi camiseta se había subido hasta su cintura. Con una
mano tiré de las mantas hacia abajo para depositar el cuerpo de Kelly debajo de
ellas. La cubrí hasta los hombros, ya que al tocarla había notado lo fría que
estaba. Todo habría sido más fácil si simplemente me deslizara en la cama con
ella y la abrazara contra mi cuerpo. Resignado, besé su frente, dejando mis
labios allí durante unos largos segundos
antes de alejarme y salir de la habitación.
Fui hasta el cuarto de Louis y dejé mi peso caer sobre el colchón. Me encontraba terriblemente
cansado y mi cuerpo no tardó en sucumbir
al espeso sueño.
K
Abrí los ojos y me
incorporé de golpe al sentir que no estaba ni en mi cama ni en mi habitación.
Me arrepentí en el mismo
segundo que lo hice, ya que una punzada de dolor atravesó mi cabeza. Junté mis
rodillas y apoyé mi frente en ellas con las manos en mis oídos. Dios, dolía.
Tomé un par de
respiraciones antes de inspeccionar el lugar, el cual reconocí casi al
instante, solamente con darme cuenta del olor tan agradable y familiar que me envolvía.
Eché un vistazo a mi cuerpo. ¡Solo llevaba puesta su camiseta! Yo no recordaba
eso…Ni siquiera recordaba haberme desvestido…No…
Mi cabeza hizo
conocimiento de que seguramente él fuera el que había colocado la camiseta
sobre mi cuerpo, me había visto en ropa interior y ni siquiera podía
recordarlo.
La luz que se colaba por
la ventana era muy tenue, así que no me hizo falta ver el reloj en la mesilla
para saber que era bastante temprano. Pero no iba a volver a dormir, ya era mucha tortura llevar su camiseta impregnada en su aroma para recostarme
sobre la almohada y anhelar el calor de su cuerpo. Tampoco iba a levantarme,
porque si lo hacía estaba segura de que caería redonda al suelo. Así que
simplemente me quedé allí, rodeando mis rodillas con los brazos e intentando
hacer memoria del último recuerdo presente en mi mente.
Recodaba haber ido a un
club acompañada de Evan y que había tomado el primer chupito de mi vida, el que
había hecho rasgar mi garganta con su sabor fuerte. Después de eso no sabía
exactamente la cantidad de alcohol que había ingerido, pero debido a las
lagunas en mi memoria, diría que fue bastante abundante.
Después de eso solo tenía
pequeñas imágenes de lo sucedido durante mi noche: Un tipo con su cuerpo demasiado
cerca del mío. La voz de Harry retumbar en mis oídos. Sus brazos sosteniéndome.
Caricias. Palabras suaves y dos esferas color esmeralda cargadas de preocupación,
cariño y temor.
¿Temor? ¿De qué podría
tener miedo?
La puerta de la
habitación se abrió de repente y yo tiré de las mantas hacia mí, intentando
protegerme. ¿Por qué estaba haciendo eso? El jamás me haría daño. Aunque lo
había hecho…
- Kelly. – dijo con voz
ronca, apostaba a que hacía muy poco que se había levantado.
Me di cuenta de su pelo
húmedo y de que tan solo llevaba una toalla blanca alrededor de su cintura.
Entró en la habitación, quedándose muy cerca de la puerta, mientras me
examinaba con la mirada, pensando muy bien sus próximas acciones.
- Pensaba que aún
dormías. Lo siento si te he despertado.
- Ya estaba despierta
desde hace un rato. – se quedó callado durante un momento, clavando sus ojos en
mí.
- Mmmh…Bueno, venía a
buscar algo de ropa.
Asentí lentamente y dejé
que fuera a su armario donde recogió un par de prendas antes de girarse de
nuevo.
- Puedes darte una ducha
si lo necesitas.
- Gracias. – me limité a
decir.
- Uhm, bueno…voy a
cambiarme.
Cuando salió de la
habitación solté todo el aire que había estado conteniendo. Tener que haber
soportado observar como las gotas caían hacia abajo por su abdomen no fue nada
fácil. Se veía como siempre, como el Harry que tanto quería.
Me gruñí a mí misma,
regañándome. Lo había querido, ya no lo quería.
La mentira dolió más que
la constante presión en mi cabeza por la resaca. ¿A quién quería engañar? No
iba a ser fácil dejar de quererlo, ni siquiera sabía si podría dejar de
hacerlo.
Decidí intentar
levantarme, solamente para apartar los pensamientos de mi cabeza. Encontré mi
equilibrio gracias a los muebles y la pared y caminé hasta el baño. Cerré la puerta con llave y abrí la villa.
Me saqué la camiseta de
Harry, aspirando el olor y extrañándola en el mismo momento que no la sentí sobre
mi cuerpo. La dejé cuidadosamente sobre la encimera donde se encontraba el
lavabo. Luego quité mi ropa interior y me metí bajo el agua.
La ducha fue corta
gracias al miedo a caerme por culpa de mis piernas que parecían gelatina, no
paraba de tambalearme. Me coloqué la toalla bajo mis brazos, bien segura, mientras salía del baño. Cuando quise darme cuenta de que no tenía nada que
ponerme mi mirada se dirigió a la cama donde había una sudadera de color lila
de Jack Wills, unos pantalones cortos de de porte negros y unos bóxers del
mismo color. Me sonrojé al instante.
Cierto que yo no quería
volver a ponerme la ropa interior de ayer, pero no había pensado en que iba a
acabar utilizando sus calzoncillos. Agarré
la ropa y me metí de nuevo el baño.
Me puse el sujetador y
los bóxers antes de deslizar la ropa de Harry por mi cuerpo. ¿Por qué todo
tenía que oler a él? Arreglé mi pelo en una coleta, sujetándola con una goma
que encontré en uno de los cajones del baño.
Abrí la puerta y mis pies
se chocaron con unas suaves zapatillas. ¿Tenía que ser tan atento? Estaba
haciendo que todo resultara más difícil. Me puse las zapatillas, que, por supuesto, me iban grandes y bajé las escaleras.
Puse un pie en la cocina,
encontrándome con Harry de espaldas. Estaba vistiendo unos vaqueros y una
camiseta blanca. Me fijé en que sus pies estaban descalzos sobre el suelo.
- Mmmh…Oh, Hola. – dijo cuando
se dio la vuelta, percatándose de mi presencia allí.
- Hola…
- He hecho algo para
desayunar.
Señaló la barra de la
cocina. Me senté en uno de los taburetes y tiré de las mangas de la sudadera
hacia atrás, ya que llegaba más allá de mis dedos.
- Lo siento, te queda algo grande, ¿no? Era lo que mejor te iba a quedar de mi armario, es de hace un
tiempo, cuando era más bajito. – sonreí de lado, amargamente. Esto era algo
incómodo.
- Está bien, gracias por
la ropa. – me sonrojé un poco sobre el conocimiento de yo usando su ropa
interior. – Creo que debería devolverte las zapatillas, te vas a enfriar.
- No. – sacudió su
cabeza, despeinando sus rizos. Quise pasar mis manos por ellos para ponerlos en
su lugar correcto, pero él lo hizo antes. – Estoy bien, la mayoría del tiempo
estoy descalzo por casa. Solo me acordé de que tenía las zapatillas y las puse
allí para ti. Por cierto, toma. – dejó una pastilla y un vaso de agua a mi
lado. – Para el dolor de cabeza. – explicó. Yo cogí la pastilla y la puse en mi
boca para tragarla con un sorbo de agua.
- Gracias. – el sonrió,
dejando caer los hombros.
- Creo que estaría bien
que comieras algo. Ayer no cenaste y vomitaste simplemente todo el alcohol.
Una imagen de él
sujetando mi pelo en el baño me asaltó, ¿por qué había hecho eso?
Harry puso un pequeño
cuenco verde delante de mía, estaba repleto de pequeños trozos de diferentes
frutas. El cogió otro cuenco igual y después deslizó en el medio de nosotros dos
un plato con tostadas francesas. Todo tenía una pinta terriblemente deliciosa y
a mí me sonaban las tripas, así que tuve que coger el pequeño tenedor para
llevar la fruta a mi boca.
Acabé con mi cuenco y me
dispuse a tomar dos de las ricas tostadas francesas que él había preparado,
odiaba admitirlo, pero él sabía cocinar. Y muy bien.
Tomé otro trago de agua,
acabando con todo el líquido en mi vaso.
- ¿Te ha gustado? – me di
cuenta de que Harry tenía la vista en mí, apenas había tocado su desayuno.
- Estaba…mmmmh…realmente
delicioso.
- Me alegro. – tenía que
dejar de sonreír, hacía que me pusiera enferma. Claro que, si por enferma me
refería a volverme totalmente loca con las estúpidas mariposas en mi estómago.
El móvil de Harry sonó en
el bolsillo de su pantalón. Lo sacó y miró el identificador de llamadas, luego
me hizo un gesto de disculpa y salió a jardín para hablar.
Me serví otro vaso de
agua. Tenía una sed enorme e incapaz de ser saciada, era algo frustrante.
De repente me di cuenta
de lo que estaba haciendo. ¡Dios, Kelly, has estado desayunando tan
tranquilamente enfrente del chico que te engañó!
El fastidioso dolor en mi
estómago volvió. Me levanté, tenía que salir de esa casa. Iba a subir las
escaleras para ir a por mi móvil y pedirle a Sarah que viniera a buscarme
cuando escuché su voz tras de mí.
- ¿A dónde vas? – me giré
frunciendo el ceño, sin saber que contestar.
- A llamar a mi madre.
Debe estar loca intentando localizarme. – Harry negó con la cabeza.
- Piensa que estás
durmiendo en casa de Sarah, y que como sus padres no están en casa no sabes a qué
hora volverás. Está todo bien, no vas a meterte en un lío o algo así, si es lo
que te preocupa. – lo que me preocupaba era estar tan cerca de él.
- Bueno, pues será mejor
que llame a Sarah para que venga a por mí. No quiero mentir a mi madre. – volví
a poner rumbo a las escaleras pero sentí mi brazo ser prisionero. Me di la
vuelta.
- Kelly, no vas a irte.
Tengo que hablar contigo. – su mirada era firme pero se podía notar el mismo
temor en sus ojos que antes había logrado recordar.
- No tienes nada que
hablar conmigo, Harry. – intenté soltar su agarre, pero, por supuesto, el no me
lo permitió.
- Si. Tienes que
escucharme, por favor.
Esto realmente comenzaba
a cansarme. ¿De que quería hablar? ¿A caso iba a mirarme a la cara y decirme lo
que ya sabía? Me solté de golpe y lo encaré.
- No, Harry. ¿Qué vas a
decir? ¿Qué me dejas por qué simplemente has estado jugando conmigo? ¿Qué todas
las veces que me mirabas a los ojos y decías que me querías era simplemente
mentira? ¿Qué me has estado engañando durante todo este tiempo, dejando que
jodidamente me enamorara de ti? ¿Por qué? ¡En serio que no logro entenderlo! No podías
solamente dejarme en paz, ¡no! Tenías que ser un puto capullo conmigo. Yo…Yo…-
no tenía más fuerzas. Estaba llorando a todo pulmón y dolía. - ¡Yo solo quiero
que salgas de mi cabeza! – susurré a gritos, y fue un susurro porque la voz se
me cortaba.
No iba a ser capaz de
mantenerme por mucho más tiempo de pie mientras lloraba desconsoladamente, y lo
sabía. Justo cuando notaba mi mundo tambalearse, unos brazos se envolvieron
alrededor de mi cintura, manteniéndome sujeta a la Tierra y sujeta a mi misma.
Con sus manos hizo que mis brazos lo envolvieran a él también. Bajó su cabeza,
haciéndome cosquillas con su pelo y sus labios tocaron mi cuello, haciendo que
me estremeciera, pero no hizo nada, solo los mantuvo ahí, cerrados. Me abrazaba
tan fuerte que todo el frío que pudiera tener ser desvanecía completamente.
Sentí algo húmedo en mi cuello, pero no era porque me estuviera besando, pues
seguía con la misma posición de antes. Estaba llorando. ¡No, no! Eso era algo
que no podía soportar, saber que Harry estaba allí, sollozando mientras
apretaba nuestros cuerpos en un abrazo, era algo para lo que no me encontraba
preparada, y sabía que jamás podría estarlo. Se suponía que él era el fuerte el
que conseguía solucionar cualquier cosa. Notaba como temblaba, haciendo que yo
temblara también, ya que su cuerpo estaba enredado al mío.
Intenté apartarme, quería
mirarlo a los ojos y aportarle cualquier consuelo que necesitara. Me había
pasado con él. Había ido por mí al club salvándome de acabar en a saber cual
cama, me sostuvo cuando vomité en el baño y me metió en cama más tarde. Se
ocupó de que tuviera ropa con la que poder cambiarme, mantuvo mis pies
calientes dejando los suyos fríos. Me dio una pastilla para que pudiera
encontrar algo de alivio a mi dolor de cabeza y preparó un maldito y perfecto desayuno
sabiendo que lo necesitaba.
Harry no permitía que me
separara un milímetro de él, me era imposible acceder a su rostro, enterrando
en el hueco de mi cuello. Dejé que siguiera abrazándome, si eso era lo único
que necesitaba, entonces se lo concedería. Era lo mínimo que podía hacer.
- Kelly, no ha pasado
nada entre Caroline y yo. – me estremecí cuando mencionó su nombre, él lo notó,
aferrándome más fuerte. Quise hablar pero no sabía que decir, de todos modos el
continuó con la voz rota. – Cuando rompí lo que en realidad nunca tuve con Caroline todo
parecía ir bien, pero nada más salir las primeras fotos e información sobre
nuestro noviazgo empezó a llamarme y a mandar mensajes, suplicando que
quedáramos para poder hablar. Yo nunca contesté a nada. Cuando llegamos a Los
Ángeles y me enteré de que ella también estaba allí, decidí acabar con todo de una
vez. Así que fui a su hotel y le exigí que me dejara en paz, que estaba contigo
y que no quería que se pusiera en contacto conmigo nunca más. Después de eso
salí de su hotel y no recibí ninguna llamada más. No te lo conté porque no
quería despertar fantasmas del pasado, se había acabado todo cuando tú y yo
empezamos a salir, no quería que nada de eso molestara nuestra relación, ya tenías
suficiente con la prensa. Sé que debí decírtelo, lo sé y lo siento. Cuando me
dejaste en Los Ángeles me volví loco, pensaba que me habías estado engallando, que
solo estabas conmigo por interés. ¡Pensé tantas cosas horribles! Cuando me enteré
por fin de la verdad cogí inmediatamente un avión, dejando a los chicos y todo
lo referente a la banda allá y vine a por ti. Estuve en tu exhibición Kelly,
pude ver todas las expresiones de dolor en tu rostro. Yo tuve la culpa de ello,
te hice daño. Y lo siento, lo siento tantísimo. Te quiero, no quiero que me
dejes. No quiero perderte.
Me costó asimilar la
nueva y dolorosa información revelada. Apenas me había dado cuenta del hecho de
que él estaba en Londres y no en Los Ángeles. Había venido a por mí, ¿podía ser
más perfecto? Creí lo que me contó, creí cada una de sus palabras, confiaba en
él. Y supe que eso debería haberlo pensado antes de haber ocasionado todo esto.
La culpa no habido sido de él en absoluto, todo era culpa mía.
No sabía que decirle
porque no era capaz de pensar una forma de hacerle saber lo muchísimo que
lamentaba todo lo ocurrido. Solo aproveché cuando el soltó mi cuerpo y llevé
mis manos hasta su cara para atrapar sus dulces labios en un beso. Saboreé sus
lágrimas mezcladas con las mías.
- Te quiero. – susurré contra
sus labios. – Te quiero mucho.
¡11 páginas de Word! Y en muy poco tiempo.
En serio que aún estoy en shock conmigo misma, jamás había escrito tan pronto después de haber subido hace nada, y por encima un capítulo tan largo.
Creo que es porque llevaba un tiempo con todo este capítulo ya planeado de sobra y todas las noches me quedaba pensando en él y dándole vueltas. Solo necesitaba sacarlo de mi cabeza y estar tranquila. Que alivio.
Personalmente, este capítulo me ha gustado bastante respecto a todos los ya escritos. ¿Qué os ha parecido a vosotras? :3
Por cierto, he echado cuentas y creo que aproximadamente quedan unos 4-5 capítulos para que GOOMH acabe, creo que no va a pasar de los 5, pero idk.
Bueno, eso es todo. Muchísimas gracias por comentar y por leer. ¡Os amo! <3
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