lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 31.

Salí de casa vestida con unos leggins negros y una camiseta de manga corta de color morado. Apoyé mi pie izquierdo sobre un alto y aseguré los cordones de mi teni, luego hice lo mismo con el derecho. Separé el pelo de la coleta que tenía hecha en dos trozos y tiré para forzar el agarre. 

Empecé a correr calle abajo.

El instituto estaba cerrado por fiestas, y estaría así el próximo día también. Hoy era jueves, primer día de Marzo, eso significaba que hoy era el día que actuaría en la exhibición de patinaje. Había estado practicando durante estos tres últimos días, más horas de las que debía. Tenía la coreografía perfectamente terminada y me la sabía de memoria, así que simplemente iría unas horas antes para hacer un ensaño general antes de que comenzara todo.

Patinar era lo que más me había ayudado a distraerme, además de correr. Al principio no podía parar de caerme, hasta que decidí que sería buena idea callar mis pensamientos con la música a todo volumen en mis oídos. La pista de patinaje se había convertido en mi mayor vía de escape, después de tanto tiempo evitando lo que mejor sabía hacer, y ahora era lo que conseguía mantenerme cuerda.

Paré mi carrera para coger aire, apoyando mis manos sobre las rodillas. Tomé una gran bocanada de aire. No levanté la cabeza cuando otro corredor pasó a mi lado a una muy buena velocidad. Sus pasos rápidos empezaban a perderse tras de mí, cuando los escuché retroceder. Alguien tocó mi brazo.

- ¿Kelly? – me di la vuelta y descubrí a la persona perteneciente a la voz que había pronunciado mi nombre.
- ¿Evan?
- ¡Vaya, pensaba que no te vería tan pronto! Solo han pasado tres días. – yo estaba muy al tanto de cuánto tiempo había pasado también, pero no desde que lo vi a él por última vez sino a Harry.
- Lo sé… ¿Cuándo volviste?
- Ayer mismo. ¿Sales a correr muy a menudo?
- Bueno…Desde que comencé hace tres días, si. – Evan dejó escapar una pequeña risa y asintió.
- Intentas mantenerte ocupada, ¿me equivoco?
- No. – suspiré.
- Yo tengo que irme ya, que he quedado, pero… ¿Te gustaría salir esta noche? Así te diviertes y te dejas olvidar de todo, ¿qué me dices?
- Está bien. – me sorprendí con la rapidez de mi respuesta. – Pero tengo que hacer algo esta tarde…
- Bueno, tienes mi número, cuando estés lista me mandas un mensaje y paso a por ti.
- Vale. – sonreí.
- Hasta la noche entonces. – se despidió y volvió a correr.




H

Llegué a Londres después de un largo y tormentoso viaje. Nada más pisar tierra encendí el móvil, que estaba lleno de llamadas perdidas de los chicos y del management, pero me daba igual.

Cogí un taxi para llegar a casa. Necesitaba darme una ducha y coger mi coche.

Metí la llave en la cerradura, abriendo la puerta para poder pasar y luego la cerré. Subí a la planta de arriba y entré en mi habitación en dirección al baño. Me desnudé y me metí debajo del chorro caliente de agua.

Necesitaba esto, necesitaba relajar mis músculos y darme un tiempo para respirar tranquilamente. Aunque era muy consciente de quien invadía mis pensamientos a cada rato, recordándome el motivo de porqué estaba en Londres y no con mi banda, cumpliendo mis obligaciones. Pero también era una obligación, o más bien, un deber, aclarar las cosas con Kelly.

Pegué un puñetazo a las baldosas de la pared del baño. ¿Cómo había sido tan estúpido? Debería haberle contado todo desde un principio, tenía que haber sido más listo que la prensa.

Cerré la villa del agua y envolví una toalla alrededor de mi cintura, cogí otra para secarme el pelo y me adentré de nuevo en la habitación. Abrí el armario para coger unos vaqueros oscuros, una camiseta negra y un jersey de punto del mismo color. Me calcé mis botas marrones y bajé las escaleras.

Tomé mi gorro y mi abrigo a conjunto con la parte superior de la ropa que llevaba y fui hacia el garaje. Arranqué el coche y me puse en rumbo.

La dirección en la que iba tenía rostro y nombre. ¿Cómo sería su reacción al verme? ¿Me cerraría la puerta en las narices? ¿Me partiría la cara? O lo que más temía… ¿Sería capaz de decirme que no quería volver a verme jamás en la vida? Aunque, para eso iba a hablar con ella, ¿no? Para conseguir que todo esto se solucionara y poder volver a ser la pareja que éramos. Necesitaba a Kelly, y ella también me necesitaba a mí, solo que piensa que la he engallado. La entendía, porque si me enterara de algo así sobre ella, de que está en los brazos de otro hombre, me mataría.

Llegué por fin a mi destino y aparqué el coche delante de la entrada a su casa. Abrí la puerta del coche y caminé decidido. Respiré hondo antes de tocar el timbre. Nada. Volví a intentarlo. Nadie me abría. ¿Me estaría ignorando? Bajé las pequeñas escaleras que separaban su casa de la carretera, pateé una piedra que tenía justo al lado y volví a entrar en el vehículo.

Solo me quedaba una opción más.

El coche volvía estar aparcado frente a una casa y yo frente a la puerta de ésta. Solo hizo falta que el timbre sonara una vez para que me recibieran.

- ¿Harry? – sus ojos se abrieron.
- Hola Sarah. ¿Sabes dónde está Kelly? He ido a su casa, pero nadie me abre. – la mejor amiga de mi novia, esperaba que aún lo fuera, tuvo que sacudir su cabeza y pestañear un par de veces para volver al mundo real.
- No hay nadie en su casa porque hoy es la exhibición de patinaje, y tanto Kelly como Emily actúan.
- ¡Mierda! Se me había olvidado por completo. Tengo que ir a buscarla, tengo que…- comencé a darme la vuelta, pero Sarah me detuvo.
- Espera, voy contigo. Yo también iba para allí, y así me puedes explicar que es lo que pasó personalmente. – suspiré.
- Está bien, ¿nos vamos, entonces?
- Cojo mi bolso y nos vamos.



K

El ensayo general había sido perfecto. Dominaba la coreografía y pensaba bordarla delante de todo el mundo esta tarde. Necesitaba demostrarme que si había podido superar mi miedo a volver a patinar, sería capaz de olvidarle a él.

Una de las chicas de peluquería estaba rematando mi peinado mientras otra aportaba más sombra de ojos a mis párpados. Yo solo guardaba mis puños bajo las mangas de la sudadera que llevaba puesta encima del vestido con el que actuaría.

- ¿Estás nerviosa? – me dijo la chica que me maquillaba al ver como no podía dejar de mover mis manos desesperadamente.
- No…Bueno, no sé…Me duele la barriga. – ella me dedicó una sonrisa de ánimo mirando al espejo.
- Esto ya está. – la otra chica, la que arreglaba mi pelo, dejó que sus manos cayeran a los costados. – Mírate, estás deslumbrante.

Miré mí el reflejo de las sonrisas de las dos chicas admirando su trabajo y luego miré el mío.

Miedo. Inseguridad. Dolor. Nostalgia.

Eso era lo que yo podía ver a través de mis ojos. Y la única persona que conseguía hacerme sentir segura de mi misma al cien por cien estaba a kilómetros de aquí, seguramente en los brazos de otra.

Tragué saliva y apreté los ojos, tragándome las lágrimas que amenazaban con salir.



H

Habíamos intentado que nos dejaran entrar a los camerinos donde las chicas se preparaban antes de salir, pero fue imposible.

Ahora nos veíamos arrastrados entre la gran cantidad de gente que había venido para ver la exhibición. Sarah y yo nos sentamos en la parte más alta de las gradas, en una esquina, intentado hacerme pasar desapercibido.

- Sarah, necesito verla. Ya.
- Harry,  lo sé, pero ya has visto como nos han tratado los de seguridad. – la seguridad estaba presente en el recinto porque había un par de ojeadores bastante importantes en el mundo del patinaje artístico sobre hielo que venían en busca de nuevas estrellas.
- ¿Sabes? Pensaba que esto de ser famoso me iba dar ventaja en temas como este, pero ya ves. – pasé una mano por mis rizos.
- No eres famoso en el patinaje, así que aquí eso da igual.
- Pues es un asco. – murmuré.
- Tranquilo, cuando acabe todo esto puedes ir a buscarla.
- ¿Crees que querrá escucharme? – Sarah hizo una mueca y dejó caer sus hombros.
- Kelly es una cabezota, pero siempre puedes obligarla a que te escuche. Aunque será difícil, se siente traicionada.
- ¡Agg! Lo sé, lo sé. Es todo culpa mía, estoy al tanto de ello.
- Míralo por el lado bueno, que hayas sido lo suficiente hombre de coger un avión dejando todo en Los Ángeles para venir a hablar con ella, te hace ganar puntos.
- Puntos contigo, no creo que para Kelly sea así.
- Contará para ella también, créeme. Es un acto muy romántico. – puso una mano en mi hombro cuando yo hundí  mi cabeza en mis manos. – Sé que la recuperarás, estáis hechos el uno para el otro.

No dije nada más, me limité a intentar tranquilizar las ganas que tenía de saltar del maldito asiento y enfrentarme a toda la seguridad para poder envolverla entre mis brazos y susurrarle lo mucho que lo sentía, y lo mucho que la quería.

De repente toda la sala se sumió en un negro profundo y la gente se calló de golpe cuando cuatro focos se enfocaron sobre una figura en medio de la pista de hielo. Vestía un vestido rojo muy brillante, pero ella era la que hacía que ese vestido fuera bonito. Se escuchó el sonido de un piano, iniciando una canción que conocía perfectamente. Ella comenzó a moverse.

(Ver el vídeo entero antes de continuar leyendo, pls)



Su actuación terminó con ella mirando hacia el público y deseé con todas mis fuerzas que me hubiera visto, pero no sucedió. El estadio se llenó de aplausos y ovaciones. Tuve que ponerme de pie y aplaudir con ganas, porque había estado absolutamente magnífica, me sentía demasiado orgulloso de ella.

Las luces se volvieron a apagar un segundo y cuando se encendieron de nuevo, Kelly ya no estaba. Intenté salir de allí, pero Sarah me frenó.

- Ahora menos que nunca te van a dejar ir a verla, seguramente la van  a rodear un montón de gente y no podrás tener acceso a ella. Cuando acabe la exhibición podrás ir a por ella.



K

Nada más sacarme los patines corrí hacia los vestuarios y tuve que sentarme porque apenas podía mantenerme en pie. Lloré, lloré por un largo rato con mi cuerpo encogido en una esquina.

En cada movimiento que había hecho durante la actuación millones de imágenes de los momentos vividos al lado de Harry asaltaron mi mente. Aún no era capaz de comprender como no me había caído sobre el hielo.

Necesitaba el consuelo del que había producido mi dolor.

- ¿Kelly? – escuché la dulce voz de alguien que conocía perfectamente. Me levanté del suelo y limpié mis lágrimas como pude.
- Em, ¿no deberías estar con tus compañeras? – mi hermana pequeña se acercó a mí, con su pequeño vestido verde y con la cara y el pelo lleno de purpurina.
- Quería verte. Mucha gente te está buscando para darte la enhorabuena. – se quedó callada un momento, examinándome. - ¿Estás bien?
- Si. – Emily avanzó para colgar sus brazos alrededor de mi cintura. La cogí en brazos, aferrándola a mí.
- No llores, Kelly. Has estado fantástica, ojalá yo pueda llegar algún día a ser tan buena como tú. – sonreí.
- Serás incluso mejor, cariño. – Emily se colgó de mi cuello después de besar mi mejilla.
- Voy a salir esta noche con Sarah, ¿se lo puedes decir a mamá más tarde?
- Vale. – la dejé en el suelo.
- Me voy ya, siento no poder quedarme a verte, pero tengo algo que hacer. – frunció el ceño.
- Tendrás que compensarme con una tarde patinando contigo y enseñándome cosas nuevas.
- Trato hecho. Ahora corre con tus compañeras, antes de que sea tu turno. – me abrazó una vez más antes de desaparecer dando saltitos por la puerta.

Me fastidiaba el no quedarme a ver a mi hermana, pero no me encontraba lo suficientemente bien para permanecer más tiempo en el estadio. Me puse mis pantalones de chándal y la sudadera por encima, recogí mis cosas y salí de allí.

El taxi me dejó en casa. Yo subí rápidamente a mi habitación para cambiarme. Me desvestí, quedándome en ropa interior. Cogí el móvil y le mandé un mensaje a Evan con mi dirección para que pasara a buscarme en unos quince minutos.

Abrí el armario y busqué la percha del final, de la cual colgaba un vestido que me había regalado Sarah el año pasado por mi cumpleaños, pensando que de verdad iba a dejar que me llevara de fiesta.

Me lo puse con los tacones negros que aún no le había devuelto a Sarah, los que utilicé en el cumpleaños de Harry. Fui hacia el baño y me mojé un poco el pelo para luego enroscarlo en mi dedo, más tarde se me formarían pequeñas ondas. Estaba ya maquillada, pero me saqué el pintalabios que llevaba ya que era de color rojo e iba de rosa, aplicándome brillo del mismo color que el del vestido. (http://www.polyvore.com/thats_truth/set?id=89595177)

Escuché el timbre de casa, así que metí deprisa mi móvil, las llaves y la cartera dentro de un pequeño bolso negro. Bajé las escaleras con cuidado de no tropezar y caerme y abrí la puerta.

- Vaya, estás guapísima. – me sonrojé por la vergüenza de que me viera llevando un vestido, ya que no era demasiado normal en mí.
- Tú tampoco estás mal. – Evan me sonrió abriendo los brazos para mostrarme su look. Vestía unos vaqueros negros y una camiseta de manga corta gris con un dibujo abstracto en el centro, hacía que se le marcaran los bíceps.
- ¿Vamos? – asentí con la cabeza y caminé detrás de él hasta su coche azul marino.

Durante todo el camino le iba contando a Evan todo lo sucedido con Harry. Él se sorprendió mucho al saber que era Harry Styles, porque cuando me llevó hasta la habitación en el hotel no sabía que los chicos estaban allí. Fue un gran esfuerzo aguantarme las lágrimas mientras revivía toda la historia con mis palabras, pero Evan hacía todo lo posible por buscarle el lado cómico a cualquier cosa para sacarme una pequeña sonrisa.

Aparcó el coche una calle más atrás de donde supuestamente estaba el club donde íbamos a pasar la noche. Caminamos hasta la entrada, donde había un hombre con los músculos demasiado grandes, lo suficiente para que el atractivo se le fuera solo con mirarle los brazos. Evan habló con el hombre y nos dejó pasar sin poner pega alguna.

El local estaba repleto de gente, la mayoría de ella bailando al ritmo de la música electrónica que estaba poniendo el DJ al fondo de todo, en un pequeño alto. Evan me dirigió hasta la barra.

- ¿Qué quieres tomar?
- Eh…No sé. ¿Lo mismo que tú?

No presté atención a lo que Evan pidió para los dos, ya que saqué el móvil del bolso y le mandé un mensaje a Sarah:

Cúbreme esta noche. Salí con un amigo a tomar algo, ya te contaré. Ily.

- Toma. – Evan deslizó el vaso con un líquido de color verde hacia mí. Lo miré por un momento antes de agarrarlo con mi mano. – Prueba y dime que tal.

Le di un trago. Era amargo y dulce a la vez. Bajó en carrera por mi garganta, haciendo que me ardiera.

- ¿Y bien? – levantó una ceja hacia mí.
- Está…rico. – él se rió.
- ¡Dos más! – chilló al camarero.


Volví a llevar el vaso a mis labios, acabando con todo el líquido de golpe. Fue la primera de muchas de las copas que me iba a tomar durante la larga noche que me esperaba allí dentro. 
















Vale, personalmente, creo que es el capítulo que menos me ha gustado. Pero mi poca inspiración solo me permitió escribir esta mierda de capítulo. 

En el próximo haré que Harry y Kelly se encuentren por fin, lo prometo. 

Por cierto, no sé si os habéis dado cuenta, pero  ahora no se puede copiar nada de lo escrito en el blog, y me he visto obligada a ponerle copyright también ya que me encontré esto: http://foro.univision.com/t5/One-Direction-Webnovelas/Get-out-of-my-head-Harry-Styles-y-Tu/td-p/463412351 Es esta misma novela solo que cambian a Kelly por Rayita. Me he tenido que hacer una cuenta para intentar que le reportaran mi novela, porque no tiene ni permiso para subirla ni me ha dado créditos, es más, hace como si verdaderamente ella la hubiera escrito. Y me jode, muchísimo. 

Cuando GOOMH acabe dejaré que quienquiera pueda adaptarla siempre que me de créditos y pida permiso. No se puede copiar el contenido de otra persona por la cara. Escribo porque me gusta hacerlo y veo que a vosotras os gusta leerme, pero todo sale de mi imaginación y no me parece justo que otro venga y me lo robe, porque es un robo. 

Bueno y eso. ¡Muchísimas gracias por comentar y leer! Os quiero muchísimo, recordad que sin vosotras no existiría esta novela ni ninguna que haya escrito o escribiré <3

Recordar votar para saber cuantas personas leen. 

jueves, 18 de julio de 2013

Capítulo 30.

- Harry, tienes que calmarte. – dijo Liam esta vez. Había escuchado esa frase demasiadas veces durante toda la tarde.
- ¿Calmarme? ¡¿Cómo se supone que voy a poder calmarme?! ¡Liam, mi novia ha desaparecido así como así! Que me calme, en estos instantes, no es algo que me está permitido.
- Harry…- ahora era Louis.

Yo ya no sabía qué hacer. La última vez que había visto a Kelly fue a lo lejos y entre decenas de fans. En aquel momento todo parecía ir bien, me sonrió, le sonreí y solo era capaz de pensar en las ganas que tenía de abrazarla y besar esos labios que tanto había extrañado.

Y luego desapareció. No había rastro de ella. La llamé al móvil tantas veces que era imposible no perderme en la cuenta. También le mandé mensajes y no me respondió a ninguno. Los chicos habían intentado llamarla, pero no obtuvieron respuesta alguna. Además, hace una o dos horas que su móvil había dejado de estar en funcionamiento. Todo el rato salía la voz del robot avisando que estaba apagado o fuera de cobertura. Y eso era todavía peor. Prefería que no me cogiera el teléfono a saber que lo tenía apagado, por lo menos si lo tenía encendido sabría que  intentaba ponerme en contacto con ella.

Fui hasta la cama y me senté en el borde de ésta, pasando las manos por mi pelo y dejando los codos sobre mis rodillas, haciendo que mis brazos soportaran el peso de mi cabeza. Casi ni podía mantenerme en pie a mí mismo. Sentí la cama hundirse a mi lado y luego una mano se apoyó sobre mi hombro.

- La estamos buscando Harry, todos lo estamos haciendo.  La encontraremos. – afirmó.
- ¿Cómo estás tan seguro? ¡Ni siquiera sé porqué se ha ido o…! No sé qué ha pasado. Todo iba bien, cuando la vi allí de pie su sonrisa era sincera. Estaba tan guapa…- tomé aire. – Cuando hablamos por teléfono todo parecía ser normal, como siempre. O incluso mejor. Iba a verla después de tanto tiempo y ahora…simplemente se ha ido. Sin ninguna explicación. Por lo menos podría haberme dicho algo, pero ni eso Louis, ni eso. ¿Es qué no significaba nada para ella? ¿O es qué ha estado fingiendo y mintiéndome todo este tiempo? Todas las personas con las que he estado desde que empezamos con la banda me han utilizado. Yo simplemente pensaba que ella era diferente…Pensaba que era la indicada, ¿sabes? Y ahora…Louis, no sé qué pensar ahora.
- Harry, Kelly jamás te utilizaría. Ella no es así.
- ¿Y cómo lo sabes? Si me ha engañado a mí, también lo puedo haber hecho con todos vosotros, es más, lo hizo.
- Haz, te estás equivocando en todo esto. – suspiré y agarré con fuerza mis rizos entre las manos.
- ¿A caso se te ocurre otra explicación? – Louis se quedó callado. – Eso pensaba.
- Acabo de llamar a Sarah. – Niall entró en la habitación aún con el móvil en la mano. – No sabe nada de Kelly, no se ha puesto en contacto con ella aún, pero me dijo que intentará localizarla y cuando sepa algo nos llamará.
- Si Sarah no sabe nada…- empezó a decir Zayn y todos nos giramos para mirarlo. – Siento decirlo, pero si Sarah no sabe nada, y dado que es la mejor amiga de Kelly, esto es grave. Pasara lo que pasara.
- Y la gran cuestión es exactamente esa. – Liam dejó caer los hombros, agotado. - ¿Qué es lo que pasó?




K

Habían pasado ya dos días desde que volví a casa. Mi madre había intentado hablar conmigo, pero no solté palabra alguna. Intentaba pasar el mayor tiempo posible fuera de casa para no tener que soportar su mirada, sabía que estaba buscando una nueva oportunidad para tener una tarde de confesiones. Pero eso no iba a pasar si podía evitarlo.

Por la mañana me despertaba temprano para ir a correr media hora y volvía justo a tiempo para darme una ducha rápida, vestirme e ir al instituto, donde sentía las miradas constantemente sobre mi nuca, algo que me ponía realmente de los nervios. También intentaba escapar de Sarah, dándome prisa para no tener que volver a casa con ella. Mi móvil no se había vuelto a encender desde que me fui.

Tenía miedo. Tenía miedo de encenderlo y ver las miles de llamadas que tendría de él, y los mensajes…Me era simplemente insoportable tener alguna información de él o de los chicos. Por eso procuraba comer sola, porque sino mamá encendería la tele y estaba segura de que cuando lo hiciera ellos iban a salir en plena pantalla. Cuando entraba a alguna tienda y de repente comenzaba a sonar alguna de sus canciones tenía que salir inmediatamente, porque las ganas insaciables de llorar invadían mi cuerpo, abrumándome de manera dolorosa.

Solo quería olvidar, omitir todo lo que había descubierto. Era prácticamente imposible, pero por lo menos hacía el gran esfuerzo de intentarlo.

- ¿Sabes? No puedes pasarte la vida aquí encerrada, evadiéndote de todo el mundo. No es bueno para ti. – me sobresalté cuando vi a Sarah apoyada en el marco de la puerta de mi habitación. Yo estaba hecha un ovillo con mi propio cuerpo sobre la cama, abrazando un viejo peluche, como hacía cada tarde. Pero rompí mi posición para sentarme en la cama.
- ¿Qué haces aquí?
- Tu madre me ha llamado. Está preocupada. – hizo una pausa mientras se sentaba a mi lado. – Yo también lo estoy.
- No tenéis porqué. – dejé que mi cuerpo cayera de nuevo contra la almohada. Sarah se sacó los zapatos y cruzó las piernas sobre la cama.
- ¿Estás de broma? Llevas evitándome desde que volviste. Jamás hemos estado tanto tiempo separadas.
- Necesitaba estar sola, solo es eso.
- Oh, claro. Solo es eso, ¿no? – levanté los hombros aún tumbada y los volví a dejar caer. – Kelly, por favor, habla conmigo.
- ¿De qué quieres hablar, Sarah? – dije, algo irritada.
- Puedes empezar por contarme porque cogiste un avión sin avisar a nadie, largándote de Los Ángeles.
- No me gustaba la ciudad.
- ¡Ya, seguro!

Me cansé, estaba harta de guardarme todo para mí misma. Necesitaba soltarlo, y Sarah siempre me había apoyado en todo. Me incorporé en la cama, poniéndome en la misma posición que Sarah y cogí el portátil del escritorio. Busqué la página online de la revista y la registré para dar con el mismo artículo que yo había leído. Cuando lo encontré giré el ordenador bruscamente hacia Sarah.

- Lee.

Echó un vistazo a la pantalla y luego a mí antes de comenzar a leer. Sus ojos se iban abriendo a medida que avanzaba, haciéndome saber que no podía creerse aquello. Cuando acabó, bajó la tapa del portátil.

- Me encontré una revista en un kiosco con ese artículo, cuando estaba a metros de Harry. Simplemente me largué de allí. – la mirada de Sarah se llenó de compasión.
- Oh, Kelly…No lo sabía.
- Yo tampoco sabía que me engallaba. – sentí el nudo crecer en mi garganta. – N-no sabía qué hacer…Pero no podía verle a la cara después de aquello, ¿cómo hacerlo? Y lo peor es que no consigo olvidarme, es más, me lo imagino con ella y…Es como…como si me apretaran el corazón con el puño, haciendo que me quede sin aire…y…Sarah, yo solo quiero que salga de mi cabeza.

No aguanté más las lágrimas, porque no tenía fuerzas para ello. Sarah me envolvió entre sus brazos, acariciándome el pelo muy despacio. Me agarré a ella, como si fuera lo único en la Tierra que podía mantenerme a flote en el mar negro que inundaba mi mente.



H

- ¡Harry, levántate, date una ducha y vístete! – gruñí contra la almohada. – Tenemos una entrevista en media hora, ¡vamos!
- ¡Lárgate Louis!
- Sarah, Sarah. Espera, ¿qué? ¡No! – Niall entró a la habitación, hablando por teléfono. – Lo juro, es imposible. No, Sarah. ¡Pues están equivocados! No sería capaz de hacer algo así, lo sabes. Lo conozco y sé que no es cierto. La quiere, claro que la quiere. Está bien, hablaré con él. Te llamo más tarde, te quiero. – y colgó.
- ¿De qué iba todo eso? – preguntó Louis.
- Era Sarah, ha hablado con Kelly.

Escuchar su nombre fue como si me hubieran dado una patada en el estómago, se sentía tan mal. Quise preguntar qué era lo que Sarah le había dicho, que me dijera como estaba Kelly. Pero dejé que mi orgullo se enfrentara a mi yo sensible antes de que me derrumbara por completo.

- ¿Y qué ha pasado? ¿Le ha dicho por qué se fue? – Quise darle las gracias a Louis por preguntar por mí, pero me mantuve callado, con mi mejilla contra la almohada.
- Kelly leyó un artículo donde decían que Harry y Caroline habían vuelto. – salté de la cama y me acerqué a Niall.
- ¿Qué? – hablaba tragándome los gritos.
- Había fotos tuyas saliendo de su hotel. – continuó.
- ¡Pero no es lo que parece! Oh, joder. ¡Mierda! – pasé las manos desesperadamente por mi pelo. Esto no podía estar pasando.
- Harry, ¿has vuelto a ver a esa mujer? – Louis se acercó e intentó cogerme del brazo, pero me solté.
- Tengo que largarme de aquí. Debo volver a Londres y hablar con Kelly.
- ¡¿Estás loco?! No te vas a ir a ningún sitio, aún no hemos acabado las cosas aquí, Harry.
- ¡Me da igual! – chillé.

Empecé a meter mi ropa en la maleta. Me puse unos vaqueros una camiseta blanca y una chaqueta marrón por encima. Me calcé entre las palabras nerviosas y paranoicas de Louis y Niall. Cogí el pasaporte, la cartera y el móvil, repartiendo todo por los bolsillos del pantalón y la chaqueta. Tiré del asa de la maleta, dejándola de pie en el suelo.

- ¡Harry Edward Styles, para y escúchame! – me giré, apretando los tientes.
- No, Louis. No me voy a parar a escucharte cuando sé que la persona a la que amo está en su casa pensando que la he engañado, pensando que no la quiero. Está sufriendo por mi culpa, ¡ha sufrido por mi culpa! Lo siento Louis, pero me voy a por ella.
- Harry, esto no es la mejor solución… - empezó Niall.
- ¿Y cuál lo es? ¿Quedarme aquí sabiendo lo mal que lo estará pasando por culpa de una estúpida confusión? No, me plantaré allí y haré que me escuche. No voy a dejarla ir, y menos por algo así. Porque si me lo impedís  jamás os lo perdonaré, y tampoco me lo perdonaré a mí mismo.


Y dicho eso salí de la habitación decidido a coger ese avión que me llevaría hasta Kelly.








Si, vale es muy, pero que muy corto comparado con el anterior que subí. Pero mirarlo por el lado bueno, cuanto más corto, más dura la novela. Porque tiene los días contados. 

Intentaré que el próximo sea un poco más larguillo, con partes que os gusten de verdad. 

¡Gracias por comentar y leer! Os quiero <3. 

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sábado, 13 de julio de 2013

Capítulo 29.

Todo había pasado demasiado rápido. Al día siguiente después de hablar con Harry, tras las clases, Sarah vino a ayudarme a hacer las maletas. Tardamos alrededor de cuatro horas, ya que ella hizo una selección minuciosa de que lo que tenía que llevar, para así sorprender a Harry.

Pero en esos momentos no me importó las idas de olla de mi mejor amiga, estaba tan nerviosa que si fuera por mi habría cogido un puñado de ropa y la abría metido a presión dentro de mi maleta. Así que agradecí que Sarah viniera a poner un poco de orden en mi mente.

Las chicas organizaron una pequeña cena para despedirme y de paso celebrar mi cumpleaños, solo por un par de horas conseguí desvanecer el constante hormigueo de mi estómago, y maldije el no poder quedarme más con ellas, ya que debía coger el avión a las cinco de la madrugada y estar en el aeropuerto con dos horas de antelación, como siempre recomendaban.

Mi madre me había llevado en coche hasta al aeropuerto, Emily insistió tanto en venir a despedirse de mí que a mamá no le quedó más remedió que ceder, aunque se arrepentía cada vez que la veía dormida en los asientos de atrás del coche por el retrovisor. En cambio, yo no me arrepentí, ni mucho menos. Me gustó sentir ese cálido abrazo lleno de amor incondicional por parte de mi hermana pequeña, aunque estuviera casi totalmente dormida, fue todo un detalle.

Y después de despedirme de mi enana y mi madre, me encontraba por fin dentro del avión que me llevaría hasta los brazos de Harry, esos que tanto extrañaba que me rodearan.

 Estaba sentada al lado de la ventana y podía ver cómo me alejaba poco a poco de la noche de Londres, que desde ahí arriba parecía como de cuento de hadas. Saqué los auriculares para colocármelos en cada oído antes de pulsar una lista aleatoria en mi iPod, apoye la cabeza contra la ventana e intenté entregarme al sueño mientras observaba todas las pequeñas luces de colores.



Me desperté al escuchar la voz de la azafata comunicando que estábamos a punto de aterrizar y que por favor nos abrochásemos los cinturones. Miré hacia abajo para asegurarme de que mi cinturón seguía sujeto. Guardé los auriculares en la pequeña mochila de mano que llevaba. Eché un vistazo por la ventana, ¡estaba sobrevolando Los Ángeles! Vaya, era totalmente increíble, altos edificios se extendían hacia el cielo bastante a lo lejos de donde el avión empezaba a descender.

Cuando por fin pude salir del avión me paré a echar un vistazo al cielo mientras las personas seguían su camino, pasándome de largo. El sol deslumbraba entre la espesa niebla, la dulce brisa acariciaba mi pelo. Me permití cerrar los ojos para disfrutarlo durante unos segundos.

Con mi maleta ya en mano comencé a caminar hacia las puertas de salida preguntándome quien vendría a buscarme, por lo que Harry me habría dicho, él y los chicos estarían ocupados, así que el que alguno de ellos viniera buscarme era imposible.

Entonces mis ojos se encontraron con un hombre que sostenía un cartel con mi nombre escrito en él, avancé un poco dudosa.

- ¿Kelly? – asentí al encontrarme enfrente de él, de cerca me resultaba más familiar. – Soy uno de los de seguridad, mi nombre es Mark. Harry me ha pedido que viniera a buscarte. ¿Te ayudo con la maleta? – señaló a mi equipaje, yo solo solté la maleta y dejé que él la llevara.

Fuimos hasta un gran coche negro con los cristales tintados, uno de los coches que los chicos utilizaban normalmente para desplazarse juntos a cualquier sitio. Mark me abrió la puerta, a lo que respondí con un ‘gracias’ acompañado de una tímida sonrisa.

- ¿Dónde están Harry y los demás? – me atreví a preguntar después de haberme pasado unos largos minutos observando la ciudad desde la ventanilla derecha de la parte trasera del coche.
- Esta mañana salieron temprano para una entrevista en una emisora de radio, luego tenían una sesión de fotos y creo que esta tarde van a hacer una pequeña actuación con firma de discos. – contestó Mark si apartar la mirada de la carretera.

Vaya, si que estaban ocupados.

Empezaba a comerme la cabeza diciéndome a mi misma que solamente sería un estorbo, que Harry apenas tendría tiempo para mí, cuando el coche aparcó delante de un hotel enorme.

Mark me abrió la puerta y luego fue a buscar mis maletas, las cuales subió hasta la recepción del hotel. Se paró a hablar un momento con la chica que estaba detrás del mostrador mientras echaba un vistazo a la enorme sala. 

- Kelly. – me llamó y me giré rápidamente.
- ¿Si?
- Yo tengo que irme ahora porque van a necesitar a toda la seguridad con los chicos. Él te acompañará hasta la habitación, ¿vale? – señaló a un chico joven con la piel morena y los ojos grises vestido con un traje azul marino con botones plateados.
- Está bien.

Mark se despidió y yo subí en el ascensor junto al chico que llevaba mi maleta. Era bastante guapo, la verdad.

- ¿Un viaje largo? – me tomó totalmente desprevenida, no esperaba que me hablara, parecía bastante serio y huraño hace solo unos minutos.
- Ummmh…Bueno, un pelín. Me quedé dormida, así que tampoco se me hizo demasiado pesado.
- ¿De dónde venías?
- Londres. – el chico me dedicó una sonrisa.
- Yo soy de Londres, es más, dentro de unas semanas vuelvo allí. Extraño el mal tiempo. – dejé escapar una pequeña risa.
- Este sol sienta bien, aunque el día esté nublado.
- Acabarás cansándote, te lo aseguro. Por cierto, mi nombre es Evan. – me tendió la mano.
- Kelly. – le di un buen apretón acompañado de una sonrisa.

En ese instante el ascensor dejó escapar un ‘piii’ mientras las puertas se abrían solas. Evan empezó a caminar arrastrando mi maleta por un largo pasillo de brillantes azulejos. Paramos frente a una puerta y Evan deslizó una tarjeta por un lector de tarjetas, haciendo que la puerta se abriera. Pasó dentro de la habitación y soltó la maleta, se giró y se quedó mirándome.

- Bueno, aquí es. – abrió los brazos y los dejó caer de nuevo a cada lado de su cuerpo. – Si necesitas cualquier cosa llama al servicio de habitaciones y pregunta por mí, vendré enseguida. Aunque solo sea porque te aburres y no tienes a nadie con quien hablar, no me importará dejar el llevar comida en carritos a señoras de más de sesenta años cada diez minutos.
- Oh, lo tendré en cuenta. – mi sonrisa se ensanchó, la verdad es que era un chico muy simpático. – Gracias por todo.
- No hay de qué. Hasta luego, Kelly.
- Adiós Evan.

Cerró la puerta tras él, dejándome sola en esa inmensa habitación. La decoración de la sala era en color blanco y negro, con una enorme cama ocupando el mayor espacio de ésta. A la izquierda había una mesa con un par de sillas y un mueble bar. También había otra puerta que supuse que sería la del baño.

Me senté en el borde de la cama, dando un par de botes en ella, era como si fuera de agua. No me resistí más a la tentación, empujé mis zapatos fuera de mis pies y gateé por la cama hasta dejarme caer sobre la almohada y estirar lo máximo posible mi cuerpo. Me sentía muy pequeña encima de esa inmensidad acolchada.

Mi móvil comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mi pantalón, haciéndome cosquillas. Lo saqué y contesté sin mirar el identificador de llamadas.

- ¿Si?
- ¡Kelly! – me incorporé de golpe en la cama.
- ¡Harry! – no podía contener la alegría que invadía mi cuerpo completamente.
- Me alegra volver a oír tu voz. Louis tuvo que pegarme un par de veces porque quería llamarte mientras estabas aún en el avión. Creo que me ha dejado moratones, pero me vengaré.
- Harry. – dije, y sonó estúpidamente raro. Como si dijera su nombre después de mil años sin decirlo.
- Dime, preciosa.
- Quiero verte. – lo escuché sonreír.
- Y yo a ti, cielo. Dentro de nada empezamos la firma, durará unas dos horas. Haré que un taxi vaya a por ti, los chicos también quieren verte así que cenaremos todos juntos, luego serás toda mía. – un escalofrío recorrió mi cuerpo por culpa del tono de voz que utilizó en sus últimas palabras. - ¡Mierda, casi se me olvida! ¡Felices dieciocho preciosa! – lo cierto es que a mí también se me había olvidado.
- Gracias Harry.
- Ahora ya puedes beber. Lo cierto es que me gustaría verte borracha, seguro que eres muy divertida.
- No bebo, idiota.
- Bueno, podemos cambiar eso por esta noche ¿no? Tengo algo preparado, y de verdad espero que te guste.
- Me gustas tú. – mis mejillas se llenaron de color justo en el momento en que me di cuenta de mis palabras.
- Vaya, vaya, vaya. A lo mejor no necesito el alcohol para que te pongas cariñosita.
- Te odio. – me reí entre dientes.
- Me quieres.
- Puede. Pero tener que esperar tanto para verte va a hacer que cada vez te quiera menos.
- Oh no, será al contrario, nena. Te tirarás a mis brazos y me rogarás que te bese hasta volverte loca.
- Tú sí que estás loco.
- Entonces espero que sea contagioso, porque voy a morderte. – tragué saliva y capturé mi labio inferior con los dientes. Se escucharon unas voces de fondo y luego se sintió como si alguien cogiera el móvil de Harry.
- ¿Kelly? – una voz demasiado conocida.
- ¿Louis?
- ¡Felicidades! – el entusiasmo en su tono me hizo reír. – Esta noche saldremos a celebrarlo como es debido.
- Mmmmh…Creo que me estoy pensando el quedarme todo el día en esta cama enorme, eh.
- ¡Ni se te ocurra! Esta noche vas a tener el lujo de celebrar tu decimoctavo cumpleaños con la compañía de One Direction, millones de chicas desearían poder estar en tu lugar. Es más, a millones de chicas les encantaría poder tener a Harry Styles babeando por ellas las veinticuatro horas del día, justo como tú lo haces.
- ¡Louis, calla! – se escuchó como volvían a pelear por el control del teléfono.
- Kelly, te dejo, que tu novio está enfurecido.
- Adiós Lou. – se escuchó la risa de Louis de lejos antes de que Harry volviera a hablar.
- Kelly, tengo que dejarte. Nos vemos esta tarde. Por cierto, abre la puerta de la habitación cuando cuelgue. ¡Te quiero!

No me dio tiempo a responderle, ya que colgó rápidamente. Extrañada y curiosa fui hasta la puerta de la habitación y la abrí. No había nada. Saqué la cabeza fuera y miré a cada lado, entonces mis ojos contactaron con un ramo enorme de rosas rojas tendido en el suelo. Lo recogí, llevándolo contra mi pecho y absorbí el dulce aroma que desprendían. Cerré la puerta y caminé de nuevo hacia el centro de la habitación. El ramo llevaba una pequeña nota consigo:

Dieciocho rosas por cada día de tu vida; podría pasarme la mía agradeciendo a tu madre el haberte hecho existir.
Gracias por dejarme ser una pequeña parte de ti, gracias por dejarme quererte.
Felicidades, preciosa.
                                                         H.

Las malditas mariposas estaban haciendo que me temblaran hasta las piernas. ¿Por qué tenía que ser así conmigo? Lo quería, vaya si lo quería.

Cogí el florero vacío de encima de la mesa y fui al baño para echarle un poco de agua y dejar las rosas dentro. Ahora la habitación era de color blanco, negro y rojo.

Dejé que mi cuerpo volviera a caer en la cama y me acurruqué a mi misma entra las almohadas. El aroma natural de Harry aun estaba presente en la ropa de cama, di gracias porque las encargadas de la limpieza del hotel no hubieran cambiado las sábanas esa mañana. Lo que más necesitaba en esos instantes era sentirme cerca de él, y eso era lo más parecido a sentirme entre sus brazos.



Me desperté con el sonido que tenía mi móvil para avisarme de que me acababa de llegar un mensaje. Lo rescaté de mis pantalones mientras me daba la vuelta en la cama y quedaba bocarriba, pestañeé un par de vez para acostumbrarme a la tenue luz que se colaba por la ventana. Era un mensaje de Harry.

El taxi pasará a por ti en media hora. Ily.

Antes de acabar de leer el mensaje ya me encontraba fuera de la cama, abriendo mi maleta. Tenía que darme una ducha y cambiarme de ropa, había sido un largo viaje y no quería ir con las pintas que llevaba a ver a Harry.

Cogí un cambio de ropa interior y ropa para ponerme y fui directamente hacia la enorme ducha de la habitación. En aproximadamente diez minutos estaba ya fuera, secándome con la toalla todo lo rápido que me era posible. Me vestí (http://www.polyvore.com/its_time/set?id=88826324) y fui hacia el espejo, que tuve que desempañarlo con la mano para poder ver mi reflejo. Me hice una trenza, atando el final de ésta con una pequeña gomita y dejando que cayera sobre mi hombro. Saqué un par de mechones para que cayeran a cada lado de mi cara y me maquillé los ojos con un lápiz negro y un poco de sombra.

Metí la tarjeta/llave de la habitación dentro de mi mochila de cuero marrón y la colgué a mi hombro. La puerta se cerró automáticamente cuando yo salí. Me di cuenta de lo nerviosa que estaba ya que la punta de mi pie no paraba de golpear repetidamente el suelo del ascensor mientras esperaba a que se abriera y me dejara ver el vestíbulo. Cuando esto sucedió, bajé los pocos escalones que separaban al hotel de la carretera dando pequeños saltitos y me introduje dentro del taxi que me estaba esperando aparcado junto a la acera.

- Buenas tardes señorita. – me dijo el taxista, mirándome por el retrovisor.
- Buenas tardes. Supongo que usted ya sabe donde debe llevarme, ¿no?
- Así es, estaremos allí dentro de quince minutos. Si el tráfico nos lo permite, claro está.

Y después de esa pequeña charla puso en marcha el vehículo.

Ya llevábamos un buen rato dentro del coche, habían pasado más de los quince minutos que se había atrevido a predecir el conductor. El tráfico aquí era peor que en pleno centro de Londres.

Las manos me sudaban de una manera terrible. Jamás me creí capaz de comportarme así. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Simplemente iba a ver a mi novio, no a cualquier otra persona que desconociera. Conocía a Harry, había estado millones de veces con él y en situaciones íntimas, entonces, ¿por qué sentía que me iba a estallar el corazón en cualquier momento?

- Señorita, ya estamos aquí. – tuve que agitar mi cabeza para volver a la realidad.
- Oh, gracias. ¿Cuánto te debo?
- No, no. Ya estoy pagado, tranquila. Disfrute del resto del día.
- Igualmente. Adiós.

Cerré la puerta y vi como el taxi se camuflaba con los demás coches en Los Ángeles. Ahora estaba completamente sola en medio de sabe Dios donde. Bien.

Me di la vuelta y me encontré con la aglomeración de fans delante de un edificio. Vislumbré a Harry entre la multitud, y él consiguió verme a mí también. Levantó la mano y me hizo una seña que quería decir ‘Un minuto’ le contesté levantando mi pulgar acompañado de una sonrisa, una sonrisa correspondida. Volvió a perderse entre las fans.

Suspiré. Solo quería correr hasta allí y abrazarlo fuerte.

Volví a darme la vuelta y me di cuenta de que tenía un pequeño kiosco al lado. Me llamó especialmente la atención una revista ya que llevaba una enorme foto de Harry saliendo de un hotel que no era en el que yo había estado hace solo unos minutos. Cogí la revista y la pagué antes de buscar la página que correspondía al artículo de dicha foto.

Harry Styles y Caroline Flack, ¿reconciliación?

El pasado jueves se vio como Harry salía del hotel donde se hospeda Caroline. El más joven de la boyband más famosa del momento se encuentra en Los Ángeles junto a sus demás compañeros promocionando su disco en distintos medios de comunicación, pero parece ser que el chico ha podido sacar algo de tiempo para ir a ver a su “vieja amiga”.

Fuentes cercanas a Caroline Flack han confirmado que en los últimos días tanto Harry como Caroline habían estado en contacto por medio de mensajes, y ahora que los dos estaban en el mismos lugar, han aprovechado para quedar juntos.

Lo que no encaja en todo esto es que por la información más reciente que tenemos, Styles estaba saliendo con la ex patinadora  Kelly Lodge, ya que en numerosas ocasiones se les ha visto juntos y hay numerosas fotos de ellos mostrándose su cariño.

Pero parece ser que el amor se ha acabado pronto para la nueva pareja, y que Harry está buscando una reconciliación con Caroline, ya que la extraña tanto como él la extraña a ella.

De lo que estamos seguros es de que no le perderemos la pista al retorno de esta pareja.


Me quedé un par de segundos absorbiendo por mis ojos todas las fotos que aparecían en las dos páginas que ocupaba el artículo. Caroline entrando en su hotel. Harry saliendo y entrando de él. Viejas fotos de cada uno de ellos…

Me encontré a mi misma tirando la revista al suelo y parando a un taxi que pasaba, metiéndome lo más rápido posible y cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria. Le indiqué el nombre del hotel al que quería que me llevara, y que por favor se diera prisa.

¿Cómo podía haberme hecho eso? Ni siquiera tenía idea de la existencia de esa mujer en su vida. ¿Han estado hablando durante días y no ha tenido la decencia de comentármelo siquiera? La revista decía que fue a verla el jueves, justo el maldito día en que había hablado conmigo por Skype, que me había mentido diciéndome que me quería. ¿Para esto me había regalado el billete de avión? ¿A caso quería restregármelo por la cara? ¿Qué diablos le había hecho yo para que el me hiciera algo así? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no había acabado con esto si aún la seguía queriendo a ella? ¿Cuántas mentiras más me habriá contado? ¿Es que toda nuestra relación se basó en una falsa realidad?

- Eh, chica. Ya hemos llegado.

Sorbí por la nariz y le entregué un par de billetes al señor antes de salir corriendo hacia dentro del hotel. Cuando las puertas del ascensor se abrieron choqué con un cuerpo.

- ¿Kelly? – no contesté mientras él me sostenía por los hombros. - ¿Qué te pasa, por qué estás llorando?

Y así era. Lloraba. Lloraba de rabia, de impotencia. Lloraba porque me dolía, me dolía más de lo que jamás llegara a pensar que podría dolerme algo así. Porque lo quería, porque me había enamorado y él simplemente me rompió en mil pedacitos.

- Kelly. – volvió a insistir. Intenté zafarme y meterme dentro del ascensor. - ¿Qué es lo que va mal?
- Sá-sácame de aquí, por favor. – supliqué con la voz rota. Evan se quedó un rato mirándome, luego tiró de mí hacia dentro del ascensor y pulsó el botón de mi planta.
- Mi trabajo por hoy ha llegado a su fin. Puedo llevarte a cualquier sitio, tengo el coche abajo.
- Quiero irme a casa.

Estaba temblando de pies a cabezas mientras sollozaba, la esquina del cuadrado ascensor era lo único que me mantenía en pie.

Las puertas se abrieron. Abrí torpemente mi mochila y saqué la tarjeta, antes de que la deslizara, Evan la recogió de mis manos y lo hizo por mí. Mi pulso estaba demasiado inestable.

Entré en la habitación y fui hacia el baño, donde había dejado mi maquillaje y la ropa que llevaba puesta cuando vine. Metí todo de nuevo en la maleta y la cerré.

- ¿Quieres que te lleve al aeropuerto? – levanté la vista, nublada todavía por las lágrimas.
- Si no puedes, llamaré a un taxi. No pasa nada.
- No voy a dejar que te vayas con un desconocido en el coche estando en el estado que estás. Ya sé que técnicamente yo también soy un desconocido, pero un poquito menos.

Eso me habría hecho sonreír si fuera en otras circunstancias, y supe que Evan lo captó. Solo deseaba salir de allí. Cogió mi maleta y salió de la habitación.

Cuando estuvimos ya enfrente del coche gris de Evan, abrió la puerta del copiloto para mí. Me deslicé dentro, abroché el cinturón y me abracé a mí misma.

Evan condujo en silencio. Quería darle las gracias por ello, pero no me salían las palabras. Si quería el solitario silencio, aunque muy en el fondo necesitaba que alguien me distrajera de los malditos pensamientos negativos que rodaban por mi cabeza.

- Parece que va a seguir insistiendo. – giré la cabeza, escondiendo la mitad de mi cara con el brazo y miré a Evan por encima de mis espesas y mojadas pestañas. – Tu móvil, lleva un buen rato sonando sin parar.

Lo sentí vibrar en mi bolsillo, no me había dado cuenta. Lo cogí, lo pagué sin mirar y lo guardé en mi mochila, muy al fondo.

- ¿Queda mucho? – susurré.
- Ya casi estamos.

Después de unos cinco minutos Evan estaba aparcando el coche. Bajamos y el fue directo hacia el maletero para recoger mi maleta.

- ¿Tienes billete? – negué con la cabeza. – Iré contigo, tengo una amiga trabajando aquí, puedo conseguirte uno para el siguiente vuelo que salga. Vamos.

Me quedé detrás de Evan mientras hablaba con la chica detrás de una de las ventanillas transparentes.

- ¿Tienes tarjeta de crédito? – la busqué en mi cartera y se la di, segundos después volvía a estar guardada. -  Genial, muchas gracias Ruthie. – le dijo a la chica. Me empujó por la espalda despacio para que caminara.
- ¿Y bien?
- Estás de suerte. Sale un avión en diez minutos hacia Londres. – un suspiró de alegría salió débilmente de mi interior. No tenía fuerzas para nada. – Venga, vamos que tienes que facturar e irte.

Después de un rato me encontraba ante la cola de pasajeros que iban a coger el mismo vuelo que yo.

- Tienes que dejar de llorar.
- N-no puedo. – no era capaz de tragar saliva, me atragantaba.
- No sé lo que ha pasado, pero tienes que ser fuerte, ¿vale? Si esto es por culpa de algún capullo, no se merece tus lágrimas, créeme. – intenté sonreír, pero solo se quedó en un intento. Evan rebuscó en sus bolsillos y sacó un pequeño bolígrafo y un envoltorio de chicle, donde empezó a escribir. – Llámame, cuando vuelva a Londres podemos quedar y hablar de todo esto si estás preparada. – asentí vagamente y me guardé el papelito.

Una voz de hombre sonó por los altavoces, anunciando por última vez que los pasajeros de mi vuelo embarcaran ya.

- Te-tengo que irme.
- Lo sé. ¿Puedo abrazarte?
- Claro.

Me recibió en sus brazos, y por un momento me dije que era estupendo. Pero lo que yo necesitaba eran  los abrazos protectores de Harry. Necesitaba a Harry. Pero él ya no me necesitaba a mí.

- Hasta pronto, o eso espero. Ha sido un placer conocerte. – hizo comillas en ‘conocerte’, volviendo a intentar hacerme sonreír.
- Gracias Evan, gracias por todo.

Fui hacia el señor que revisaba los billetes y le entregué el mío. Antes de desaparecer por el pasillo que me llevaría al avión eché un último vistazo a Evan, que se despidió con la mano y una sonrisa.

Cuando estuve ya sentada en mi asiento, cerré los ojos y dejé que las lágrimas cayeran por mis mejillas sin cesar.


Una pregunta me acechaba todo el rato: ¿Qué es lo que se suponía que iba a hacer ahora?









Bueno, debo decir que ha sido un capítulo bastante largo y bastante pesado de escribir.

Con el bloqueo que he tenido estos días y con las pocas ganas que tenía de escribir este capítulo, no tengo ni idea de como me ha quedado tan largo. 

No os entretengo más, y tampoco me entretengo más a mí que ya es muy tarde. 

Gracias por los preciosos comentarios, y claramente, gracias por leer <3. 

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miércoles, 3 de julio de 2013

Capítulo 28.

Dos días habían pasado ya desde que los chicos se habían ido. Desde que Harry se había ido. Y lo extrañaba como si hubieran sido dos años.

Nuestra relación se había fortalecido días atrás haciendo que me fuera imposible no echar de menos el estar con él a cada momento.

Estos dos días los había comenzado siempre con un mensaje de buenos días por su parte, me llamaba después de comer y hablábamos durante media hora para dejarme el resto de la tarde libre para poder ocuparme de todo lo correspondiente con mis estudios, hasta que llegaba la noche y por fin podía verlo, a través de una conexión Wi-Fi y con una mala calidad, pero podía ver su sonrisa, y eso era lo importante.

Tanto tiempo sin sus caricias, sus abrazos, sus besos…Todo esto me estaba pasando factura. Lo que daría simplemente por un pequeño roce, solo uno…

- Si sigues dándole vueltas con tu pajita de esa manera al batido, se desbordará y tendrás que sorberlo de la mesa, algo que resultaría gracioso y asqueroso a la vez. Pero creo que paso de tener una mejor amiga medio gato. – Levanté la vista hacia mi amiga y detuve el movimiento que estaba ejerciendo sobre mi batido de vainilla con nata montada, ahora derretida.
- Lo siento.
- Pensabas en Harry, ¿o me equivoco?
- No. – suspiré. Sarah me regaló una sonrisa de ánimo.
- Yo también extraño a mi dulce irlandés, más de lo que pensaba que podría hacerlo. Jamás he tenido un sentimiento tan fuerte hacia un chico, es extraño.
- Niall te quiere. Me encanta ver la felicidad en sus ojos cuando toma tu mano. – Sarah sonrió, una sonrisa de esas que solo tienes cuando estás enamorada, aunque no creo que ella se hubiera dado cuenta de ello.
- Yo también lo quiero. Cuando estamos con más gente a nuestro alrededor es tan, pero tan tímido a cualquier afecto, pero en cambio, cuando estamos a solas es todo lo contrario. Es adorable. – de nuevo esa sonrisa, esta vez teñida por el leve color que se asomaba en sus mejillas. Sarah sonrojada por un chico, vaya, eso era algo nuevo.
- ¡Hola chicas! Siento llegar tarde, mi madre decidió que era un buen momento para ponerse a barrer la casa entera. Estoy deseando independizarme de una vez.

Taylor se sentó en una silla al lado de Sarah y pidió un batido de chocolate cuando se acercó la camarera del bar. Taylor tenía una año más que nosotras y llevaba bastante tiempo ahorrando para poder costearse un piso en Londres.

- ¿De qué hablabais? – preguntó la morena.
- Del amor…Que por cierto, ¿qué tal la cosa con Zayn? – Sarah se inclinó sobre su brazo para poder tener una vista completa de Taylor.
- Pues desde aquel día que se presentó en mi casa y me pidió que fuera su novia oficialmente, la cosa no hace nada más que mejorar. Vamos, no puedo negar que desde que empecé a tener un lío con Zayn deseaba poder estar en la situación que estamos ahora. – me alegré tanto al escuchar eso, Zayn merecía tener a alguien como Taylor, y Taylor le merecía a él. Estaba muy orgullosa de que Zayn por fin hubiera dado el paso.
- Oh, Tay, me alegro un montón por vosotros en serio.
- Hacéis una pareja estupenda. – comenté yo, dedicándole una sonrisa sincera.
- Hablando de parejas estupendas…No nos has contado nada sobre tu noche con Harry. – casi me atraganto con el poco líquido que había absorbido por mi pajita. Tosí estruendosamente.
- ¿Qué quieres saber? – evitaba mirar a los ojos de mi mejor amiga, o sabía que me empezarían a sudar las manos por lo nerviosa que ya estaba.
- ¿Qué hicisteis Harry y tú, eh? ¿Lo hiciste por fin? – abrí los ojos, atónita.
- ¡Sarah! – Taylor se río. - ¿Cómo te sentaría que te hiciera la misma pregunta en medio de un sitio público?
- Pues bien, Kelly no necesitas preguntarme algo así, y lo sabes. Y doy por asumido que Taylor está en la misma situación que yo. – ésta asintió.

Sabía perfectamente a lo que se refería Sarah, ella era muy abierta para contarme todo sobre sus “noches de  pasión” con Niall, información que no necesitaba saber, pero que para Sarah era lo más fascinante e importante que podía contarme. Niall, por supuesto, no había sido el primer chico con el que había estado Sarah, pero si por el que más se interesó jamás. Y la relación de Taylor y Zayn se había basado exactamente en solo esas noches antes de que Zayn por fin se decidiera a hacerla su chica.

Pero yo nunca había hecho nada con nadie, algo por lo que Sarah se preocupaba día a día.

- ¿Y bien? – insistió de nuevo ella.
-  ¿Y bien qué? – volví a intentar evitar el tema.
- ¡Qué nos cuentes que pasó!
 - ¡No pasó nada! – levanté un poco la voz, sintiendo las miradas de los clientes de las otras mesas sobre mí, pero me daba igual.
- ¿Cómo nada? Pero… ¿Nada, nada? – negué con la cabeza algo tímida. - ¿Por qué él no quiso o porque tú no quisiste?
- Porque no era el momento y ya está. Solamente dormimos juntos y ya.
- Oh, Kelly, normal que extrañes tanto a Harry, te dejé todo perfectamente bien amañado para que se diera la situación y no supiste aprovechar la oportunidad. – Sarah negó con la cabeza.
- Puede que no estuviera preparada, es algo normal. No puedes forzar esa clase de cosas, y lo sabes. – Salió Taylor en mi defensa. Susurré un “gracias” a lo que ella me respondió con una sonrisa.
- Bueno, vale, tienes razón…Pero es que llevaba tanto tiempo esperando el momento en el que por fin Kelly…- no la dejé acabar.
- Lo siento, pero tengo que irme ya, quedé con Harry para hablar a las diez, son las ocho y media y aun tengo que cenar y ducharme. – miré el reloj de mi muñeca impacientemente.
- Adiós, guapa. – Taylor me  abrazó.
- Adiós, Kelly. – me abrazó Sarah también, se acercó a mi oído para susurrarme. – Tú y yo vamos a tener que tener una larga charla.
- Yo también te quiero. – sonreí sarcástica a mi amiga y salí del local.

Empecé a caminar por las calles londinenses, mezclándome entre la gente e intentando borrar toda la conversación  anterior de mi cabeza. El tiempo había refrescado, y tuve que agarrar fuerte contra mi cuerpo la fina chaqueta vaquera que llevaba puesta.

- ¡Kelly! – me giré, buscando a la persona que me había llamado. Dos niñas, de unos once años se acercaron a mí con una sonrisa.
- ¿Me llamasteis? – Ellas asintieron y vi como sacaban una cámara.
- ¿Podemos sacarnos una foto contigo? – me quedé un poco extrañada al principio, luego me fijé en que una de las niñas llevaba una camiseta de One Direction y todo encajó.
- Oh, por supuesto. – me puse en el medio de ellas dos y sonreí a la cámara sujeta por la niña que había pedido la foto.
- ¿Podemos pedirte algo más? – asentí, me transmitían una ternura enorme. - ¿Puedes decirle a los chicos que son increíbles y que los queremos?
- Claro, se alegrarán de oírlo.
- Muchas gracias por la foto. – se despidieron con la mano y se fueron caminando con una gran felicidad en sus caras.

Después de cenar con mi hermana y mi madre y de darles las buenas noches subí a ducharme, una ducha rápida ya que tenía quince minutos para que dieran las diez.  Al salir me puse un pantalón de pijama largo y una camiseta vieja que me quedaba bastante grande.

Me tiré en cama, poniendo el ordenador delante de mía y levanté la tapa. La sesión en Skype ya estaba abierta, y Harry también estaba conectado, ni dos segundos tuve que esperar para que se escuchara el tono de llamada.

- Hola preciosa. – dijo nada más contestar. Por su postura, supuse que estaría contra la cabecera de la cama, apoyando el portátil sobre sus piernas.
- Hola precioso. – respondí con el mismo adjetivo que él me había otorgado
- ¿Qué tal tu día?
- Bien…he salido con Sarah y Taylor a tomar un batido después de dos horas en la biblioteca. – sonreí amargamente, no me apetecía hablar de mí. - ¿Y tú?
- Dos entrevistas y una sesión fotográfica, ya sabes, aburrido. – suspiró, se le notaba muy cansado y eso me preocupaba.
- ¿Estás bien? – ladeé la cabeza, sintiendo las gotitas de agua procedentes de mi pelo caer sobre mis manos.
- Considerando que estoy algo exhausto y que solo me apetece abrazar y besar a mi novia que está a kilómetros de aquí, no, no estoy bien. – desvié la mirada hacia el teclado. - ¿Y tú, muy estresada con los exámenes?
- No, los exámenes los llevo bien. Lo que no llevo bien es el que estés tan lejos de mí.
- Estás muy sexy en pijama, ¿te lo había dicho alguna vez? – y ahí estaba el Harry que tanto me gustaba, el que conseguía arrancarme cada una de mis sonrisas, pasara lo que pasara.
- ¿Te había dicho alguna vez lo idiota que eres?
- Mmmh…Lo cierto es que un par de veces, creo que va siendo hora de que hagamos algo con esa visión que tienes de mí.
- ¿Qué es lo que sugieres hacer?
- Besarnos, pero eso ahora es casi imposible. Podría sacarme la camiseta, seguro que admirando mi hermoso cuerpo se te olvida que piensas que soy idiota.
- ¡Ese ego!
- A mi ego le gustaría comerte la boca ahora mismo. – me sonrojé, ¿cómo no hacerlo?
- Oh, Harry, para.
- En realidad, mi ego tiene una larga lista de lo que le gustaría hacerte.
- ¿Vas a parar o vas a seguir diciendo idioteces sin sentido?
- Decir idioteces sin sentido es lo que mejor se me da, no me quites eso. – fingió estar dolido.
- Te echo mucho de menos. – miré directamente a la cámara, el equivalente a mirarle a los ojos en ese instantes.
- Y yo a ti, cariño. Pero ahora quiero que hagas una cosa por mí, ¿está bien? – asentí. – Te vas a poner unas zapatillas, porque seguro que estás descalza y no quiero que te me pongas malita y luego vas a bajar a abrir la puerta de tu casa. – fruncí el ceño.
- ¿De qué va esto, Harry?
- Haz lo que te pido,  por favor. Yo no me moveré de aquí, lo prometo.

Me puse las zapatillas y le dirigí una mirada curiosa antes de abrir la puerta de mi habitación y bajar las escaleras hasta quedar enfrente de la puerta de casa. Tomé aire antes de de agarrar el pomo de la puerta y abrirla.

Me quedé anonada cuando vi a un chico morenito y joven sosteniendo una cajita, tan grande como un diccionario. ¿Qué hacía ese chico en mi casa a estas horas?

- ¿Kelly Lodge?
- Soy yo.
- Esto es para usted. – me tendió la cajita de color marrón. – Buenas noches.

Cerré la puerta y me quedé un rato examinando la caja entre mis manos, luego volví a la habitación y cerré la puerta tras de mí.

-  Harry, ¿me puedes explicar qué se supone que es ésto? – dije al volver a ponerme frente la cámara, esta vez sentada con las piernas cruzadas sobre la cama.
- Solo ábrelo. – le fulminé con la mirada, a lo que él me respondió con una seña con la cabeza para que abriera la caja.

Con cuidado saqué el adhesivo que mantenía la caja cerrada, y levanté todas las solapas de cartón para encontrarme con un montón de bombones esparcidos por toda la extensión del rectángulo.

- ¿Bombones? – levanté una ceja hacia él.
- Busca más en el interior.

Metí mi mano entre el montón de chocolate en envoltorios rojos y palpé un rectángulo muy fino de papel, lo saqué y lo sujeté entre mis dos manos. No podía creérmelo. Era imposible.

- ¿Harry…esto es…?
- Tu regalo de cumpleaños. – mi cumpleaños sería el sábado, hoy era jueves.

Volví a leer lo que en letra muy negra ponía en el papel:

LONDRES – LOS ÁNGELES.


- No puedo esperar más para tenerte entre mis brazos. - dijo Harry.










Es algo corto, i know. Pero dado que Harry y Kelly están separados me era imposible escribir un súper capítulo. 

Gracias por vuestros maravillosos comentarios, os quiero <3

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